Con una responsabilidad múltiple vive Berenice Porquillo pues educa a cuatro hijos, quienes le han enseñado a organizarse y a los cuales quiere de forma diferente, ya que cada uno es especial en su corazón, el cual parece no caber en su pecho, dado el amor con el que habla de ellos.
Carlos, de cuatro años de edad, y los trillizos, Alejandro, María José y Matilda, de dos años, son los motores en su vida. Cada día es único a lado de estos cuatro pequeños quienes conforme pasa el tiempo son más demandantes, con más necesidades, pero también más inteligentes y amorosos.
El embarazo de Bere –como la llaman todos de cariño- no fue tan complicado, a pesar de ser una profesionista y desempeñarse como servidor público, lo que sí le arrebata algunas lágrimas es recordar todo lo que sucedió después del nacimiento de los trillizos, pues fueron sietemesinos y tuvieron varias complicaciones de salud, especialmente, María José al ser la más pequeña de todos.
Los ojos de la joven madre no dejan de brillar siempre que habla de sus pequeños. Es cierto que con el tiempo se ha aprendido a organizar para alimentarlos, bañarlos, dormirlos y hasta prepararlos para salir a la calle, pues a veces se olvida de que tuvo dos partos por separados e imagina que sus hijos son cuatrillizos.
Hace un par de años, después de que todos estuvieron en casa, tras una estancia en los hospitales y una serie de visitas al médico, comenzó la verdadera aventura de la familia, pues los padres deben hacer y comprar todo siempre pensando en que tienen cuatro niños.
El corazón de Bere está tan organizado como el momento de darles de comer a los cuatrillizos. A Carlos lo quiere por ser el primogénito, a Alejandro por tierno, a María José por ayudar y a Matilda por su fortaleza.
Si bien un tiempo ella hizo a un lado sus sueños ante la preocupación por la salud de los trillizos, comprendió que ellos necesitaban cuidados y amor, pero, también debía salir a luchar por sus metas.
Antes del nacimiento de los trillizos se desempeñó como servidor público, ahora también trabaja en el ámbito político, pero además acaba de emprender un salón de belleza en Plaza Ópera de Sonata en Lomas de Angelópolis.
Luego de dos años de convivir con los trillizos y con Carlitos descubrió que la organización es el principal hábito en su vida. En ocasiones, para dar de comer a sus cuatro hijos solo llena un plato con comida y a todos los alimenta con la misma cuchara, cuando están sentados en un semicírculo.
A la hora de dormir, los forma junto a la pared y todos suben por las escaleras marchando, aunque siempre hay un rezagado que quiere llegar a la cama en brazos, por lo que cumple con el capricho de vez en cuando, porque se lo merecen.
Todos los días en el corazón y en la vida de Bere, su esposo y sus cuatro hijos, ocurre algo diferente. Eso es lo que les da un plus para convertirse en mejores personas y padres, siempre pensando en el bienestar de los pequeños tan parecidos por fuera y tan diferentes por dentro.
La recomendación de la joven madre es que todas las mujeres luchen por sus sueños, ella lo ha aprendido con el paso del tiempo. Ahora continúa ejerciendo su profesión, también es emprendedora, pero, su prioridad es su familia.
Cuando los trillizos eran recién nacidos lo que ella quería era que crecieran de forma inmediata para que no se enfermaran, ahora, quisiera que el tiempo se detenga pues cada momento con ellos es único y sabe que también es irrepetible.