“Selfie”, selfi, autofoto… da igual cómo lo llamemos: fotografiarse a uno mismo, y seguramente compartir la imagen en las redes sociales, está de moda.
Solo los jóvenes (de entre 18 y 24 años) son responsables de un millón de las selfies que se hacen cada día, según infogram.
Pero esta tendencia, que algunos califican de narcisista, no se reduce solo a la imagen en la cámara, sino al impacto que esta tiene a la hora de cuidar la apariencia propia. Así, las selfies han disparado no solo el flash de los “smartphone” sino la demanda de cirugías estéticas.
SELFIE-CONCIENCIA
Según la Academia Estadounidense de Cirugía Facial Plástica y Reconstructiva (AAFPRS) en el año 2017 el 55% de cirujanos plásticos faciales se encontraron con pacientes cuya motivación para realizarse estas intervenciones estéticas era salir mejor en las selfies.
Los expertos llaman a este fenómeno “selfie-awareness” (juego de palabras entre “self-awareness”, que significa “autoconciencia”, y “selfie”, “autofoto”). Y, según informaba en un comunicado el doctor William H. Truswell, presidente de la AAFRPS, “los miembros de nuestra asociación llevamos años a la vanguardia de esta tendencia”.
“Cada vez más pacientes utilizan las redes sociales” dijo Truswell, quien, lejos de verlo como una moda pasajera, cree que “este movimiento se irá fortaleciendo”.
Y es que en 2016 el porcentaje de cirujanos que detectaron que las selfies eran una motivación para que sus pacientes se operaran fue solo de un 13%. En solo un año ha aumentado a ese 55% del que hablan ahora.
Este mismo estudio encontró, además, que había un aumento de pacientes menores de 30 años: efectivamente, son los mismos “millennials” quienes más conectados están a la moda de la autofotografía.
“A medida que más personas de la generación ‘millennial’ alcanzan la mayoría de edad y obtienen ingresos suficientes para permitirse tratamientos estéticos, nuestros miembros han visto un crecimiento constante en la demanda de estos procedimientos” explicó Truswell.
De hecho, las redes sociales tienen un impacto doble en los pacientes: por un lado, quieren salir mejor en las fotos que compartan en sus propios perfiles; por otro lado, la imagen que se hagan de una clínica o cirujano está influenciada por lo que encuentren en las redes de estos últimos.
Esto se deduce de un estudio publicado en “Plastic and Reconstructive Surgery”, la revista médica oficial de la Sociedad Estadounidense de Cirujanos Plásticos (ASPS), que analizó las RRSS preferidas de la audiencia, el tipo de publicaciones sobre cirugía estética que más les interesaban y la confianza depositada en estas redes a la hora de juzgar a los profesionales.
CUIDADO CON LA “SELFITIS”
La cuestión de la selfie no supone un problema en sí mismo, tal y como expresó Enrique Echeburúa, Catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco (norte de España).
“Las selfies, dentro de ciertos límites, pueden ser normales y buenas. Recuerdos de una comida, de una relación social… Pero podrían ser algo negativo cuando aparecen la adicción, el exceso y la compulsividad. Entonces estamos hablando ya de ‘selfitis’”, dijo el experto.
Y es que una selfie ya no es solo una “autofoto”. Antes de convertirse en una imagen “apta” para las redes sociales pasa normalmente por un largo proceso de filtros y ediciones. Snapchat e Instagram tienen los suyos propios, pero cada vez hay más aplicaciones que permiten ir más allá de los filtros y corregir “imperfecciones”.
Tal y como lo explicó Echeburúa: “La necesidad de compartir las ‘selfies’ varias veces al día es una manera de compensar la falta de autoestima y el deseo de aprobación social. Todo ello utilizando filtros para eliminar las supuestas imperfecciones, que buscan dar mejor imagen de uno mismo”.
Borrar cicatrices, granitos, pecas, lunares y otras marcas; alisar la piel y eliminar las arrugas, agrandar los ojos, blanquear los dientes y ensanchar la sonrisa, reducir el tamaño de la nariz, afinar los pómulos… ¡y hasta maquillarse!, casi cualquier retoque, es posible con aplicaciones como “Snapseed”, “Beauty Camera”, “Facetune” y un largo etcétera.
Esto tiene su consecuencia a la hora de someterse a tratamientos estéticos, según explicó Blas García, presidente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica Facial: “Muchos pacientes nos muestran imágenes propias donde ellos mismos se han retocado los ‘defectos’ que pretenden eliminar sometiéndose a un procedimiento quirúrgico”.
Otro problema radica en la imagen poco realista que nos ofrecen las selfies, tal y como detalló Jesús Benito Ruiz, presidente de la Asociación Española de Cirugía Estética (AECEP), en la web de “Expertos en Medicina Estética” (http://expertosenmedicinaestetica.es).
“Una selfie es una foto normalmente con mala luz, que tiende a ensanchar la cara, con posturas forzadas y poco naturales. Esto hace que se vean siempre defectos, incluso más incrementados” dijo, y puntualizó que “no es la mejor foto para buscar un tratamiento o para ver si un tratamiento ha sido eficaz”.
En “Expertos en Medicina Estética”, Benito Ruíz consideró que “es importante recordarles a los pacientes la ineficacia de la selfie como diagnóstico estético, así como que debe ser el profesional quien determine si cualquier percepción subjetiva se ajusta a la realidad”.