Debido a la pandemia por el coronavirus, en este año la ausencia y el vacío son los nuevos invitados a las fiestas decembrinas, invitados que promueven estados emocionales como tristeza, apatía, rabia e incluso culpa.
El duelo es una reacción natural ante la partida de un ser querido o cualquier tipo de pérdida (divorcio, empleo), y la pandemia lo hace más difícil al sumarse el distanciamiento social, que puede aumentar la angustia y prolongar el proceso de duelo. Aunque sobran motivos para la conmoción emocional, toma en cuenta lo siguiente si perdiste a alguien o quieres ayudar a otra persona.
Magali Becerra Romero, profesional de la salud mental, expone que el proceso de duelo se puede afrontar de diferentes formas, con nuevos rituales y diversas maneras de actuar que modifiquen las tradiciones familiares y así darle un nuevo significado a esta época del año. Y aunque debamos mantenernos en confinamiento y celebrar a puerta cerrada, con el menor número de personas posibles, no debemos aislarnos, porque esto solo sirve para esquivar emociones y hacer más palpable el recuerdo de “los que ya no están”.
“El duelo es un proceso complejo, da lugar a distintas formas de afrontamiento, que varían en función de factores como la proximidad con la persona fallecida o el apoyo social recibido tras la pérdida. Especialmente en la primera Navidad tras el fallecimiento, la incertidumbre inunda los diversos planes familiares, lo que puede dar lugar al deseo de establecer cambios en esta época del año”, señala.
“Aislarse para evitar la Navidad, actuar como si nada hubiera pasado o hacer algo diferente, como realizar un viaje, son actuaciones que reflejan el intento por procesar esta experiencia triste. Este tipo de afrontamientos generan un alivio a corto plazo, pero, a su vez, pueden perpetuar el sufrimiento, ya que contribuyen a obstaculizar el proceso natural de duelo y la recuperación”, añade.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE VIVIR EL DUELO?
En mayor o menor medida de aceptación, la experiencia de pérdida es algo que vivimos todos los seres humanos, por eso es necesario este proceso de adaptación emocional, que conocemos como duelo. Desde el punto de vista psicológico, se considera sano que las personas vivencien y se den permiso para experimentar todas las emociones vinculadas a un duelo.
Becerra destaca que la experiencia de pérdida de un ser querido nos reconecta con nuestra soledad existencial más profunda: “por ello, contar con espacios de compañía, diálogo, encuentro, respeto e intimidad, es indispensable. En este sentido, familiares y amigos juegan un rol fundamental, no solo para acompañar al deudo en su dolor, sino también para traerlo de vuelta a la vida”.
RECUPERARSE DE ESE DOLOR EMOCIONAL
Cada persona debe darse un tiempo para tratar lo que está sintiendo, sin negar el vacío emocional que dejó el ser querido. Así que, es posible que todo te incomode y hasta experimentes rabia, impotencia y soledad, e incluso, enojo por la felicidad de los demás.
“En la forma como hemos aprendido a resolver los duelos a lo largo de nuestra existencia, tendremos maneras de resolverlos: con dramatismo, con calma, con aceptación rápida, con procesos de llenarnos de razones para solucionarlos. Hay múltiples formas, cada uno de nosotros tenemos nuestras variantes, nuestro aprendizaje y las épocas también son significantes”, señala.
En estos días, el recuerdo de Navidades anteriores junto al ser querido se mantiene en la cabeza constantemente y las emociones intensas y cambiantes inundan nuestro corazón. Lo adecuado es no juzgarse a uno mismo ni a los demás por las reacciones en este día, ya que cada persona expresa sus sentimientos de manera diferente. Mientras que algunos experimentarán indiferencia, otros manifestarán rabia o tristeza, pero ninguno habrá olvidado a la persona que ya no está.
CÓMO SANAR TRAS LA PÉRDIDA
Es recomendable hacer aquello con lo que uno se sienta cómodo, establecer expectativas realistas tanto para ti mismo como para los demás. Acepta la ayuda práctica que te ofrecen amigos o familiares para organizar la celebración, pero en caso de que no tengas deseos ni fuerzas, no te sientas obligado a participar en actividades o rituales para los que aún no te sientas preparado. Las personas que te quieren lo comprenderán.
“El duelo es único para cada persona y la forma como lo manifestamos también. Estar acompañado por personas a las que queremos y que nos quieren, así como mantener con ellos una comunicación abierta en un contexto de respeto y escucha sincera será fundamental durante este momento”, advierte.
Utilizar algún símbolo (fotografía, vela, canción, comida) que nos recuerde a esa persona. Los rituales que permiten recordar al ser querido facilitan compartir sentimientos de tristeza o añoranza entre los miembros de la familia. La experiencia individual de duelo va unida a la experiencia de duelo de la familia.
Expresar, compartir, admitir y permitir la expresión de una gama amplia de sentimientos que afloran tras la pérdida favorece el crecimiento conjunto. Cierto que es difícil, ya que supone una gran flexibilidad y tolerancia, pero es el camino para una elaboración plena y saludable del duelo.
“En Navidades o ‘fechas familiares’, compartir el dolor por la ausencia con los demás miembros de la familia, lejos de crear dolor, proporciona más consuelo y favorece sentimientos de cohesión, apoyo, seguridad y cercanía”, asegura.
No hay recetas mágicas cuando el corazón está lleno de dolor y de recuerdos. Además, el duelo es un proceso complejo y único que cada persona afronta de una manera diferente. A pesar de esto, la psicóloga dice que hay caminos que nos pueden ayudar.
TAREAS POR REALIZAR
- Es vital admitir la realidad de la pérdida y reconocer que duele.
- Enfrenta la tristeza, la culpa, la rabia y el miedo. Así aprenderás a procesar las emociones que te dejo la pérdida.
- Navidad y Año Nuevo serán diferentes, pero no dejes de festejar. Tu vida sigue.
- Es bueno hacer un alto para observar cuál es la lección tras la experiencia, tú eres responsable de hallar la enseñanza.
- Se creativo, orienta tu energía a construir y reconstruir tu proyecto de vida.