En la medida en que nuestros hijos crecen, paulatinamente se vuelven más independientes,sus alas se hacen más grandes y vigorosas, y su dedeo de volar bulle en su interior con másfuerza cada día. Pasan cada vez más tiempo fuera de la casa en actividades escolares o laborales, con sus amigos o su pareja… pero regresan. Tal vez se vayan a un viaje largo: seis meses, un año… pero regresan.
Sin embargo, llega un día en que nuestro nido les queda chiquito, sus sueños los llaman muy fuerte y tienen que seguirlos. Y entonces, ahora sí se van y con ellos se van sus pertenencias, sus cosas amadas que albergamos en el hogar por tantos años… y el nido queda vacío.
Quienes hemos pasado por esto, sabemos que es una experiencia muy intensa, que los extrañamos y lloramos de nostalgia, esto es normal, pero también sabemos que es la ley de la vida y que está muy bien que se vayan. Deseamos que sean felices, que se realicen, que experimenten la vida, que vuelen con alas fuertes y sólidas.
Pero ¿en verdad todos los padres lo deseamos? Por desgracia hay padres que no quieren que sus hijos vuelen, porque tienen grandes vacíos en su corazón y una enorme carencia de sentido de vida, que los lleva a retenerlos, porque si ellos se van, se quedan en la nada.
Estos padres, en lugar de pulir las alas de sus hijos para que les crezcan fuertes, se las cortan y así los mantienen a su lado; para que les llenen esos vacíos, para que les den sentido a sus vidas huecas, para que les solucionen su aburrimiento existencial, y el nido se vuelve cárcel.
¿QUÉ HACER?
¿Qué podemos hacer los padres para respetar el sagrado destino de nuestros hijos, que los impulsa a dejar el nido cuando llegue el momento?, ¿cómo podemos sobrellevar esa etapa y sacar de ella toda la riqueza que lleva adentro? He aquí algunas propuestas:
Te recomiendo mucho, que desde que tus hijos son pequeños, mantengas un espacio de tu vida para ti mismo. Sin duda, tus hijos siempre serán tu prioridad, pero también es importante que tengas alguna actividad o intereses personales en los que no intervenga la familia. Puede ser un pasatiempo, un deporte, un curso, un grupo de amigos, una labor social, etcétera.
Es también recomendable que la pareja tenga momentos y actividades en los que no esténpresentes los hijos: ciertos viajes de fin de semana, idas al cine, cenar o visitar amigos, entre otros. Porque cuando llega el momento del nido vacío, las parejas que jamás convivensin hijos son las que tienen mayores probabilidades de que su relación explote y termine.
Por eso, hay que crearnos una vida rica, motivada, interesante, fascinante, porque para nuestros hijos es maravilloso tener padres así, en lugar de unos seres dependientes e infelices, que necesitan que sus hijos “les hagan el día” y den sentido a sus aburridas e insatisfactorias existencias.
Nos guste o no, nuestros hijos no vinieron al mundo a llenar nuestros vacíos, a ver qué se nos ofrece o a cumplir nuestras expectativas. Ellos tienen su propio camino que andar, su historia que escribir, sus sueños a realizar y nuestra función como padres es apoyarlos para lograrlo.
Así también veamos todo lo bueno que hay en esta etapa de la vida, el tener mucho tiempo para nosotros y para hacer lo que queramos, el ya no tener que mantenerlos y disponer de más dinero para nuestros planes personales.
Se acabó la etapa de sacrificarnos por nuestros hijos, de tener que llevarlos y traerlos, de renunciar a muchas cosas porque así corresponde cuando son pequeños.
Ahora que ya ellos son independientes, disfrutemos el cambio y, en pocas palabras, démosle a esta etapa un nuevo significado. Convirtámoslo en un nido en remodelación, enuna etapa de renovación total.
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