/ martes 15 de mayo de 2018

Cómo establecer una verdadera comunicación en la familia | CONSTRUYENDO MI FELICIDAD

¿Te suena fantasioso e imposible de realizar?

La palabra comunicación se define como la acción de transmitir, conversar, hacer contacto. A esta definición se le puede agregar: “la acción de transmitirte y mostrarte todo lo que soy, tanto mi luz como mi sombra y de estar dispuesto a recibir lo que tú eres, tanto tu luz como tu sombra y así poder comprendernos, respetarnos y amarnos tal como somos”. A esto le llamo estar unidos alma con alma. Y esta, es la verdadera comunicación.

¿Te suena fantasioso e imposible de realizar? Créeme que no lo es, aunque tampoco resulta fácil, porque hemos creado factores que nos lo dificultan. No obstante, al ser consciente de ellos, podemos revertir el proceso y crear algo diferente. Aun cuando existen varios factores que impiden una comunicación sana en la familia y nos alejan a unos de otros, mencionaré tres recomendaciones que si las observamos y desarrollamos, traerán grandes y positivos cambios en la comunicación con las personas y con nuestros seres queridos en particular.

PONERSE EN LOS ZAPATOS DEL OTRO

La primera recomendación es ponernos en “los zapatos del otro”. Esto significa poder ver, sentir y percibir una situación desde los sentimientos y el punto de vista de la otra persona, no con el propósito de justificar su conducta, sino de comprender, sin juicios, sus porqués. Dicha actitud nos conduce a ser compasivos y respetuosos hacia la historia y las heridas ajenas, ya que a fin de cuentas, todos las tenemos.

CAPACIDAD DE ESCUCHAR

Otra herramienta eficaz de la verdadera comunicación en la familia es la capacidad de escuchar. Es muy común la tendencia que casi todos tenemos de interrumpir cuando el otro está hablando, con el propósito de defendernos, justificarnos o revirarle lo que está diciendo, recordándole lo que él ha hecho también. Algunas veces ni siquiera escuchamos a la otra persona, porque nuestro diálogo interno está muy ocupado haciendo juicios o planeando las respuestas para que ¡sea tan buena! que nos haga ganar la “competencia”.

Otra faceta que toma esta incapacidad de escuchar, es que con frecuencia, en lugar de poner toda la atención en el otro cuando nos habla, dejamos que nuestra mente se desvíe hacia mil lugares y asuntos, y en verdad no estamos “escuchando” nada. Esto se torna realmente “grave” cuando quien nos habla es uno de nuestros seres queridos y, peor aún, cuando lo que nos dice tiene que ver con sus sentimientos, sus necesidades y su mundo interior.

Desarrollar la capacidad de escuchar significa tener la voluntad de poner atención al otro cuando se expresa y desarrollar la disciplina de dominar el diálogo interno que nos distrae o la boca que quiere interrumpir para establecer su punto.

RESPETAR DIFERENCIAS

Por último, la capacidad de respetar las diferencias y aceptarnos unos a otros tal como somos es otro factor que contribuye a la sana comunicación. Con frecuencia queremos cambiar a los demás, criticándolos y enjuiciándolos porque no son como nosotros quisiéramos que fueran, convencidos de que sabemos mejor que nadie cómo debe ser cada persona y de que tenemos la verdad absoluta sobre lo que es correcto o incorrecto.

Nos cuesta mucho trabajo aceptar que los demás sean diferentes y los queremos hacer a nuestra manera, porque entonces viviremos muy cómodos y así no tendremos que trabajar en cambiarnos a nosotros mismos. Como si nos dijéramos por dentro “todos sean como yo quiero, para que yo viva muy a gusto y no tenga que incomodarme tratando de cambiar.”

Para desarrollar la capacidad de respetar las diferencias es útil confrontarte constantemente a ti mismo con estos cuestionamientos: ¿quién dice que yo tengo la verdad absoluta?, ¿quién me ha otorgado el derecho para querer cambiar a todos?, ¿quién dice que yo sé lo que los demás deben ser, saber, hacer, pensar, sentir?

La familia es, o debería ser, nuestro santuario, el espacio que nos acoge y proporciona la seguridad, el sentido de pertenencia, y las herramientas necesarias para ir por la vida, ¿no crees que vale la pena cualquier esfuerzo que hagas para que cumpla su hermosa e importante función? Empieza por aprender a escuchar sin juzgar.

* Contacto:

Teléfono: 2221199224

Trabajos con pérdidas, duelos, angeloterapia.

Niños, adolescentes y adultos.

La palabra comunicación se define como la acción de transmitir, conversar, hacer contacto. A esta definición se le puede agregar: “la acción de transmitirte y mostrarte todo lo que soy, tanto mi luz como mi sombra y de estar dispuesto a recibir lo que tú eres, tanto tu luz como tu sombra y así poder comprendernos, respetarnos y amarnos tal como somos”. A esto le llamo estar unidos alma con alma. Y esta, es la verdadera comunicación.

¿Te suena fantasioso e imposible de realizar? Créeme que no lo es, aunque tampoco resulta fácil, porque hemos creado factores que nos lo dificultan. No obstante, al ser consciente de ellos, podemos revertir el proceso y crear algo diferente. Aun cuando existen varios factores que impiden una comunicación sana en la familia y nos alejan a unos de otros, mencionaré tres recomendaciones que si las observamos y desarrollamos, traerán grandes y positivos cambios en la comunicación con las personas y con nuestros seres queridos en particular.

PONERSE EN LOS ZAPATOS DEL OTRO

La primera recomendación es ponernos en “los zapatos del otro”. Esto significa poder ver, sentir y percibir una situación desde los sentimientos y el punto de vista de la otra persona, no con el propósito de justificar su conducta, sino de comprender, sin juicios, sus porqués. Dicha actitud nos conduce a ser compasivos y respetuosos hacia la historia y las heridas ajenas, ya que a fin de cuentas, todos las tenemos.

CAPACIDAD DE ESCUCHAR

Otra herramienta eficaz de la verdadera comunicación en la familia es la capacidad de escuchar. Es muy común la tendencia que casi todos tenemos de interrumpir cuando el otro está hablando, con el propósito de defendernos, justificarnos o revirarle lo que está diciendo, recordándole lo que él ha hecho también. Algunas veces ni siquiera escuchamos a la otra persona, porque nuestro diálogo interno está muy ocupado haciendo juicios o planeando las respuestas para que ¡sea tan buena! que nos haga ganar la “competencia”.

Otra faceta que toma esta incapacidad de escuchar, es que con frecuencia, en lugar de poner toda la atención en el otro cuando nos habla, dejamos que nuestra mente se desvíe hacia mil lugares y asuntos, y en verdad no estamos “escuchando” nada. Esto se torna realmente “grave” cuando quien nos habla es uno de nuestros seres queridos y, peor aún, cuando lo que nos dice tiene que ver con sus sentimientos, sus necesidades y su mundo interior.

Desarrollar la capacidad de escuchar significa tener la voluntad de poner atención al otro cuando se expresa y desarrollar la disciplina de dominar el diálogo interno que nos distrae o la boca que quiere interrumpir para establecer su punto.

RESPETAR DIFERENCIAS

Por último, la capacidad de respetar las diferencias y aceptarnos unos a otros tal como somos es otro factor que contribuye a la sana comunicación. Con frecuencia queremos cambiar a los demás, criticándolos y enjuiciándolos porque no son como nosotros quisiéramos que fueran, convencidos de que sabemos mejor que nadie cómo debe ser cada persona y de que tenemos la verdad absoluta sobre lo que es correcto o incorrecto.

Nos cuesta mucho trabajo aceptar que los demás sean diferentes y los queremos hacer a nuestra manera, porque entonces viviremos muy cómodos y así no tendremos que trabajar en cambiarnos a nosotros mismos. Como si nos dijéramos por dentro “todos sean como yo quiero, para que yo viva muy a gusto y no tenga que incomodarme tratando de cambiar.”

Para desarrollar la capacidad de respetar las diferencias es útil confrontarte constantemente a ti mismo con estos cuestionamientos: ¿quién dice que yo tengo la verdad absoluta?, ¿quién me ha otorgado el derecho para querer cambiar a todos?, ¿quién dice que yo sé lo que los demás deben ser, saber, hacer, pensar, sentir?

La familia es, o debería ser, nuestro santuario, el espacio que nos acoge y proporciona la seguridad, el sentido de pertenencia, y las herramientas necesarias para ir por la vida, ¿no crees que vale la pena cualquier esfuerzo que hagas para que cumpla su hermosa e importante función? Empieza por aprender a escuchar sin juzgar.

* Contacto:

Teléfono: 2221199224

Trabajos con pérdidas, duelos, angeloterapia.

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