El apego se vive preocupándonos o resolviendo los problemas ajenos, obsesionándonos con la gente, lo que hacen o dejan de hacer, vivir emocionalmente dependientes, ser niñeras o rescatadores, y nos queda poca energía para hacernos responsables de nuestra vida y, además, no resolvemos nada, nos desgastamos, sufrimos, y al final, todo sigue igual, con más caos en nosotros.
Energía desperdiciada. Separación de mí mismo. Perdemos nuestro control. Hay una frase que dice: “Si tú crees que sentirse mal o preocuparse demasiado va a cambiar un hecho, entonces estás viviendo en otro planeta, con un sistema de realidad distinto.”
UN MODO MEJOR DE VIVIR
Bueno, ¿qué es exactamente el desapego? Aclaremos primero lo que no es. No es un alejamiento frío, hostil, ser indiferentes a los problemas, no es un desentendimiento de nuestras responsabilidades, ni una ruptura en nuestras relaciones, no es retirar nuestro amor.
Desapegarnos es liberarnos o apartarnos de una persona o de un problema amorosamente, mental, emocional y a veces físicamente, para salir de nuestro involucramiento insano y doloroso con la vida y responsabilidades de otra persona, de los problemas que no podemos resolver.
Cada quien es responsable de sí mismo y no debe meter las manos en las responsabilidades de otros y sí de atender las nuestras. Permitirles a los demás vivir las consecuencias de sus actos. Darles a los que queremos la libertad de ser responsables y de madurar. Y darnos a nosotros la misma libertad. Luchamos por discernir qué es lo que podemos cambiar, y lo que no podemos.
Dejamos de tratar de cambiar aquello que no podemos, y aprendemos a vivir con ese problema o a pesar de él. Disfrutar lo que hoy tenemos, agradeciendo por ello. Sacarle el máximo provecho a lo que tenemos multiplica lo bueno en nuestras vidas. El desapego es “vivir el momento presente, con lo que hoy tengo”. Que las cosas se den por sí solas en lugar de forzarlas y controlarlas.
Aceptar la realidad, requiere fe en nosotros mismos, en Dios, en los otros, en el orden natural y en el destino de las cosas, nos damos la libertad de disfrutar de la vida a pesar de nuestros problemas no resueltos. Confiamos en que todo esté bien a pesar de los conflictos, en que Alguien más grande que nosotros puede hacer mucho más por resolver el problema.
Y entendemos que lo que vivimos son nuestros aprendizajes, y por eso los teníamos que experimentar, entendiendo que tenemos un libre albedrío que nos da la opción de con qué actitud vivir nuestras experiencias. A su tiempo sabremos que todo está bien porque vemos cómo las cosas más dolorosas se solucionan de la mejor manera y en beneficio de todos. Eso es confiar, vivir en desapego.
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