Por: Mara Rodríguez Masdefiol
Me impresiona y me entristece cómo tantas personas, de todasedades, están enfermos de gratitud.
La gratitud es una apreciación, una alabanza… todo en lanaturaleza la expresa al ser lo que es: los pájaros cantandomañana y tarde, el sol brillando, los árboles y las plantascreciendo, el agua caliente de nuestra regadera, una cama dondedormir, bueno, así de sencillo: la vida.
Solo el ser humano se olvida de expresarla. No solo me refiero ala gratitud por estar vivos y tener todo lo que tenemos, sino laacción de agradecer a las personas que existen en nuestra vidapara aprender, para acompañarnos, que nos regalan una sonrisa, nosayudan, nos escuchan, nos dan el paso, etc.
¿Por qué es tan importante la gratitud? En primer lugar,porque se siente bien. Date cuenta del bienestar físico,emocional, mental y espiritual que experimentas cuando agradecesalgo. En segundo lugar, porque la gratitud no solo es un lindo ydeseable valor relacionado con la buena educación, sino quetambién es una poderosa fuerza que abre puertas y caminos. Cadavez que agradeces, pones una cantidad de poderosa energía en esoque estás apreciando y “notando”, y aquello en donde pones tuatención, crece y se multiplica.
Te des cuenta de ello o no, eso sucede cuando agradeces. Perotambién cuando la gratitud viene en dirección contraria, esdecir, cuando es a ti a quien agradecen, se pueden experimentar demanera clara los hermosos efectos de una poderosa fuerza sanadora yarmonizadora. Date cuenta cómo, cuando te agradecen, quieresseguir dando, seguir haciendo, seguir apoyando.
¿Cómo enseñar a tus hijos la gratitud?, es muy fácil:¡agradeciendo! Es decir, que te oigan y te vean agradeciendo y quea ellos les agradezcas también. Con frecuencia encuentro ciertaresistencia de parte de muchos padres cuando sugiero que digancosas como: “Gracias hijo, porque tendiste tu cama, porquerecogiste tus platos o escombraste tu recámara”. La reacción deesos padres ante mi sugerencia es: ¡pero si es su obligación!,¡es lo que le toca hacer en casa! Y mi respuesta es: pues tuobligación es mantenerlos, hacerles de comer, etcétera. Y sinembargo, esperas y les pides que agradezcan por ello.”
Aunque tu hijo haga cosas que “son su obligación”,agradécele. Los padres también debemos dar las gracias a nuestroshijos cada vez que la situación lo requiera, y no suponer quehacerlo nos resta autoridad o fuerza. De ninguna manera es así,sino todo lo contrario. Ellos eternizarán sin lugar a dudas estahermosa actitud, que como ya dijimos, más que un valor es unafuerza armonizadora que les traerá muchas cosas buenas en lavida.
Asimismo, te recomiendo que la gratitud se vuelva parte de tuestilo de vida. En lo personal, cuando salgo a la calle y llego ami destino, siempre doy las gracias. Cuando termino mi trabajo,también lo hago, cuando me voy a dormir, lo vuelvo a hacer. Aveces no es fácil porque no nos acordamos, pero si lo hago enconsciencia y cada día agradezco más lo que sí tengo, voyhaciendo un hábito bueno en mi vida, que aparte solo me regalamás bendiciones de las que ya tenemos.
También le agradezco al aire, a mi cuerpo por responderme bien,el poder ver, escuchar, sentir el aire, a todo, absolutamente aTODO, le doy las gracias. Si tus hijos ven en ti esa actitud, tenpor seguro que también la desarrollarán.
La apreciación y la gratitud se sienten extremadamente bien,inclusive cuando algo doloroso o que no nos gusta nos sucede; esotambién hay que agradecerlo, porque de ahí estamos aprendiendomucho, seguro ahí hay un gran aprendizaje. Además de echar aandar la “Ley del Incremento”. Su nombre lo define: lo queagradeces y aprecias, regresa multiplicado.
Como frecuentemente digo: no me creas nada, experiméntalo.
* Tanatoterapeuta, trabajos con pérdidas, duelos,angeloterapia. Niños, adolescentes y adultos. Teléfono:2221-199224
