Nuestros días están llenos de buenos momentos y pequeños placeres, buscarlos y disfrutarlos puede colmar a cualquier persona. Se dice que la sensación de plenitud, es decir, estar a gusto y satisfecho con la vida que llevamos es un estado subjetivo.
Y hay bastante de eso, en general. No acostumbramos a ser conscientes de lo dichosos que somos cuando lo somos. Solo cuando echamos la vista atrás y contemplamos el álbum de nuestros recuerdos nos damos cuenta de que había muchas cosas por las cuales estar satisfechos o algunas por las cuales no estarlo.
Es una práctica universal fijarnos más en lo malo que en lo bueno… sin embargo, nos cuesta bastante menos reconocer que estamos contentos cuando lo estamos. Los buenos momentos son la moneda corriente de la felicidad, pero hay que poner de nuestra parte para buscarlos y reconocerlos. “Señor, protégeme de los grandes dramas, que de los pequeños placeres me encargo yo”, podríamos decir sin equivocarnos.
CULTIVAR LA SALUD
Sabemos muy bien que para disfrutar plenamente de la vida es necesario que nuestro cuerpo y nuestros sentidos estén en buena forma, así como evitar, o buscar cómo lidiar con el estrés y la angustia.
Organizarse el tiempo para el trabajo, para disfrutar del ocio, para practicar del ejercicio físico, para descansar, para cultivar los afectos y para alimentarse sanamente resulta imprescindible si no queremos vernos desbordados por la ansiedad y el desánimo. También es importante siempre tomar y agradecer los favores que la vida nos regala cada día, interesarse por el prójimo y no dejarse ganar por dos obstáculos principales: la negatividad y la apatía.
Los enemigos de nuestra plenitud son los que amenazan el cuerpo (la ansiedad, el estrés y el desánimo) y el alma (la negatividad, la desgana, la ausencia de ilusiones). La buena noticia es que los podemos combatir modificando nuestra actitud hacia esos eventos y buscando ver lo positivo o la ganancia de todas las experiencias que vivimos.
Recordemos que “la actitud no es el resultado de lo que me pasa en la vida, sino lo que hago con lo que me pasa en mi vida”. Aparte no nos acordamos, claro, pero nosotros elegimos vivir esos eventos que experimentamos para aprender.
Por eso debemos agradecer cada experiencia, por más dolorosa que sea, porque esta nos lleva a ser más conscientes y mejores personas, a evolucionar y transcender.
LAS CUATROS “CES DE LA PLENITUD”
CONCIENCIA. En la búsqueda interior centramos, en los tiempos en los que vivimos, muchos de nuestros esfuerzos; hemos llegado cuando sabemos que sentirnos realizados y plenos depende de nosotros mismos. El equilibrio emocional, la paz interior y la sabiduría son nuestras principales metas.
CONOCIMIENTO
Somos conscientes de que es necesario saber penetrar en las cosas, personas, en lo que nos rodea, pero, sobre todo, tenemos gran inquietud por conocernos a nosotros mismos para comprendernos en profundidad, aceptarnos y mejorar como personas. Es nuestros trabajo y es el “para qué” de las experiencia dolorosas que vivimos.
CRECIMIENTO
Cada vez somos más sensibles a la idea de que somos seres en constante evolución y de que nos movemos en dimensiones materiales y espirituales. No debemos quedarnos anclados a una edad, situación o estado, pues tenemos que desarrollar todas nuestras potencialidades. Si no experimentamos situaciones diferentes y a veces muy duras nos aplanamos y nos quedamos en la zona de confort y así no hay evolución alguna.
COMPARTIR
No hay nada que más colme que sentirse útil a los demás. Compartir afectos e intereses colectivos son dos fuentes enormes de satisfacción. Pero recuerda que para dar al otro primero me doy y me atiendo a mí. Al revés no funciona.
Hay dos sentimientos que nos dejan sin presente: la nostalgia del pasado y la expectativa de un futuro mejor. Por el contrario, conseguir amar aquí y ahora, disfrutar verdaderamente y reconciliarse con el presente ofrece una suerte de eternidad: la del instante.
* Contacto: Teléfono: 2221199224
Trabajos con pérdidas, duelos, angeloterapia.
Niños, adolescentes y adultos.