Por: Mara Rodríguez Masdefiol
La palabra “crisis” significa simplemente cambio otransición. Es un proceso de crecimiento y maduración; sepresenta acompañado de síntomas que con mucha frecuenciadesconciertan a quienes lo están viviendo.
Entre los 35 y 55 años, prácticamente todos viviremos unacrisis de autenticidad. Cada persona reacciona diferente a ella:algunos se alejan, otros la bloquean y reprimen hasta que explota,otros la viven conscientemente y la aprovechan para crecer yvolverse más auténticos.
Todo comienza alrededor de los 35 años, como una vagasensación. Los primeros cambios que notamos son físicos, si bienal inicio son muy leves, la verdad es que están ahí y se hacenpresentes de alguna manera.
Aunque estos cambios físicos se dan tanto en hombres como enmujeres, a las mujeres les asusta más, ya que existe una fuertepresión social de mantenernos jóvenes, bellas firmes, etcétera,y si no cumplimos con esos parámetros nos sentimos inadecuadas ymenos valiosas.
Los hombres no experimentan esta presión social por mantenersejóvenes. A ellos se les permite tener canas, arrugas, panza. Estapresión social sobre las mujeres hace que muchas sucumban a ella ysufran de verdad por la inevitable realidad de envejecer.
Todo esto se acrecienta por el constante bombardeo de los mediosde comunicación, reforzando esa obsesión por la juventud que lasociedad actual presenta.
En el aspecto familiar, con frecuencia se junta la crisis de laadolescencia de los hijos con la crisis de la mitad de la vida quelos padres experimentan, generando un verdadero caos en larelación entre ambos, que hace difícil la comunicación.
Se presenta el momento del “nido vacío”, que deja a lospadres sin la fuerte distracción que son los hijos, surgiendo asítodos los asuntos de pareja no resueltos, así como los conflictosinternos individuales, que estuvieron tapados por las distraccionesque el día a día con los hijos nos proporcionan.
Esto puede generar que la pareja explote y se separe, o que, enel mejor de los casos, llegue a una redefinición de su relación,en su nueva circunstancia. Eso es por supuesto lo más sano. En elaspecto individual, quedarnos sin la distracción de los hijos esuna maravillosa oportunidad que puede llevarnos hacia sanos caminosde búsqueda interior y curación a través de cualquiera de lostantos medios que existen para ello.
En el aspecto social, esta es una poderosísima etapa de laexistencia, porque nos hemos vuelto más sabios por lasexperiencias de la vida, y como consecuencia hemos desarrollado un“buen juicio”, porque somos la generación que comanda y guía;porque tenemos gran capacidad de generar y crear, como resultado dela potente combinación de experiencia y juventud, puesto quetodavía no somos viejos.
En el aspecto laboral, los hombres generalmente experimentan unaserie de cuestionamientos acerca de las elecciones que han hecho alo largo de su vida y acerca de sus logros profesionales. Es comúnque algunos se sientan frustrados y abrumados por tormentosospensamientos como: “ya debería tener una casa propia, mis planeseran que a esta edad ya iba a tener tales logros, o tal negocio, otal cantidad de dinero”, etcétera.
Esto provoca la llamada “aceleración de la carrera”, lo quesignifica que se esfuerzan intensamente por ganarle al tiempo yaprovechar al máximo la etapa productiva que les queda, paraobtener los mayores logros posibles. Esto sucede con másfrecuencia a los hombres que a las mujeres, debido al papel queellos desempeñan en la sociedad.
Sea como sea, esta “mitad de la vida” es una etapa intensa,profunda, que nos mueve inevitablemente a reevaluarnos, renovarnos,redefinirnos. Estar preparados para reconocer y convertir en algopositivo los cambios que experimentamos en el cuerpo, lasemociones, la mente y el espíritu, nos ayudará a transformar laangustia por envejecer en una poderosa fuente de madurez ysabiduría, y a abrirle los brazos a esta etapa de cosecha,productividad y reconciliación con la vida.
* Tanatoterapeuta, trabajos con pérdidas, duelos,Angeloterapia. Niños, adolescentes y adultos. Teléfono:2221-199224