Al llegar a México para anunciar mi compromiso con Alessandro, llegaba con la convicción de que ese era mi destino sin temor a equivocarme, quizás y como el resto opinaba, un verano en Florencia para conocernos no era suficiente, pero mi yo interior se negaba a cualquier posibilidad de que mi destino fuera coartado, sin embargo, es el mismo destino quien me demostraría que mi búsqueda del amor perfecto aún no terminada.
Ahora pienso que quizás en el momento en el que Alessandro estuvo frente a mí, sació mi ansiedad, confundiendo el amor por la búsqueda desesperada de no encontrarme sola después de mis 30, y es que, a estas alturas, lo extraño era encontrar en mi lista de amigos y conocidos a alguno soltero o solo.
Por esa razón y después de unos años de ahorrar religiosamente parte de mi salario, decidí emprender el viaje de mis sueños: Florencia, y siendo realista, muy dentro de mí se gestaba la inquietud de conocer al amor de mi vida lejos de México, quizás porque en mis intentos por encontrarlo aquí había fracasado y de forma dramática.
Entonces al llegar a Florencia, exalte mi sentido de mujer y sensualidad, y de manera consciente cambie a “mood” de conquista y sí, lo conseguí, ahí estaba Alessandro en uno de los muchos museos que visité intentando orientarme, y bien, una cosa llevo a la otra y en menos de dos semanas, Alessandro y yo vivíamos un tórrido romance de verano, y en ese clima era esperable que nos convirtiéramos en todo aquello que siempre quisimos.
Pronto el me propuso matrimonio, no tengo certeza si fue porque realmente él lo quisiera con todo su ser o se sintió persuadido por mí y mis señales indirectas, pero finalmente sucedió, pero todo esto se sentía tan irreal, al punto en el que por momentos sentía que no estaba viviendo de acuerdo a mis reglas y principios; pero luego el corazón atolondrado hacía su implacable intervención para envolverme en ese amor de película en Europa.
Al volver, mi familia y amigos quedaron absortos ante mi anuncio, más de uno refirió que, aunque me veían ilusionada, no me notaban totalmente enamorada, a lo que procuré hacer caso omiso ¡Tenía 30! y sentía que mi oportunidad por tenerlo todo se me iba de las manos, y más que nada tenía el presentimiento de que debía hacerlo ahora o pronto vendrían los peros de mi razón a la cabeza.
No fue la razón la que tambaleó mi proyecto de construcción de un futuro con Alessandro, sino Mauro con su mirada fulminante al aparecer de la nada en mi vida, aquél día que esperaba a Alessandro en la plaza comercial para comer algo, y para no hacer larga la espera, entre a una tienda de discos y ahí estaba a mi lado, buscando el último álbum de Michael Bublé, ese tan esperado, luego de su anuncio de su retiro definitivo.
Entonces, con una mirada sigilosa y coqueta apenas nos mirábamos, notamos que escuchábamos la misma canción y reímos, jamás tendría tanto sentido “When I fall in love” como ese día, en el que parecía que encontraba a mi confidente de toda la vida, seguimos disfrutando de la voz de Bublé, en tanto solo nos mirábamos, con ese instinto de reconocimiento y certeza de saber que estás frente a la persona indicada, finalmente entablamos conversación y parecía que esto ya lo habíamos vivido antes, se sentía tan familiar su voz, su mirada…su sonrisa.
Caí en la cuenta de que mi prometido debería estar esperándome en el bar cercano a la tienda de discos, pero era tan difícil decir adiós a Mauro, que permanecimos más tiempo conociéndonos, intercambiando miradas, teléfonos por supuesto y algunos actos de coquetería que nos enganchaban cada vez más.
No nos despedimos, diría más bien que fue el inicio de una historia de amor sencillo, no forzado ni rebuscado, natural, y que alejó de mi vida el miedo a estar vieja y sin nadie a mi lado. Debo decir que me resistí en un principio a creerlo, pero el destino se encargaría de mostrarme con un mes más de convivencia con Alessandro, que ambos buscábamos cosas diferentes y que la fiebre de verano pronto se apaciguó y no éramos más los amantes desenfrenados que se imaginaban pasar el resto de sus vidas juntos sin tener mucho para compartir. Y ahora estoy tratando de vivir ese amor que Mauro y yo construimos, con esa calma que permita perpetuar en nuestras memorias esto que crece de forma natural y sin prisas.
CONTACTO:
Dr. Joaquín Alejandro Soto Chilaca
Médico Psiquiatra, Sexólogo, Psiquiatra Forense y Psicoterapeuta
Director de Mindful. Expertos en Psiquiatría y Psicología