/ domingo 24 de junio de 2018

Cuando el amor sobrepasa las barreras del sexo

“Porque quiero que lo poco o mucho que nos toque vivir valga la pena la espera” no es un motivo de consulta usual en terapia sexual y desde ese momento supe que los siguientes 60 minutos estarían cargados de emociones y sentimientos en su presentación más honesta y transparente, es decir, ese sentido de apertura que cuesta lograr con un paciente.

A primera vista Alonso es un hombre de la tercera edad común, pero con condición y raciocinio conservados, pulcro en su presentación, que solicitó una intervención de primera vez, justo después de un mes de haber llegado a la ciudad luego de 45 años de estar en Barcelona ejerciendo como abogado; había llegado el momento de disfrutar de sus logros y fracasos porque, “si algo aprendes después de 75 años”, me dijo, “es a encontrarle sentido a las cosas buenas y a las malas”.

De inmediato fue claro y preciso en la preocupación que lo traía a mí, pero no se trataba de una situación inmediata: hacía ya 50 años que todo había comenzado, cuando en sus años de picar piedra y tocar puertas en diferentes firmas de abogados llegó a una en donde por fin lo aceptaron. “Fue en enero de 1968 cuando recibí la llamada de la firma que confirmaba que al fin podría tener un trabajo en forma y poder comenzar a planificar la esperada boda con Renata, con quien llevaba 3 años de noviazgo formal; no me sentía ni listo ni convencido, y es que entre Renata y yo había surgido algo especial, pero ambos sabíamos que no era amor, era mi mejor amiga y mi confidente, pero ya sentíamos la presión de las familias sobre nosotros para dar el siguiente paso”. Sin embargo, mientras Alonso pensaba y repensaba qué sería de su vida una vez firmado el contrato laboral que leía y releía al tiempo de hacer planes de boda, casa, auto, bebés, etc., al tiempo de tomar un café para aquietar el intenso frío en la oficina de su futuro jefe, quien le esperaba paciente, sus pensamientos se interrumpieron con la entrada intempestiva de Paris, pasante que notificaba al jefe que tenía una reunión por comenzar.

Enseguida Alonso no pudo ser ajeno a la sonrisa impecable y al brillo único de los ojos de Paris, a quien el jefe le pidió que permaneciera acompañándolo mientras atendía sus obligaciones “Siempre fui escéptico al amor a primera vista, en casa el ambiente conservador y machista me había forjado un carácter duro e insensible, que iba bien con mi profesión, tradición familiar; pero Paris ese día rompió con ese esquema y echó por la borda todos los planes en los que divagaba. Sin decir absolutamente nada, al mirarnos a los ojos sentí una conexión profunda e inexplicable, una energía que recorría todo mi cuerpo y me hizo revivir o sentirme vivo por primera vez: supe que estaba frente al amor de mi vida, indiscutiblemente”.

Foto: Especial

Alonso, en sus propias palabras, trató, fallidamente en sus 2 primeras semanas en la firma, de ser ajeno a la fuerte atracción hacia Paris. “Era difícil”, relata, porque su reciente inicio de relación laboral hacía que Paris fuera quien acompañara y asistiera a Alonso para conocer todo sobre la compañía, hasta que inevitablemente cedió. “No salimos más de 5 ocasiones, disfrutaba como nunca su compañía, su frescura e intrepidez, las horas se nos pasaban volando. Sobre todo, cuando llegó el momento de entregarnos, no solo fue sexo, hicimos el amor, descubriendo algo totalmente nuevo para ambos: fue una entrega total y sincera, recuerdo que lo abracé, le dije que el mundo no estaba listo para un amor como el nuestro, pero que sin lugar a dudas lo amaba, a lo que respondió acariciando mis mejillas, diciendo que, en cualquier mundo, estando este listo o no, me amaría siempre, y me dio el beso más dulce de toda mi vida”.

Alonso relata que una semana después Paris recibió la confirmación que esperaba ya hacía 3 meses: lo habían aceptado en una especialización en Canadá. Ese adiós fue uno de los eventos más tristes de su vida, lo que le hizo retomar los planes de la boda obligada con Renata. En sus propias palabras dijo que la boda fue un medio de autorrestricción para no buscar a Paris, pues estaba seguro de que era el amor de su vida, pero entendía que su amor era tan grande que no quería atormentarlo a la distancia; sus familias no aceptarían la relación así que se limitaron a escribirse y actualizarse sobre lo que pasaba en sus vidas; y, por otro lado, se sentía de cierta manera en deuda con Renata.

Finalmente se casaron, Alonso recibió una oferta de trabajo en Barcelona, se mudaron y tuvieron 2 hijos. Paris también se casó y tuvo 3 hijos. Ambos habían cumplido con lo que el mundo esperaba de ellos, pero el amor no se esfumó, decidieron verse 2 veces al año en Italia: “tal vez no pasábamos más de 3 días juntos, pero la espera valía la pena”, dijo Alonso.

Paris invitó a Alonso a pasar una temporada con él y su familia en Los Ángeles, de eso ya hace 12 años refirió, sin saber que sería el punto decisivo de su relación. “Una noche ambos no lo resistimos más y nos besamos en la cocina. Marina, la esposa de Paris, nos descubrió, eso provocó su divorcio; por mi parte, Renata siempre tuvo la sospecha de mi homosexualidad, hasta que finalmente nuestra relación no tuvo más remedio que el divorcio, hace ya 8 años”. Los años transcurrieron, finalmente estaban separados, continuaban viéndose esporádicamente en Italia mientras continuaban con sus carreras, hasta que hace 3 años Paris fue diagnosticado con cáncer de próstata, lo que implicó una prostatectomía radical y que Alonso replanteara sus prioridades.

Alonso y Paris decidieron iniciar una vida hace un año y eso implicó regresar a su país y mudarse a vivir juntos. “No somos los mismos de hace 50 años, nunca ha sido para mí una prioridad el sexo, mi prioridad es amarlo y cuidarlo, ser felices ahora que al fin conseguimos estar juntos. A Paris le frustra que después de su cirugía no podamos tener la misma intimidad, eso a veces hace que se muestre distante conmigo y en esos momentos solo lo abrazo y le digo que lo quiero sobre todo y todos y que no permitiré que algo así eche por la borda una historia de amor de 50 años y los que nos resten juntos”.


CONTACTO:

Dr. Joaquín Alejandro Soto Chilaca

Médico psiquiatra, Sexólogo, Psiquiatra forense y Psicoterapeuta.

Director de Mindful. Expertos en Psiquiatría y Psicología.

http://vivemindful.com



“Porque quiero que lo poco o mucho que nos toque vivir valga la pena la espera” no es un motivo de consulta usual en terapia sexual y desde ese momento supe que los siguientes 60 minutos estarían cargados de emociones y sentimientos en su presentación más honesta y transparente, es decir, ese sentido de apertura que cuesta lograr con un paciente.

A primera vista Alonso es un hombre de la tercera edad común, pero con condición y raciocinio conservados, pulcro en su presentación, que solicitó una intervención de primera vez, justo después de un mes de haber llegado a la ciudad luego de 45 años de estar en Barcelona ejerciendo como abogado; había llegado el momento de disfrutar de sus logros y fracasos porque, “si algo aprendes después de 75 años”, me dijo, “es a encontrarle sentido a las cosas buenas y a las malas”.

De inmediato fue claro y preciso en la preocupación que lo traía a mí, pero no se trataba de una situación inmediata: hacía ya 50 años que todo había comenzado, cuando en sus años de picar piedra y tocar puertas en diferentes firmas de abogados llegó a una en donde por fin lo aceptaron. “Fue en enero de 1968 cuando recibí la llamada de la firma que confirmaba que al fin podría tener un trabajo en forma y poder comenzar a planificar la esperada boda con Renata, con quien llevaba 3 años de noviazgo formal; no me sentía ni listo ni convencido, y es que entre Renata y yo había surgido algo especial, pero ambos sabíamos que no era amor, era mi mejor amiga y mi confidente, pero ya sentíamos la presión de las familias sobre nosotros para dar el siguiente paso”. Sin embargo, mientras Alonso pensaba y repensaba qué sería de su vida una vez firmado el contrato laboral que leía y releía al tiempo de hacer planes de boda, casa, auto, bebés, etc., al tiempo de tomar un café para aquietar el intenso frío en la oficina de su futuro jefe, quien le esperaba paciente, sus pensamientos se interrumpieron con la entrada intempestiva de Paris, pasante que notificaba al jefe que tenía una reunión por comenzar.

Enseguida Alonso no pudo ser ajeno a la sonrisa impecable y al brillo único de los ojos de Paris, a quien el jefe le pidió que permaneciera acompañándolo mientras atendía sus obligaciones “Siempre fui escéptico al amor a primera vista, en casa el ambiente conservador y machista me había forjado un carácter duro e insensible, que iba bien con mi profesión, tradición familiar; pero Paris ese día rompió con ese esquema y echó por la borda todos los planes en los que divagaba. Sin decir absolutamente nada, al mirarnos a los ojos sentí una conexión profunda e inexplicable, una energía que recorría todo mi cuerpo y me hizo revivir o sentirme vivo por primera vez: supe que estaba frente al amor de mi vida, indiscutiblemente”.

Foto: Especial

Alonso, en sus propias palabras, trató, fallidamente en sus 2 primeras semanas en la firma, de ser ajeno a la fuerte atracción hacia Paris. “Era difícil”, relata, porque su reciente inicio de relación laboral hacía que Paris fuera quien acompañara y asistiera a Alonso para conocer todo sobre la compañía, hasta que inevitablemente cedió. “No salimos más de 5 ocasiones, disfrutaba como nunca su compañía, su frescura e intrepidez, las horas se nos pasaban volando. Sobre todo, cuando llegó el momento de entregarnos, no solo fue sexo, hicimos el amor, descubriendo algo totalmente nuevo para ambos: fue una entrega total y sincera, recuerdo que lo abracé, le dije que el mundo no estaba listo para un amor como el nuestro, pero que sin lugar a dudas lo amaba, a lo que respondió acariciando mis mejillas, diciendo que, en cualquier mundo, estando este listo o no, me amaría siempre, y me dio el beso más dulce de toda mi vida”.

Alonso relata que una semana después Paris recibió la confirmación que esperaba ya hacía 3 meses: lo habían aceptado en una especialización en Canadá. Ese adiós fue uno de los eventos más tristes de su vida, lo que le hizo retomar los planes de la boda obligada con Renata. En sus propias palabras dijo que la boda fue un medio de autorrestricción para no buscar a Paris, pues estaba seguro de que era el amor de su vida, pero entendía que su amor era tan grande que no quería atormentarlo a la distancia; sus familias no aceptarían la relación así que se limitaron a escribirse y actualizarse sobre lo que pasaba en sus vidas; y, por otro lado, se sentía de cierta manera en deuda con Renata.

Finalmente se casaron, Alonso recibió una oferta de trabajo en Barcelona, se mudaron y tuvieron 2 hijos. Paris también se casó y tuvo 3 hijos. Ambos habían cumplido con lo que el mundo esperaba de ellos, pero el amor no se esfumó, decidieron verse 2 veces al año en Italia: “tal vez no pasábamos más de 3 días juntos, pero la espera valía la pena”, dijo Alonso.

Paris invitó a Alonso a pasar una temporada con él y su familia en Los Ángeles, de eso ya hace 12 años refirió, sin saber que sería el punto decisivo de su relación. “Una noche ambos no lo resistimos más y nos besamos en la cocina. Marina, la esposa de Paris, nos descubrió, eso provocó su divorcio; por mi parte, Renata siempre tuvo la sospecha de mi homosexualidad, hasta que finalmente nuestra relación no tuvo más remedio que el divorcio, hace ya 8 años”. Los años transcurrieron, finalmente estaban separados, continuaban viéndose esporádicamente en Italia mientras continuaban con sus carreras, hasta que hace 3 años Paris fue diagnosticado con cáncer de próstata, lo que implicó una prostatectomía radical y que Alonso replanteara sus prioridades.

Alonso y Paris decidieron iniciar una vida hace un año y eso implicó regresar a su país y mudarse a vivir juntos. “No somos los mismos de hace 50 años, nunca ha sido para mí una prioridad el sexo, mi prioridad es amarlo y cuidarlo, ser felices ahora que al fin conseguimos estar juntos. A Paris le frustra que después de su cirugía no podamos tener la misma intimidad, eso a veces hace que se muestre distante conmigo y en esos momentos solo lo abrazo y le digo que lo quiero sobre todo y todos y que no permitiré que algo así eche por la borda una historia de amor de 50 años y los que nos resten juntos”.


CONTACTO:

Dr. Joaquín Alejandro Soto Chilaca

Médico psiquiatra, Sexólogo, Psiquiatra forense y Psicoterapeuta.

Director de Mindful. Expertos en Psiquiatría y Psicología.

http://vivemindful.com



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