Cada 14 de febrero invariablemente me remonta a mis 12, en aquel primer año de secundaria en el que la expectativa estaba en su máxima expresión porque para mí era el primer día del amor y la amistad que vivía fuera del internado femenino, en el que me mantuvieron durante mis primeros años de vida.
Y es que luego de convivir constantemente entre niñas y monjas, realmente no tienes certeza de que esperar o como conducirte de forma apropiada en tan esperada fecha, pero ante todo se mantenía el ánimo de que fuera un día perfectamente especial, tal vez en un afán idealista de salir del molde de la nerd y ratón de biblioteca, en lo que me había convertido luego de los concursos de conocimientos en los que estaba involucrada y que me mantenían ocupada sin posibilidad de salir y hacer amigos.
No obstante, mi inquietud se fijó el día en que note que previo al día de San Valentín se había abierto un buzón de correspondencia para la fecha del que podías hacer uso para enviar mensajes o regalos a tu amigo o amor platónico secreto, quizás, pensé, alguien pueda enviarme algo a mí, esto pese a que yo era de esas niñas que no despertaron tan rápido a la atracción del sexo opuesto, en realidad esto sucedió al finalizar esta etapa, pero muy en el fondo pensaba que alguien podría enviarme algo al buzón, aunque en realidad ni siquiera sabía cómo reaccionaría.
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Finalmente, la fecha llegó y como todos los días llegue con mi “backpack” repleta de libros y cuadernos para las clases y asesorías extra que tenía para el día, sin nada especial en mi arreglo, lo que contrastaba con el entusiasmo y cuidado especial de mis compañeras que literalmente iban radiantes y con un ánimo desbordante, no obstante, una voz en mi interior decía que sería un día especial.
Pero el tiempo transcurría y no pasaba nada fuera de lo habitual, hasta que al medio día y en medio de clase de matemáticas, tocaron a la puerta, eran una entrega especial del buzón de San Valentín, pese a mi inquietud no esperaba que mi oscuro anhelo se hiciera realidad: la entrega era para mí, por un momento me congele en mi asiento y no supe que hacer o decir, finalmente me incorpore y recibí el detalle, pero mientras caminaba a la entrada del aula, donde mi sorpresa aguardaba, comencé a percibir ciertos cuchicheos y risas nerviosas, no quise hacer caso y recibí la entrega con cierta incertidumbre.
Mis compañeros de al lado frenéticos pidieron que abriera mi obsequio, finalmente y con mucho cuidado, abrí esa pequeña caja adornada con papel rojo y rosa, al abrirla encontré una tarjeta, un oso pequeño de peluche y una rosa, cual sería mi sorpresa al abrir la tarjeta cuando leí un mensaje de "Me gustas mucho" escrito a mano y firmado por Jorge, el otro nerd de la escuela. Inevitablemente fue desilusionante, pues en primer lugar la letra de Jorge la reconocía perfecto y en segundo orden, tantas horas de asesorías extra en donde uno de mis fieles acompañantes era Jorge, me servirían para saber que su amor platónico era por el momento Armando, el atleta de la escuela.
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De inmediato las carcajadas en incremento no se hicieron esperar, era un hecho, me habían jugado una broma, muy cruel para mi entonces capacidad de asimilar ese tipo de situaciones, no pude más y salí despavorida del salón de clases, me refugié en la sala de estudio habilitada para mis asesorías extra ¡llore y llore! tal vez la gente pensaba que era lindo jugar conmigo, pero no de ese modo, no en esas circunstancias.
Un rato más tarde Jorge toco mi hombro y se sentó a mi lado, espero que dejara de llorar y luego me miro, sonrió y para hacerme sentir mejor quizás dijo "Ojalá me gustaras y hubiera sido yo el del regalo para no verte sufrir de esa forma, pero amiga, la realidad la conoces y al menos por ahora las mujeres no son lo mío, sé que es difícil que la gente no te piense con la capacidad de poder enamorarte y que te vea como un completo extraterrestre por no ser como cualquier otra chica que denominan normal ¿Pero sabes de que estoy seguro? Que tienes una capacidad infinita de amar y ser amada, no te acoples al modo de los demás, hazlo a tu manera, tal vez aún no llega ni la persona ni el momento indicado, pero pasará y cuando sea así, asegúrate de ser tu misma".
Me abrazo y a partir de ese día se construyó una entrañable amistad que permanece hasta ahora, tal vez no encontré ese día mi primera experiencia perfecta de amor platónico, pero sin lugar a dudas llegó a mi vida mi mejor amigo, que siempre me ha ayudado a confiar en mí, y tenía razón, aún no era mi momento para encontrar el amor, pero cuando sucedió fue de las experiencias más estremecedoras de mi vida, y descubrí que esa capacidad de amar que tenía era mucho más grande de lo que yo misma podría imaginar.
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CONTACTO:
Dr. Joaquín Alejandro Soto Chilaca
Médico Psiquiatra, Sexólogo, Psiquiatra Forense y Psicoterapeuta
Director de Mindful. Expertos en Psiquiatría y Psicología