Muchas personas no se dan cuenta de que sus hábitos nerviosos son una manera de autocastigarse o canalizar su estrés, y aunque parezca que son inofensivos, pueden llegar a ser perjudiciales no solo para su salud física y emocional, también para sus relaciones personales.
“El origen de los llamados ‘malos hábitos nerviosos’, como el comerse las uñas, morderse los labios, tics nerviosos, morder lapiceros, arrancarse el cabello, masticar chicles o ligas, rechinar los dientes y algunos otros, es generalmente de índole emocional y afectiva”, asegura Jaqueline Machado Garduño, psicóloga especialista en sexualidad y desarrollo de consciencia.
Explica que, si caminas con una piedra en el zapato, la herida en tu piel se curará cada vez que te lo quitas, pero si tú no sacas esa piedra de ahí, la herida volverá una y otra vez. Lo mismo sucede con los hábitos nerviosos, si no encuentras la causa que los origina, por muchos consejos que recibas para evitar caer en ellos, van a regresar una y otra vez.
“Si no encontramos la fuente inconsciente que origina el hábito, las probabilidades de que este se elimine son bajas. La mente y el cuerpo van unidos, y el cuerpo grita lo que la mente calla, al igual que lo que calla el sentimiento”, expone.
La psicóloga asegura que, en forma general, estos hábitos nerviosos son reflejo de ansiedad, de desamparo, de sentirse enojado y vulnerable, de estados de inseguridad y falta de afecto. Todo esto ocurre a nivel inconsciente.
¿QUÉ HACER?
El primer consejo que nos da para transformar estos hábitos nerviosos en un cuidado personal es el darte cuenta en qué momento recurres a ellos, porque empiezas a tener conciencia del hábito en compañía de la emoción que se refleja, o de qué te quieres proteger o evadir.
Enfatiza que hábitos como rechinar los dientes reflejan el enojo contenido y trasgreden los propios límites. Así es que, otro de los consejos que te pueden ayudar a que esto se detenga es aprender a expresar en forma adecuada (sin buscar culpables) el cómo te sientes y marcar límites.
Para disolver la energía contenida en estos hábitos nerviosos, el consejo es aprender a respirar profunda y pausadamente, observando la entrada y salida del aire. Esto lo puedes realizar cada vez que seas consciente de que recurres a morderte las uñas o arrancarte el cabello, y así con los demás. Te ayudará a entrar en calma y, por lo mismo, disminuir los estados de estrés, ansiedad, ira y miedo.
Para apoyar las causas emocionales de estos hábitos puedes, por ejemplo, si rechinas los dientes, recurrir al dentista para que te adapte una férula como la que usan (o parecido) los boxeadores y proteger así tus dientes y muelas. En el caso de las uñas puedes pintarlas, el esmalte es un paliativo que sustituyó poco al morder las uñas. Masticar chicle y morder lapiceros puedes asociarlos con necesidad de control, entonces detente un instante y observa, postergarlo por minutos y luego ve aumentando el tiempo de no recurrir a hacerlo, para lograr dejar de hacerlo.
TRANSFORMA TU HÁBITO
Machado expone que sentir placer como una gratificación de sustituir la causa inconsciente de tu hábito nervioso te da cierta calma, pero si tu hábito es molesto hacia los demás, procura no realizarlo frente a ellos.
“Lo más significativo es que te des cuenta de que, aunque parezca inofensivo tu hábito nervioso, tiene un origen emocional y afectivo. Si encuentras lo causa facilitas la transformación de tu hábito destructivo en uno constructivo. Recuerda que ‘el cuerpo grita lo que la boca calla’”, concluye.