“La Brujita y el Conejo del Corazón” es psicología pura puesta en cuento, más que un cuento de narrativa literaria, por eso el lector conecta tanto con la historia de un protagonista, como con los elementos simbólicos que pueden darle una imagen para comprender conceptos abstractos que podrían ser difíciles de entender.
Así lo explicó en entrevista la psicóloga clínica Claudia Gendrop Barroso, dueña de dos maestrías: una en Psicología Clínica y Psicoterapia obtenida en México, y otra en Psicología Infantil conquistada en España. Además, es fundadora y directora de Inpsiquis, clínica especializada en atención a niños y jóvenes.
“La idea del cuento es proveer de una herramienta para hablar sobre psicología, emociones y varias teorías sobre el tema. Tiene usos lúdicos y recreacionales; sin embargo, en los últimos 20 años lo he utilizado de manera terapéutica con gran éxito. El cuento contiene todo lo necesario para ser el idioma que uso con niños, adolescentes y sus familias”, dijo.
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“La Brujita y el Conejo del Corazón”, escrito por la entrevistada, es realmente un cuento para todos, aunque por ser un texto ameno, de fácil lectura y profusamente ilustrado por Mayuli Rojas, quien también diseñó la portada y tuvo a cargo la composición tipográfica y el diseño de interiores junto con la escritora, parecería que está destinado a los infantes.
“La clave está en que antes de leerlo al público meta, el narrador debe conocerlo bien, porque tiene muchos elementos y un mensaje central: Descubrir la magia del interior del individuo, la magia verdadera que da la felicidad real. Esa magia la enseña 'La Brujita' a través de su proceso de transformación para encontrarse, descubrir a su 'Conejo del Corazón' y aprender cómo funciona, porque solo comprendiéndolo puede tomar el control sobre sí misma”.
La entrevistada tiene 20 años como terapeuta y el cuento lo escribió casi desde que se inició en esta práctica profesional. “Al principio lo empleaba de manera informal, con ilustraciones mías; sin embargo, su alcance fue creciendo incluso fuera de la clínica y con el paso del tiempo y gracias a Mayuli, el cuento se transformó en el libro que es hoy”.
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Ahora, dijo, esta publicación es usada de manera formal. Es una edición propia porque la especialista no quiso someter su texto a la labor de los editores de los sellos comerciales, quienes a pesar de tener plena conciencia de lo que es un cuento literario, difícilmente entenderían los conceptos que aquí se leen entre líneas; eso pondría en riesgo de cambiar el sentido de cada frase tan cuidadosamente seleccionada.
El mayor logro de este cuento es haber permitido un lenguaje de claridad entre niños y adultos, y entre personas consigo mismo, es decir, recuperar o fortalecer el poder personal. “A veces hablamos de cuestiones psicológicas de manera abstracta que parecen muy lejanas; sin embargo, a través de este cuento utilizamos una estrategia llamada externalización”.
A través de ella, explicó, al hablar de emociones como si no fuera nuestro yo total sino cosas externas, nos permite tener perspectiva. “Cuando le digo a un niño que su 'Conejo' abrió el ‘cofre del enojo’, es mucho más fácil que acepte el señalamiento y deje de defenderse. Con eso tengo una trascendencia mayor, sin quitarle responsabilidad al niño, porque solo él puede controlar a su 'Conejo'”.
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Añadió que esa estrategia de externalizar el enojo le permite que el niño lo pueda ver y tomar en perspectiva, porque muchas veces el bloqueo está en esa sensación y necesidad de supervivencia afectiva en donde “si me señalan como persona que estoy enojado, me defiendo, porque no lo estoy”.
Esta forma de hablar que permite el libro, en el sentido de tener un lenguaje emocional y también el símbolo, porque un dibujo nos lo facilita, es el mayor logro. “Poder dar una herramienta real que todos pueden utilizar, un maestro, un papá y cualquier persona, aunque nosotros los terapeutas lo empleamos a mayor profundidad”, subrayó Gendrop.
Este libro se puede adquirir con fines recreativos, educacionales o terapéuticos. Si alguien desea un ejemplar y no le es posible conseguirlo, o bien, si desea mayor información, o adquirir material complementario, puede comunicarse con el equipo de Inpsiquis (mediante la página: www.inpsiquis.com).
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“Así, había una vez una brujita. Era una brujita que no parecía brujita. No era de esas brujas que usan sombrero negro, tienen una verruga en la nariz y se transportan sentadas sobre una escoba. Tampoco era una bruja con gorro alto y tules suaves de color. Era una brujita de mente curiosa; una brujita de dulce corazón; una de esas brujitas que desean ser más y mejor de lo que son.
“La brujita buscó aprender la magia de las brujitas que hacían pociones, pero no le gustó. La brujita intentó aprender los trucos de las varitas mágicas, pero tampoco le gustó. No estaba conforme con seguir los pasos de las brujitas a su alrededor y, como no encontraba brujitas similares a ella, frecuentemente jugaba sola en su cuarto.
“Un día, al despertar, se sintió especialmente atraída por un espejo que siempre había estado ahí. Lo tomó y lo observó. Pero el espejo no reflejaba nada. “¡Qué raro!”, pensó la brujita. Aunque el espejo no reflejaba nada, la brujita lo observaba todos los días durante largo rato.
“Un día en el que estaba muy concentrada mirando el espejo, sucedió algo extraordinario. La brujita sintió una calma profunda y tuvo ganas de observar con más atención el fondo del espejo. Entonces notó que, al concentrarse mucho, el espejo le permitía ver el interior de sí misma. La gran concentración en la aparente “nada”, hacía que su mente dejara de distraerse con pensamientos de la vida diaria, y así fue como descubrió su interior”.
Así inicia el cuento, el nudo de la historia es sorprendente en sus resultados terapéuticos y el desenlace lo es aún más. “Quien lo lea se dará cuenta de que además de ser parte de mi día a día profesional, tiene mucho de mi vida personal”, dijo Claudia Gendrop, quien a final de cuentas… es la "brujita" que ayuda a niños y adolescentes a ver su propio "Conejo del Corazón".