¡Ojo! Muchas veces percibimos inseguridades, miedos o emociones negativas en otras personas que en realidad son nuestras, hablamos entonces de proyecciones. En este artículo aprenderás a reconocerlas para que no minen tus relaciones.
Las personas son como espejos en donde nos reflejamos, la proyección es un proceso defensivo muy común que causa serios problemas y que, al ser inconsciente, es difícil de detectar por los que proyectan y por los que la sufren. “El infierno son los otros” dijo Sartre. Cuando proyectas uno de tus miedos en otra persona, reflejas en ella tu propio infierno. Lo que vemos y juzgamos en los demás generalmente es algo que nosotros traemos conflictuado, por eso podemos verlo e identificarlo. Como menciona la famosa ley universal “COMO ES ADENTRO ES AFUERA”.
¿POR QUÉ PROYECTAMOS?
Todos hemos proyectado nuestros miedos en alguien más, aunque no lo recordemos. A veces es porque nos sentimos culpables de algo que hemos hecho o pensado hacer. La proyección siempre se realiza desde la inestabilidad, cuando estás seguro de ti mismo, no exiges ni acusas, sencillamente vives y dejas vivir.
Sin embargo, cuando proyectas lo haces porque te sientes desesperado ante tu propia falta de confianza y de dominio. Sueltas las riendas y pierdes el control, permitiendo que sea la situación la que controle. El miedo a los cambios, a lo diferente, la necesidad de dependencia, los deseos de manipulación o la despreocupación y desconocimiento de uno mismo es lo que origina una proyección que, casi siempre, se traduce en una acusación o ataque verbal.
Y el ataque es una súplica. Es posible que estés pidiendo que te quieran y te lo demuestren como tú necesitas, que te consuelen o apoyen o simplemente, que te dediquen más tiempo, pero esa no es la manera correcta de hacerlo.
LA CAUSA, EL DESCONOCIMIENTO
Carl Jung decía que las proyecciones convierten al entorno en el propio rostro, que es, a la vez, algo desconocido. Es por culpa de las malas sensaciones que provoca una proyección por lo que las relaciones sufren o se acaban rompiendo. Lo que más complicado es que los que proyectan desconocen sus propios pensamientos y temores, y les es imposible saber lo incómoda que puede llegar a ser su actitud cuando proyectan un miedo a través de su proyección.
Además, se sienten heridos por los otros. La causa de esto es el ego que se superpone a todo lo demás, dominando los pensamientos y las emociones. Así, el proyectar, lo haremos con el ego solamente, contar con la verdad que existe en el otro, sino solo con la nuestra. Además, nos equivocamos creyendo que ambos son iguales, sin pensar que cada uno tiene sus miedos diferentes.
¡SANA TU EGO!
¿Rechazas alguna parte de ti mismo? ¿Tratas de esconder algo que no quieres que nadie vea de ti? A veces nos negamos a ver lo que no nos gusta de nosotros, pero esto nos hace aún peores a nuestros ojos. Pretendemos ocultar, en lo más hondo, las actitudes que conscientemente creemos incorrectas, y este mecanismo es tan rápido y tan sutil que ni nos damos cuenta de que lo estamos HACIENDO. El ego se mantiene así intacto ante las propias imperfecciones.
Culpabilizar a otros para no tener que afrontar el desamor o la soledad es un comportamiento natural de autodefensa. Puede que hayas estado negando cierto comportamiento o defecto durante años, y se te hace aún más difícil reconocerlo. Para sanar el ego, no puedes esconderte a ti mismo. Si reconoces cómo eres (con defectos y carencias incluidas), sabiendo que nadie es perfecto ni absolutamente en cada acto o situación, sentirás un gran alivio y evitarás la necesidad inconsciente de la proyección.
DISTORSIÓN DE LA REALIDAD
La proyección de un miedo ajeno siempre tiene como resultado un conflicto. Distorsiona la realidad de tal manera que provoca un rechazo en el otro al recibir desconfianza, y se va minando la relación paulatinamente.
El ejemplo más común de proyección son los celos infundados y la envidia, que surgen de la baja autoestima de quien los siente. Y cuando una persona sufre los celos o la envidia de otro, se siente herida por las acusaciones, y esto se transforma también en la visión que tenía de la relación hasta ese momento. Y tras sentirse dolida, responde a la acusación a su manera, agravando el conflicto.
Inseguridad, inferioridad, prepotencia… convierten a la persona que proyecta en alguien que sufre y hace sufrir, con el consiguiente malestar en la relación. Las consecuencias negativas de una proyección no son solo para quien las recibe, ya que repercuten en quien proyecta, devolviendo la desconfianza, las dudas y el miedo.
PARA NO PROYECTAR INJUSTAMENTE
1. DATE CUENTA. Reconoce que el miedo que sientes hacia las reacciones del otro es un miedo falso, ya que ni el otro es exactamente como tú crees, ni existe un peligro auténtico de que ocurra lo que temes.
2. PRACTICA LA EMPATÍA. Evita proyectarte, tu miedo implica también ser capaz de ver las necesidades reales de otros y no solo las tuyas.
3. HABLA CLARO. Habla sinceramente una vez que hayas identificado tus necesidades y las suyas, lo mejor es decir directamente lo que te está pasando.
4. PIDE SIN EXIGIR. Obtendrás un buen resultado, pues lo que se pide con respeto, se valora y se concede de la misma forma.
5. CONECTA CON TUS MIEDOS. Conecta con tus miedos que están en la sombra. Es necesario para mantener intacta tu integridad y la del otro.
6. DEJA SER. Deja que cada quien se responsabilice de sus temores y dudas reales. En una relación es necesario que cada uno tenga su propio afán de superación y mantenga su espacio interno.
7. SÉ OBJETIVO. En lugar de dejarte llevar por una vorágine de emociones y pensamientos negativos, recuerda que lo que te incomoda o temes de otro puede ser lo que aún te queda por resolver de ti.
8. RESPETA A LOS DEMÁS. Quien descalifica a otro, se descalifica a sí mismo. En las relaciones no hay cabida para las faltas de respeto, el acoso, o las acusaciones.
9. PASA PÁGINA. No te preocupes tanto por el pasado y el futuro, procura vivir más el presente y disfrutar. Para obtener un buen futuro es necesario hacer un buen presente.
10. CUIDA DE TI. En lugar de esperar que lo haga otro. Cuando te protege, te conoces y te respetas, la necesidad de recibir todo de los demás, desaparece y con ella las sensaciones erróneas que influyen mal en tu relación.
Por eso, la calve para dejar de proyectarte en los demás, es, empezar a dejar de ocuparte tanto del otro, para ocuparte más de ti mismo.
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