De cuando el café era confundido con alubias | El Rincón de Zalacaín

Entre otras narra el arte de hacer el té y el chocolate

Jesús Manuel Hernández | El Sol de Puebla

  · jueves 5 de marzo de 2020

En el siglo XVIII España fue gobernada dos veces por Felipe V, nacido en Versalles. Fue coronado en 1740, le sucedió su hijo Luis I, con un brevísimo reinado, regresó y gobernó hasta 1746, fue sucedido por su tercer hijo Fernando VI, todo un personaje, rodeado de misterios, y quien heredó no sólo el reinado, también al Jefe de la Repostería Real.

El origen de Juan de la Mata es un tanto desconocido, se registra su arribo a Madrid con la llegada de Felipe V proveniente de Italia donde participó en la Guerra de Sucesión. Tenía formación de confitero salpicada por los gustos italianos y quizá fue ahí donde aprendió sobre el café y las infusiones de la época.

Juan de la Mata escribió “Arte de Repostería” en 1747, un compendio donde se contienen muchas recetas de repostería y bebidas para acompañarlas.

Andre, cumplió un añito. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

Entre otras narra el arte de hacer el té y el chocolate. El té, decía, ayuda a desvanecer los vapores del cerebro y refresca la sangre; en cambio el chocolate, conforta el estómago y el pecho y ayuda a restablecer el calor natural, destruye los humores malignos y sustenta y fortifica la voz.

Del café poco hablaba el cocinero confitero en jefe de Felipe V, no era costumbre beber café y en su obra lo describía así:

“El café es una especie de grano, que viene de Persia y otros países de Levante, símil a corta diferencia a nuestras judías o alubias, el que tira a un color amarillo, y ligero, tiene preferencia al blanco; pero el mejor de todos es el de color pardo, oscuro o gris… Su uso para bebida, es hacer hervir media azumbre de agua en una cafetera de plata, cobre o de barro: después de que haya dado un par de hervores, se aumentará de tres cucharadas de café en polvo, que compondrá hasta en cantidad de dos onzas, y mezclado bien con agua, se hará dar una docena de hervores muy suaves, a fin de que no rebose, con lo que se apartará del fuego, y se dejará reposar. Si hubiere mucha prisa, se echará una pequeña cucharada de agua fría, para que más prontamente reposen las heces; y después de haber reposado, se echará en las tazas, echando cada uno a medida de su gusto del azúcar quebrantado.

“Usase también de la leche, echando de ella, como de agua de café al tiempo de tomar.

El café disipa, y destruye los vapores del vino, ayuda a la digestión, conforta los espíritus, e impide dormir con exceso”.

Zalacaín recordaba la historia de Fernando VI mientras contaba la confusión de Juan de la Mata del café con las alubias.

Los contrayentes con su hijo Tadeo. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

El rey quedó viudo de María Luisa de Saboya y luego de Bárbara de Braganza con quien estaba muy unido. Fernando se fue a vivir con su medio hermano a Villaviciosa y empezó a sufrir de temores de morir ahogado. Se volvió muy agresivo, le daba por morder a la gente, para calmarlo le suministraban opio.

Trascendió a la corte su deseo de suicidarse, bailaba en ropa interior, se envolvía en una sábana y jugaba a ser un fantasma, no dormía en una cama, usaba dos sillas y un taburete.

Mientras el rey enloquecía en la corte aparecieron unos versos:

“…Si este rey no tiene cura,

¿a qué esperáis o qué hacéis?

Muy presto cumplirá un año

que sin ver a vuestro rey,

os sujetáis a una ley

hija de un continuo engaño…”

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La bautizada. Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla









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