Los adultos mayores cada vez mejoran la expectativa de vida. Las estadísticas muestras que para el año 2050 más de una tercera parte de la población en México superará los 60 años. Sin embargo, eso conlleva a mayor cantidad de personas que padecen enfermedades crónicas con complicaciones como la enfermedad de Parkinson, la de Alzheimer, la diabetes mellitus, la hipertensión arterial y las enfermedades coronarias. Hay un riesgo coexistente tanto para los portadores de estas enfermedades como los que no las tienen, que es la demencia.
La demencia no tan solo es la pérdida de la memoria, sino también significa disminución progresiva de las habilidades manuales, pérdida de la movilidad, dependencia de familiares y hasta del control de los esfínteres. Esto le confiere una carga para aquellos con quienes convive (cónyuge, hijos, vecinos) y se asocia fuertemente con depresión.
Los síntomas típicos de la demencia, sin tomar en cuenta su causa, son usualmente: pérdida de habilidades sociales y aislamiento progresivo; conductas inapropiadas y eventualmente agresivas; dificultad para memorizar, orientarse y razonar. También es habitual que haya dificultades en los patrones de sueño.
FASES DE LA DEMENCIA
No es nada fácil establecer unas etapas o fases definidas en la demencia senil. Estas suelen variar mucho, dependiendo de las características del paciente y de la enfermedad que da como resultado la demencia. Por lo tanto, no hay una clasificación rígida o única. Sin embargo, y tomando como referente la demencia originada en la enfermedad de Alzheimer, lo más usual es que se presenten las siguientes fases:
- Fase leve. En esta el enfermo es todavía completamente funcional. Simplemente aparecen algunos problemas de memoria a corto plazo, frente a asuntos menores. Muestra cierta dificultad para encontrar palabras al momento de comunicarse.
- Fase moderada. Es la más larga y en la que generalmente la familia consulta a un médico. Los olvidos resultan más relevantes. La persona se muestra desanimada y se aísla progresivamente. La personalidad cambia, hay deambulación y ya no puede realizar muchas actividades cotidianas.
- Fase avanzada. En esta fase el enfermo ya no reconoce prácticamente a nadie. Solo ocasionalmente dice una frase aislada. La motricidad está muy deteriorada y necesita de los demás para sobrevivir.
DIAGNÓSTICO DE DEMENCIA
No existe una prueba única para diagnosticar la demencia senil. Lo que sucede usualmente es que el médico hace, primero que todo, una historia clínica detallada para determinar los antecedentes de la condición que presenta el paciente. También indagará en detalle cuál es la sintomatología.
Generalmente también se ordena un examen físico. Particularmente se indican diferentes pruebas para comprobar cuál es el estado de funcionamiento del sistema nervioso. Las tomografías y los estudios de resonancia magnética nuclear ayudan a verificar en qué condiciones se halla el cerebro. Finalmente se ordenan exámenes para evaluar la condición mental. Estos, por lo general, evalúan las capacidades cognitivas y conductuales. Se buscan indicios de deterioro en alguna capacidad, especialmente en la de razonamiento. Lo más usual es que después de esto se diagnostique la demencia, aunque es frecuente que no se especifique su tipo.
PREVENCIÓN
No hay forma o estudio que ayude a detectar la demencia, sin embargo, hay que estar al pendiente de los cambios de temperamento de un adulto mayor, así como de la pérdida progresiva de la memoria a corto plazo, o el aislamiento social, o la pérdida del apetito. Una detección oportuna permitirá evitar el deterioro progresivo y el descuido.
* Titular de Cirugía Ambulatoria IMSS UMAA.
Máster en Patología Mamaria y Senología
Teléfono: 2-46-16-62