La vida nos ha cambiado mucho tras el confinamiento, ahora valoramos los pequeñas placeres e instantes de la vida que nos conectan con el mundo y con nuestro interior, esos que antes dábamos por sentados y ahora nos llenan de felicidad.
“Muchos son los cambios que hemos vivido en un breve lapso que, al mismo tiempo, se ha hecho largo porque nos metió en una introspección tan fuerte, que muchos de nosotros llevábamos años sin valorar los pequeños momentos que salvan el día a día. Tal es el caso de la convivencia real con familiares o los que viven solos afrontar y abrazar su soledad, los temas de pareja no resueltos afloraron a la superficie, las necesidades creadas que creíamos tener, y así sucesivamente”, expone Jaqueline Machado Garduño, psicóloga especialista en sexualidad y desarrollo de consciencia.
Refiere que ahora que vamos retomando las actividades suspendidas por la alerta sanitaria, nos damos cuenta que esto nos ha llevado a cambiar la perspectiva de vida y a valorar los pequeños detalles que pasábamos por alto por la vorágine en la que habíamos vivido hasta antes de la pandemia.
“Te has podido dar cuenta de que, en primer lugar, estabas muy alejado de ti mismo y que el simple hecho de salir a trabajar te había hecho conducirte como robot, sin apreciar el paisaje tanto urbano como natural. Ahora mientras conduces hacia el trayecto, respiras, escuchas, observas y sientes la vida boyante alrededor tuyo. Eso te hace valorar la vida y darte cuenta de que eres capaz de realizar movimientos porque tienes salud”, asegura.
Enfatiza que ahora le das otro sentido al hecho de que por las mañanas abras los ojos y agradezcas un día más de vida, al que por las noches antes de dormir, des las gracias por las experiencias vividas como los reencuentros con personas que dejaste de ver o los pequeños detalles como sentir los rayos del sol o la lluvia, aunque te parezca absurdo, porque esto de forma sencilla te conecta con tu propia espiritualidad, entonces valoras y aprecias el bocadillo que te llevas al trabajo o el poder regresar, cuando sea posible, a la universidad o al colegio. Cosas que dabas por sentadas ahora tienen un valor diferente.
Esos velos que te impedían ver o pensar con claridad, han caído, advierte. Pero agrega que esto te ha permitido, en mayor o menor grado, conectarte contigo mismo y apreciar la libertad de ir y venir para mirar el sol de diferente forma. Más allá del miedo, la ansiedad y el estrés producido por la misma situación, puedes apreciar los pequeños detalles que salvan tu día, porque de alguna forma te reconectan con la naturaleza.
Incluso puede que te detengas en un parque y aprecies el canto de los pájaros o un cachorro corriendo, cosas que antes no tomabas en cuenta, hoy te hablan de la vida y la dinámica del movimiento.
UN NUEVO SER HUMANO
Afirma que ahora eres un ser humano renovado, puedes ver la oportunidad de vida y salud que se encuentran en los pequeños detalles, desde una plática con algún amigo, con un compañero de trabajo e incluso con un desconocido. Realmente aprecias el contacto y el intercambio de esa energía que hay entre dos o más personas y el vínculo con el contexto urbano y natural de un paisaje, eso también te permite apreciar la vida.
“Haz que regresar a tus actividades no sea lo mismo robotizado, frío o superficial que era antes. Como el nuevo ser humano que eres, con una perspectiva renovada, sabes que tienes la responsabilidad total de tu elección. Así durante el día apreciarás cosas tan pequeñas como una fruta compartida, salir a la calle, respirar el aire, una copa de vino que te sabe a gloria, una simple caminata consciente de cada paso que das, pararte en algún lugar y respirar profunda y suavemente dando gracias por el aliento de vida”, expone.
Asegura que como un ser humano transformado tu intuición es más aguda. Las ventanas de oportunidad se presentan durante el día en varios momentos y ahora los aprecias con una renovada visión de vida. Sabes también que hay que continuarla para no caer en los viejos patrones de comportamiento, de desprecio por lo que dabas por hecho, principalmente la rutina diaria y tu vida misma.
Señala que ahora aprecias incluso el planeta en el que vives y no es solo algo sobre lo que caminas, algo sobre lo que respiras, incluso algo sobre lo que disfrutas o sufres tu vida. Ahora puedes entrar en un estado de gratitud apreciando lo cotidiano a medida que regresas a tus actividades rutinarias.
“En resumen, esos pequeños momentos que salvan tu día en la rutina cotidiana porque te conectan a la vida, es el aprecio por el bocado que te llevas a la boca, por la risa de un niño al fondo cuando trabajas, una conversación con otra persona mirándose a los ojos, disfrutar el sorbo de una bebida o esos pequeños instantes en que se forma tu historia personal y que hoy, después de permanecer durante algún tiempo en casa, te permiten honrar y valorar tu vida, la libertad de movimiento y el contacto con los demás”, puntualiza.