El romántico Zorrilla y la morcilla de Burgos | El Rincón de Zalacaín

Jesús Manuel Hernández

  · sábado 4 de marzo de 2017

MADRID, España.- Extrañamente el Teatro Español no programóninguna representación de las obras escritas por José Zorrilla yMoral, pese a cumplirse los 200 años del nacimiento del ilustredramaturgo y poeta español nacido en Valladolid el 21 de febrerode 1817; personaje sujeto a los análisis y las críticas del sigloXX por su fama y abierta tendencia a la misoginia y el machismo,asunto, según sus estudiosos, extralimitado, pues sus poemas debenser analizados en tiempo y circunstancia, en el siglo XIX, cuandofue uno de los mejores seguidores del romanticismo.

El aventurero había leído, hacía décadas algún estudiosobre esa tendencia del romanticismo como una reacción delsentimiento contrario al teatro burgués de su época.

“Don Juan Tenorio” es la obra más conocida, relacionada ala temporada de Fieles Difuntos, por esa muestra de don Juan a notemerle a los muertos.

La primera parte de la obra permite a Zorrilla mostrar a donJuan como el más canalla, encubierto en una máscara, pues laescena sucede en los tiempos del carnaval y se burla de doñaInés, asunto ampliamente criticado por los defensores de laigualdad de géneros.

Ciertamente a Zorrilla se le tiene en un nicho del machismo,pero a su vez, en el desarrollo de la obra igual exalta, rechaza yperdona incluso, la actitud machista, pues en el fondo, dicen losexpertos, el romántico del siglo XIX refleja el pensamiento de1824 cuando la obra la escribe el nacido en Valladolid, apenastenía 26 años.

Zalacaín recordaba una de las respuestas de Doña Inés:

“Tal vez Satán puso en vos:

su vista fascinadora,

su palabra seductora,

y el amor que negó a Dios”.

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En eso pensaba mientras caminaba rumbo a El Lacón, ese mesóntan visitado por los dramaturgos, actores, escritores, periodistasy turistas en el Barrio de las Letras, a un costado del TeatroEspañol, cuya fecha de nacimiento está a principios del siglopasado y conserva hoy aún el diseño del arquitecto Manuel Jaén,quien pretendió darle un toque donde se resaltan lascaracterísticas de los mesones castellanos; Jaen era dibujante dela revista literaria “La Codorniz” y con la colaboración deChumi Chumez se hizo la pintura con un personaje cuyo rostro es unamezcla donde se recuerda al propio Zorrilla o a Diego Velázquez.Eso más la escultura de El Abuelo, son característicasartísticas del sitio enclavado en el número 8 de la calle ManuelFernández y González.

Pero hay otras características privilegiadas por el aventureroZalacaín, evidentemente están en relación con la gastronomía.El sitio tiene una barra sensacional y en el frente unos pizarronesdonde se anuncian los vinos del día, por copa, y tres o cuatrotapas a elegir. Por cada copa de vino, el camarero ofrece una delas tapas, a veces ropa vieja, otras, garbanzos, algunas máspincho de tortilla, callos a la madrileña, lentejas, algúnrevuelto, etcétera. La variedad va cambiando por temporada, enépoca de calor el gazpacho es infaltable.

Al aventurero le gustaba llegar los sábados al medio día obien ya para rematar la tarde cuando no había compromiso paracenar.

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Una variedad de “tablas” con verduras o carnes a laparrilla, platos de cocina castellana, tomates Raf rebanados yadornados con cebolla, aceite de oliva y trozos de Bonito, eran desus preferidos.

Pero, ante todo, en este sitio se podía consumir la famosaMorcilla de Sotopalacios, la mejor de Burgos, de arroz, bienrebanada, gruesa, bien frita y apenas adornada con algunas papasfinamente cortadas. Con eso bastaba para completar el sabor de unaArzuaga crianza, a muy buen precio, 3.75 euros la copa.

Zorrilla había sido descrito recientemente en un artículoperiodístico como un hombre enamorado de los libros, pobre,aficionado al arte, a la bohemia, a la magia, la fantasía y por sifuera poco era esotérico y enamorado.

Hacía varias décadas en un cabaret de Frankfurt, en laMosselstrasse, al aventurero le había tocado en suerte descubrirun espectáculo donde participaba como personaje estelar unespañol bajo el pseudónimo de “Leila”, el local estabarepleto de alemanes hombres y mujeres quienes reconocían eltalento de la imitación. Fue ahí donde escuchó la relación delnombre adoptado por el español para homenajear a la amante deJosé Zorrilla, quien en 1852 tuvo una fuerte relación en algunaciudad francesa antes de viajar a Londres. Ella en verdad se llamóEmilia Serrano y quien sobrevivió al poeta por más de tresdécadas y se dedicó también a escribir bajo el sobrenombre deBaronesa de Wilson; Zorrilla la conoció a los 34 años, mientrasella apenas era una adolescente de 14.

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Después partiría a Londres y de ahí se vería involucradoprimero en el gobierno liberal mexicano en 1854, pero al asumir elfrustrado imperio Maximiliano de Habsburgo es nombrado en 1864director del Teatro Nacional, ya para entonces había sidopublicado 22 años ante su famoso Don Juan Tenorio.

La media ración de morcilla de Sotopalacios había sido puestafrente a él mientras los camareros despachaban las órdenes de losmás de 30 visitantes a esa hora de El Lacón. Ahí recordó elaventurero aquella versión hoy casi olvidada publicada por eldiario ABC unas dos semanas antes de morir el dramaturgo; el propioZorrilla había accedido a responder de forma manuscrita algunaspreguntas formuladas por Alfonso Pérez Nieva, colaborador de lasección “Blanco y Negro” del diario madrileño, donde, segúnlos estudiosos, destacaba la misoginia de Zorrilla, bajo el títulode “declaraciones íntimas”. Y Zalacaín recordó algunas delas respuestas:

-Rasgo principal de mi carácter: “Haber llegado a viejo sindejar de ser muchacho”.

-Cualidad que prefiero en el hombre: “Su firmeza para sufrirel dolor físico y para perdonar a sus enemigos”.

-Cualidad que prefiero en la mujer: “La de que no sea mía yno pueda serlo jamás”.

-Mi principal defecto: “El de no saber hacer más queversos”.

-Mi sueño dorado: “Borrar mi sombra, mi historia y las nuevedécimas partes de mis escritos”.

-Lo que constituiría mi desgracia: “Vivir veinte añosmás”.

-Lo que quisiera ser: “Tonto y rico y no como soy tonto ypaupérrimo”.

-Color que prefiero: “El blanco porque no tiene ninguno y lossufre todos”.

-Mis prosistas favoritos: “Quevedo y Manzoni”.

-Mis poetas favoritos: “Ninguno. De todos me encantan y medisgustan obras”.

-Mis pintores favoritos: “Tiziano, Alberto Durero yGoya”.

-Mis compositores favoritos: “Escucho la música de todos losmaestros y no la juzgo a qué amargarse los placeres puros”.

-Mis políticos favoritos: “Maquiavelo y Felipe II”.

-Héroes novelescos que más admiro: “Gargantúa yBertoldo”.

-Héroes que más admiro en la vida real: “Los mártires delos primeros tiempos del Cristianismo”.

-Manjares y bebidas que prefiero: “Las ostras de Ostende y dellago Tissaro, los solomillos de ternera y corzo, el queso deburgos, el vino Chianti y el café”.

-Nombres que más me gustan: “Jesús, María y Juan en todaslas lenguas que conozco”.

-Lo que más detesto: “Las mujeres literatas, desde Safohasta...”.

-Faltas que me inspiran más indulgencia: “Las que se llamancaídas en la mujer, porque cometiéndose entre dos, se las achacana ella sola”.

La cabeza de un artículo dedicado al dramaturgo asomaba de laspáginas del diario leído por el vecino de la barra, decía:“Bohemio, sacacuartos, castigador... Zorrilla, 200 años de unromántico de capa caída”.

elrincondezalacain@gmail.com