El sentimiento sexual de pertenencia de lo femenino se manifiesta de formas muy diferentes al de lo masculino, dándole un sentido y dirección tanto física, sexual y emocional como mental con matices diferentes a la manifestación que un hombre ejerce “sobre su mujer”. Pero ¿cómo surge? ¿Cuál es su origen y cómo se manifiesta? Surge en la infancia cuando las niñas se dan cuenta de que hay cosas y comportamientos sexuales que mamá y papá permiten y otros que no.
Es importante que sepas que la naturaleza sexual femenina innata es la libertad, la autenticidad y la felicidad, es decir, las mujeres nacieron con la capacidad de sentir placer, admiración, plenitud y felicidad. Basta observar a un bebé para notar cómo se disfruta y seduce a la vida en forma natural.
Cuando las niñas se desarrollan empiezan a aprender comportamientos sexuales “adecuados para las niñas”. Con ello, las niñas empiezan a integrar en sí mismas el sentido sexual de pertenencia femenino (SSPF) al escuchar, durante el desarrollo de su infancia, adolescencia y juventud, las conversaciones de sus madres, tías, abuelas e incluso abuelos y padres. De ahí se deriva el alto grado de pertenencia por el hombre de su vida, autovalorándose por lo que le va dando a dicho hombre, pero también por lo que le va cobrando.
Generalmente a las niñas se les inculca el sentimiento de debilidad cuando no se les permite cargar cosas pesadas y decirles que no se les toca ni con el pétalo de una rosa. Estas frases coloquiales y aparentemente sin importancia adquieren un poder de magnitudes inimaginables, ya que las mujeres, a medida que adquieren conciencia de los beneficios que obtienen al no ser tocadas y al no mantener una igualdad con los niños en algunas actividades, aprenden a desarrollar comportamientos con respecto a los hombres que forman, en un primer plano, el SSPF, desarrollándolo y fortaleciéndolo en un segundo plano.
Algunos ejemplos de esto en el comportamiento de las mujeres pueden ser los siguientes:
- Si de niña te gustó algún niño y tú a él no le gustaste, entonces le inventaste una situación en la que lo desacreditaste o simplemente lo acusaste de algo o influiste en tus amigas para que se alejaran de él y se pusieran en su contra.
- Otro ejemplo: pediste ayuda a un niño para estudiar para un examen, hacer una tarea o que te dieran un gusto particular y este se negó a hacerlo, entonces tú lo estereotipaste negativamente. Cuando notaste el efecto que tus comentarios respecto a dicho niño tuvieron en tus amigas y demás niños… ¡sorpresa! Te sentiste una niña poderosa ya que podías manejar a los niños a tu antojo. Te decías internamente algo parecido a esto: “Las conversaciones que escucho de mi madre, tías, hermanas, abuelas, etc.… según sea el caso, con respecto a los hombres ¡sí funcionan!
El SSPF (Sentido Sexual de Pertenencia Femenino) se ha activado en ti y se fortalece conforme vas creciendo. Así, en la adolescencia las mujeres tienen sus valores más marcados y exigentes y es en esta etapa que se determinan el carácter y el sentido de posesión por los hombres de dos formas que, a simple vista, parecen ambivalentes. La belleza y el dominio del carácter.
Al notar su belleza, las adolescentes la proyectan hacia los jóvenes y empieza el flirteo en el que es fundamental “darse a desear” y “hacerse del rogar”. Esto las hace sentirse muy valiosas ante la vida, sentimiento tan fuerte que rebasa los derechos de los demás porque se afirman a sí mismas que se lo merecen.
Por otro lado, el dominio de su carácter provoca en los jóvenes el deseo de tenerlas, de poseerlas, con lo cual ellas se van imponiendo poco a poco, controlando, manipulando y condicionando lo que poseen y “pueden dar”.
Así, las adolescentes, sin darse cuenta, etiquetan, juzgan, determinan y controlan a los jóvenes, convirtiéndose en presas de cacería, cotizándose ante los hombres y perdiendo poco a poco la maravilla que ofrece el autoconocimiento de su sexualidad, de sus emociones y de sus sensaciones y su natural desarrollo sexual. Desafortunadamente esto sucede debido a todos los malos, incorrectos y/o despectivos comentarios que durante tiempo indefinido escuchó tanto en su niñez como en su etapa adolescente respecto a cómo tratar y dominar a los hombres. Sí, a través de haber escuchado de una u otra forma comentarios estilo: “mami dice que los hombres no sirven para nada”, “el esposo de mi amiga es mejor que tu padre”. Con ello las adolescentes aplican ya el SSPF, desafortunadamente malsano.
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