La primera responsabilidad que tienen los padres con los hijos al nacer es estrechar lazos afectivos fuertes, son fundamentales para su desarrollo.
“Los vínculos afectivos que se crean los primeros años de vida son esenciales en la construcción de nuestra identidad y nuestro equilibrio emocional”, dice la maestra en psicología Magali Becerra Romero “a estos vínculos les llamamos apego y es la relación más íntima que se crea entre los padres con los hijos”.
Enfatiza que la formación de vínculos adecuados garantiza las relaciones afectivas positivas, crea autonomía en los hijos además de fomentar una visión positiva de sí mismo y de los demás, lo que hará que en la adultez se relacione con sus iguales de forma saludable.
EL APEGO ES LA CLAVE
La psicóloga asegura que el apego es clave en el desarrollo psicológico de un niño y en la formación de su personalidad. La calidad de este, influye en su comportamiento y en su desarrollo futuro. Le da seguridad, autoestima, confianza, autonomía y efectividad para enfrentarse al mundo que le rodea.
La construcción de un vínculo adecuado implica expresar abiertamente el afecto que sentimos, hacer sentir a la persona querida y aceptada tanto por las cualidades que nos gustan de ella, como por las que no. Conlleva crear espacios de intimidad, dedicar tiempo e implicarnos activamente en conseguir el bienestar del otro, escucharnos, abrazarnos.
Este proceso se da durante la interacción diaria pero no perdura por sí mismo, es necesario alimentarlo y dedicarle tiempo a lo largo de nuestra vida. La imagen que vamos construyendo de nosotros mismos es el reflejo de lo que nuestros seres más queridos nos devuelven y condiciona las relaciones que tenemos con los demás, nuestra autoestima y la forma de afrontar los problemas.
Apunta que un vínculo afectivo sano garantiza relaciones futuras de confianza, seguridad en sí mismo y sirve de “salvavidas” cuando surgen conflictos. Permite que el niño desde pequeño desarrolle esquemas mentales en los que asocie a sus padres con sentimientos de seguridad, afecto y tranquilidad, percibiendo así el mundo como un entorno amable y poco amenazante.
CÓMO CONSEGUIRLO
La sociedad y los estilos de vida hacen que cada familia sea única, con características particulares que la diferencian del resto; todas comparten la existencia de un vínculo común que une a sus miembros. Dice que estas relaciones no son estáticas ni están limitadas únicamente por el género o el rol (madre, padre, abuelo, tío) que cada uno ocupa en ella.
La forma en que las personas se relacionan en la adultez, se encuentra en gran medida determinada por la manera en que estos a su vez se relacionaron con sus padres y otras figuras importantes durante su crianza.
De acuerdo con la psicóloga, para construir lazos afectivos seguros y sanos debe haber:
- EQUILIBRIO EN LAS INTERACCIONES. En el día a día lo padres deben ser afectuosos e imponer disciplina de una manera equilibrada. Los niños deben sentir que sus padres los aman, no por lo que hacen sino porque son sus hijos, pero también tienen que aprender que hay que respetar normas y que sus padres tienen la responsabilidad, por amor y con amor, de imponer límites y disciplina cuando lo consideren necesario.
- FLEXIBILIDAD EN LOS ROLES. Esto es fundamental para que el niño tenga una visión real y completa de sus padres, en donde ninguno sea el bueno o el malo. No siempre debe ser el mismo padre el que imponga las normas o castigos, o el que dé las recompensas y el afecto.
- COMPARTIR TIEMPO DE CALIDAD. Que los padres participen y se involucren en las actividades de sus hijos ayuda a crear un ambiente de confianza, comunicación y compenetración. Cada actividad que realizan juntos como leer un libro, salir de paseo al parque, pasear en bici, hacer las compras o alguna tarea doméstica, resulta de gran importancia para el desarrollo y crecimiento de los niños y para la relación con ellos.
- EXPRESIÓN ABIERTA DE LAS EMOCIONES. Resulta muy útil poder hablar de sentimientos y expresar estados de ánimo con libertad y naturalidad. Preguntarles sobre sus emociones ante ciertos eventos y que los adultos expresen cómo se sienten o lo importante que ha sido para el padre estar compartiendo alguna actividad con su hijo, permite una comunicación más cercana, fluida y, por consiguiente, genera un sentimiento de seguridad y valoración en los niños.
- AMAR EN LIBERTAD. Tener un fuerte vínculo no implica que el niño no sea capaz de separarse de sus padres o que únicamente se relacione con miembros de la familia. Un desarrollo emocional adecuado pasa también por fomentar la creación de vínculos de amistad y relaciones fuera del entorno familiar: esto ayudará a los niños a sentirse más seguros de enfrentarse al mundo y les enseña que para sentirse cercanos a sus padres y formar parte de su familia no es necesario sacrificar su individualidad, identidad personal y autonomía.
- ADAPTACIÓN A LOS CAMBIOS. A medida que los niños crecen, cambian también sus necesidades y las demandas para con sus padres, lo que conlleva a una modificación inevitable en las relaciones que establecen con ellos. Los adultos deben estar especialmente atentos para detectar estos momentos y no quedarse estancados en patrones fijos o modos antiguos de interacción, sino adaptarse a lo que el hijo va pidiendo o necesitando en cada momento.
"Siempre es un buen momento para fortalecer, retomar o mejorar los vínculos con la familia o seres queridos. Realizar actividades distintas y nutrir día a día las relaciones con pequeños detalles, provocará modificaciones en la conducta de los otros y traerá como consecuencia una mayor armonía familiar", puntualizó.
CONTACTO
- Mtra. Magali Gpe. Becerra Romero
- Psicología Integral de Puebla
- Tel.: 222-156-1904
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