Gigliola y La Tasquita de Enfrente | El Rincón de Zalacaín

Redacción

  · sábado 11 de marzo de 2017

Foto: Jesús Manuel Hernández

Por: Jesús Manuel Hernández

MADRID, España.- Nació un 20 de diciembre de 1947, debutócuando la televisión aún era en blanco y negro, su voz, supersona, sus ojos, su peinado, su vestimenta, eran las de unachiquilla adolescente, inocente, romántica, quizá un pocosensual, pero jamás había llegado al descaro. Tal vez esosatributos y la letra de la canción escrita por Mario Panzieri leayudan para triunfar en San Remo.

Verona era su ciudad natal, y al aventurero no dejaba derebotarle siempre en la memoria relacionar a Gigliola Cinquetti conlos amantes de Verona, con William Shakespeare y su Romeo yJulieta; las frases llegaban, así como así mientras escuchaba laletra de la canción, interpretada en español por la bellaveronesa. Decía Romeo: “No sé si mi mano podrá expresar lo quemi corazón siente…” o aquella de “los enamorados puedenandar sobre las telas de araña que se mecen en el tibio calor delverano, así de leve es la ilusión…”.

La conductora del programa de radio del medio día entrevistabaa Gigliola quien dos días después se presentaría en el teatroFernán Gómez como parte de una gira programada por Iberoaméricapara recordar sus grandes éxitos, “A las puertas del cielo”,“Dios cómo te amo”, “La rosa negra”, “Tu bailas en mimente”, y otras.

Pero los recuerdos de la adolescencia estaban resumidos en unafrase: “No tengo edad”, la canción del éxito en San Remo1964:

No tengo edad, no tengo edad,

para amarte y no está bien que salgamos solos los dos.

No sé qué más, no sé qué más puedo decirte, tú sabes yamuchas más cosas que yo.

Deja que viva, este amor tan romántico deja que llegue el díasoñado más ahora no.

No tengo edad, no tengo edad, para amarte y no está bien quesalgamos solos los dos.

Tal vez querrás, tal vez querrás, esperarte que sea mayor ypueda darte mi amor…”

La voz de una mujer a punto de cumplir los 70 años se escuchabafresca por la radio y confesaba ante la pregunta de si tenía edadpara amar: “¡claro que sí tenía entonces edad para amar…desde los doce años, por lo menos!”. El encanto de su confesiónrevelaba por demás está decirlo un juego de ingenuidad.

Zalacaín enfilaba al llamado “Triángulo de Ballesta”, esazona comercial antes etiquetada con el desorden de las mujeres dela vida galante, hoy convertido en pujante por la llegada de variosrestaurantes y talleres especializados en confeccionar tocados demujer y algunos atelieres.

Hacía algunos años un exitoso funcionario en inversiones debolsa había colgado la corbata y puesto un sitio donde la cocinade mercado era la referencia más importante. Conseguir mesa enBallesta número 6 era bastante difícil, pero aquella ocasiónZalacaín corrió con suerte y estaría en mesa para dos en elprimer turno “a las 2 menos cuarto”.

La Cinquetti seguía charlando en la radio: “Quería terminarla carrera de arquitectura, pero ni siquiera pude empezarla puessólo concluí los estudios escolares, no se puede abarcar todo…La verdad es que sólo cuando era niña tuve ilusiones.Gradualmente fui comprendiendo que el mundo es diferente a cómonos lo imaginamos. La vida no es únicamente cuestión de suerte:depende del carácter de una persona, de la capacidad de amar lapropia vida, de los demás…", respondía.

Zalacaín dobló en la calle Desengaño y a unos pasos encontróBallesta y “La Tasquita de Enfrente” el sitio puesto en marchahacía unos 16 o 17 años por Juanjo López, hijo de “Gaona”quien tuvo la primera Tasquita.

La ausencia de Juanjo no le restó éxito a la visita. Unashabitas salteadas al centro, tiernas como la voz de la Cinquetti yapenas adornadas con una lámina de jabugo contagiado por un ligerocalor de la plancha; luego apareció un Cardo Rojo, de temporada,le siguieron los Callos a la Madrileña, verdaderamenteespectaculares y rebautizados como Callos Gaona y unas sublimesalbóndigas de solomillo de vaca.

Apenas si hubo espacio para el cierre triunfal, una tortaartesanal de Cañarejal, apareció frente a sus ojos sobre unalámina de pizarra con unas “regañás” a un lado, trozos de unpan tan delgado como una galleta y de sabor ácimo ideales parameter en la torta recién destapada, aquello fue sublime; la lecherecién ordeñada hecha queso con un cuajo de flor de cardomadurada apenas dos meses daba un queso totalmente cremoso…

Llegaría el expreso y la cuenta.

La Cinquetti seguía resonando en la cabeza de Zalacaín… Unavoz tan fresca a punto de cumplir 70 años.

elrincondezalacain@gmail.com Video en:https://youtu.be/_IrOqSFeLC8