Comer es uno de los placeres más grandes de la vida y una de las primeras justificaciones del porqué lo hacemos los seres humanos es la supervivencia, es decir, comemos para vivir, sin embargo, existen muchas razones por las que las personas comen, más allá de por tener hambre.
Esa forma de comer se vincula a las emociones y para hablar más sobre este tema, la Psicóloga María Fernanda Corona Márquez.
El hambre emocional es un tipo de trastorno alimentario que se relaciona con los conflictos anímicos y las emociones que, al no saber resolverlos, alteran nuestro estado natural. Es decir, se basa en la necesidad de comer en respuesta a emociones negativas y estrés que no somos capaces de manejar de otra manera Afirma
En realidad, no hay un síntoma en específico, sin embargo, entre ellos el principal es la baja autoestima y la depresión. “Aunque algunos de los síntomas a parte de estos pueden ser la soledad, el aburrimiento, la tristeza, la ansiedad, el enfado o la ira estrés, que son algunas de las emociones y situaciones que llevan con más frecuencia a una persona a comer de forma impulsiva sin mirar las consecuencias, aunque también puede ocurrir que la persona asocie estados confortables y placenteros con la comida”, asegura, por ejemplo, no poder dejar de comprar palomitas cuando se va al cine.
“Además de la mala gestión emocional, este tipo de hambre también es frecuente en personas que han probado muchas dietas experimentando fracaso ante las mismas o personas muy autoexigentes con su forma de comer que llegan a un nivel de frustración”, enuncia.
Por otra parte, una mala rutina también aumenta las probabilidades de padecer este trastorno.
¿CÓMO DIFERENCIAR EL HAMBRE EMOCIONAL DEL HAMBRE REAL?
“Sentir hambre no es lo mismo que tener hambre. Cuando una persona come de forma organizada, que normalmente los nutriólogos recomiendan que sean cinco veces al día, no nos da hambre, aunque sintamos el impulso de comer” platica.
Algunas características para diferenciar serían qué el hambre emocional aparece de repente, al contrario que el hambre real, que aparece de forma paulatina. Demanda alimentos con alto contenido de calorías y normalmente llegan a ser carbohidratos, es decir, no nos va a pedir comernos una ensalada gigante si no cinco gorditas o donas.
“Ojo con el hambre emocional tenemos antojos por un alimento concreto, mientras que con el hambre real te sientes bien cuando terminas de comer, en cambio con el hambre emocional sientes culpa, vergüenza e insatisfacción”, asevera.
El hambre emocional normalmente no te sacia, es impulsiva y a la larga se produce un aumento de sentimientos negativos, por lo que se recurre a la comida como consuelo y es cuando se entra en un círculo vicioso.
EL CONSEJO
- Identificar bien nuestras emociones y conductas, y en caso de ver algo fuera de lo común, buscar ayuda psicológica lo más pronto posible.
- Hacer 5 comidas al día evidentemente sanas, ya que el metabolismo se encuentra acelerado y no habrá necesidad de ingesta de carbohidratos y otros alimentos que nos afecten a la salud a largo plazo.
- Identificar y diferenciar los tipos de hambre, así como cuestionar el porqué de ciertos "antojos".
- Ser más conscientes de nuestra alimentación. Beber mucha agua ayuda a reducir el hambre.
- Comer de forma tranquila en un horario similar, balancear nuestros alimentos, comer despacio y masticar bien.
- Hacer ejercicio.
Por último, para poder tener una buena salud física siempre es importante checar tu salud mental, que es prioridad. Una va de la mano de otra, así que si no te sientes bien busca ayuda de expertos que puedan ayudarte. “Recuerda que la solución siempre está en ti y solo hacen falta las herramientas correctas para poder vivir de forma feliz y plena”, finalizó.
CONTACTO:
- María Fernanda Corona Márquez
- Psicóloga Clínica
- 14 Sur 3538
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