Hace un par de meses escuche decir de una amiga terapeuta, que un punto clave en el mantenimiento de las relaciones sentimentales es tener la certeza de que te encuentras con la persona que estaría dispuesta a confrontarte en el caso necesario, y luchará contra esos demonios que ensombrecieran la posibilidad de ser una mejor persona en aspectos diversos de tu vida sin la intención de lastimar, pues el acto se centra en la nobleza, el amor y la incondicionalidad.
La dinámica de luchar por amor, por ser mejores personas a diario no es fácil, y así lo entendí cuando un día, y de la nada, Ernesto refirió que estaba convencido de que era momento de adoptar un niño; él y yo nos habíamos conocido hace unos 5 años y vivíamos juntos hacia 3, todo iba bien, y en cuanto al tema de los hijos era algo que sí, me ilusionaba, pero que pretendía que deberíamos esperar un año más para poder disfrutar de nuestros momentos solos, ya que es bien sabido que la llegada de un bebé amerita cambios sustanciales en la dinámica de pareja, pero todo esto lo planificaba con hijos biológicos propios.
Así que la decisión de Ernesto me dejó atónita, ello implicaría una boda exprés que nos hiciera candidatos idóneos, y aunque la formalización de nuestra unión me entusiasmaba porque representaba enfrentar un reto de vida juntos, sin toda aquella fantasía de las bodas despampanante, sino simplemente él y yo, por otro lado, un miedo me invadía al no saber si podría tener la capacidad de amar a un niño que no fuera de mi sangre. Sí, no era una iniciativa mía y quizás por eso me sentía ajena, y tampoco entendía porque teniendo la posibilidad de tener nuestros propias hijos Ernesto se ilusionaba con la idea de la adopción, así que por momentos el asunto me provocaba emociones encontradas, pero de lo que estaba segura era de que no quería abandonar este sueño.
No entendí la nobleza del corazón de Ernesto hasta que pudimos tener esa boda exprés en el ayuntamiento, cuando me tomó fuertemente de la mano, como una señal de que todo estaría bien y que en todo este viaje estaríamos juntos, un par de meses después los miedos se esfumaron al tener a nuestro hijo en nuestros brazos, (sí, nuestro) luego de un proceso de adopción complicado. En ese momento me sentí la mujer más afortunada, esta no era la forma usual de escribir una historia, pero a nuestro estilo, comenzábamos algo nuestro que a la fecha se sigue escribiendo con mis 7 meses de embarazo.
CONCTACTO:
Dr. Joaquín Alejandro Soto Chilaca
Médico Psiquiatra, Sexólogo, Psiquiatra Forense y Psicoterapeuta
Director de Mindful. Expertos en Psiquiatría y Psicología