Un secreto es como un animalillo inmortal que se pretende ocultar en una generación, pero que en las siguientes reaparece ingeniosamente disfrazado. Aparece en nuestra vida por vergüenza, para proteger a los hijos o por diferentes miedos, en suma; por hechos y circunstancias que las familias pretenden que no salgan a la luz. Estos secretos forman una estructura que se deslizará de diferentes maneras sobre las generaciones siguientes.
Los secretos que más se repiten se refieren a enfermedades mentales, asesinatos, suicidios, violaciones, homosexualidad, incesto, prostitución, exilios, cárcel, abortos, pérdidas económicas, etc., y descubrimos su existencia porque frecuentemente se manifiestan en los descendientes por medios de accidentes, fobias repeticiones, psicosis, autismo y enfermedades congénitas.
Conocer éstos secretos coadyuva en la realización personal de cada miembro del árbol, pues vivir en la autenticidad tienen un gran valor profiláctico para la salud de nuevos frutos que estén por nacer. Muchos de nuestros antepasados hubieran querido vivir una vida completamente distinta a la que vivieron, y el árbol conserva en su memoria sus deseos insatisfechos, que acaban por convertirse en auténticas bombas de efecto retardado en el inconsciente familiar.
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John Bradshaw, educador y consejero familiar, decía que casi siempre sabemos más acerca de nuestros padres de lo que nos permitieron saber, y propuso algunos ejercicios para permitir que dichos conocimientos emerjan a la consciencia. Por ejemplo, dibujar la primer casa en la que recordemos haber vivido con nuestros padres, con todas sus habitaciones tal como las recordemos. Visualicemos todos los detalles, para luego localizar el lugar en que nuestros padres solían ocupar. Imaginemos entrando a esa habitación para descubrir a nuestro padre o madre escondiendo algo, y preguntémosle que está queriendo ocultar. Entonces veremos cómo él o ella nos enseña algo, que es la explicación de su secreto.
Como puede entenderse de todo lo anterior expuesto, los secretos guardados en una generación pueden afectar a todos sus descendientes, y estos secretos familiares en un manantial insano de traumas y conflictos para las sucesivas generaciones. Conocemos además el poder de la comunicación no verbal; si alguien delante de ti calla una información importante, se delatará tarde o temprano con algún gesto inconsciente. Los secretos hay que airearlos si son del presente, o sanarlos con la psicomagia si son del pasado. Lo importante es hacerlo de manera adecuada y en el momento más oportuno. Por eso es importante darnos cuenta que lo que nosotros vivimos una parte tiene que ver con nuestros sistema familiar y otra ya depende de nosotros, y que nuestro papel es ir resolviendo lo no resuelto del sistema para alivianarles a nuestros hijos y a futuras generaciones, esas cargas porque de por sí ellos ya traerán las suyas que resolver. Entonces ponte a trabajar en consciencia, date cuenta en donde están los conflictos en tu vida, y en vez de quejarte o echarle la culpa a otros, mejor ponte a trabajar en eso, puedes buscar ayuda, y así ir resolviendo lo que te toca porque a fin de cuentas a eso venimos a la vida, a resolver y a disfrutar lo que tenemos.
ALGUNOS EXPERTOS
FRANCOIS DOLTO, pediatra y psicoanalista francesa, afirmaba que lo que es callado en la primera generación, la segunda lo lleva en el cuerpo.
ANN ANCELIN SCHUTZENBERGER, psicóloga nacionalizada francesa, explicó que los duelos no hechos, las làgrimas no derramadas, los secretos de familia, las identificaciones inconscientes y las “lealtades familiares invisibles” pasean sobre los hijos y los descendientes. Por lo tanto, aquello que no se expresa con palabras, se expresa con dolores.
CARL GUSTAV JUNG, psiquiatra y psicólogo, observo que los niños están implicados con tal profundidad en la actitud psicológica de sus padres, que no es de asombrarse que la mayor parte de los trastornos nerviosos de la niñez pueden ser referidos a una atmósfera psíquicamente perturbadora del hogar.