Si te cuesta trabajo contactar consigo mismo en cuanto a tu propio intelecto, cualidades, defectos o emociones y continuamente buscas aprobación fuera de ti: alguien que llene tus vacíos, tus necesidades afectivas, tus expectativas y que satisfaga tus sueños, entonces notarás que constantemente caes en estados de frustración, conflicto, desilusión y pleitos continuos de pareja, de amigos o familiares, expone Jaqueline Machado Garduño, profesional de la salud mental.
“Todo esto te sitúa en un perfil de codependencia, lo que quiere decir que tu autoestima, felicidad, autonomía y estado emocional dependen (aunque sea de forma inconsciente) de tu pareja o de otra persona que crees que es mejor que tú”, advierte.
Cuando tienes una dependencia emocional hacia otra persona (pareja, amigo, compañero de trabajo o familiar) puedes tener dificultad para expresar lo que sientes y lo que quieres. Lo peor es que esta dependencia puede ser no solo emocional, sino también física, psicológica, espiritual y hasta financiera.
Entonces te vuelves más vulnerable y te involucras demasiado en las necesidades de esa persona de la cual dependes, tanto, que tu sentido de responsabilidad se vuelva exagerado y puedes manifestar una fuerte necesidad de ser una "buena persona"; esto no significa que no lo seas, pero ese afán de agradar a quien idealizas hace que te sometas a las necesidades del otro por encima de las tuyas.
Esto puede acrecentar una forma de relacionarse en la que los deseos del otro son más importantes que los propios, entonces algo tan sencillo como una relación de pareja se vuelve un factor que incrementa la tolerancia en relaciones abusivas que suelen derivar en violencia (física, sexual o psicológica).
Como consecuencia de esta dependencia emocional, la persona dependiente tienen baja autoestima, sufre ansiedad, depresión y tiende a repetir estos patrones de relaciones dependientes y negativas con otras personas, porque psicológicamente cree que si la pareja es feliz, todo irá bien.
NO LE ENTREGUES EL PODER A OTRO
Algo que indica que estás dándole el poder de tu felicidad a otra persona es el dejar de hacer muchas cosas que antes te producían satisfacción, como relacionarte socialmente con otros e incluso dejar de interrelacionarte en el ámbito laboral con colegas, para diversificar su potencial de forma recíproca.
“En lugar de sentirte expandido y libre, cada vez te sientes más contraído y asfixiado, porque las puertas que antes se abrían con facilidad para ti ahora se cierran. Sin darte cuenta, te vas automutilando emocionalmente. Te pierdes en tu propia esencia porque has entregado el poder de tu felicidad a otra persona, llámese pareja, amigo, madre, padre, en fin, a cualquiera que consideras más importante que tú”, señala.
Si tu felicidad depende de otra persona tienes una alta probabilidad de tener muchísimo miedo al rechazo, al abandono y a la humillación. Tarde o temprano surgirán el resentimiento, la agresión, la envidia, el recelo y los sentimientos de revancha y venganza. Entonces los intercambios con la persona de la que dependes estarán cargados de estas emociones alteradas.
Refiere que el hecho de que tu felicidad dependa de otro te mantiene en un estado de desequilibrio emocional, que tarde o temprano repercutirá en tu cuerpo físico por medio de malestares como: dolor de cabeza y desórdenes del sistema digestivo o nervioso, entre otros. Este estado emocional alterado te lleva a la falta de motivación y de esperanza.
En cambio, si tu felicidad solo depende de ti, serás una persona con equilibrio emocional y claridad mental, centrada en sus acciones; tu tolerancia a la frustración es adecuada y tu capacidad para negociar con quienes convives es armónica y balanceada.
REALIZA UN VERDADERO CAMBIO EN TU VIDA
Quienes basan su felicidad y su sobriedad emocional en sí mismos son personas que no son reactivas, porque han aprendido a responder de una manera positiva ante los desafíos que la vida les presenta. Son compartidas y buscan complementarse.
De igual forma buscan herramientas físicas, emocionales, intelectuales y/o espirituales, que las hagan crecer para seguir expandiendo su conciencia, asegura la psicóloga “son personas que al estar en contacto consigo mismas le hacen caso a su voz interior y se relacionan sanamente. Se automotivan y se reinventan, buscan impulsar al otro, no atarlo”.
Si estas personas reconocen malestar en su interior, buscan trabajar los aspectos afectivos, emocionales o de su sistema de creencias a través de psicoterapia. Desarrollan prácticas de bienestar como yoga, meditación, ejercicio físico o simplemente caminan al aire libre rodeados de la naturaleza. De esta manera logran, por medio de un trabajo interno continuo y disciplina, una forma de vida en la que aprenden a canalizar su energía emocional, mental y espiritual.
Para ellos la vida es una gama de posibilidades para aprender y aplicar continuamente el conocimiento que les deja la experiencia. Al despertar dan gracias y procuran que su último pensamiento antes de dormir sea creativo y no desastroso. Así aprenden a ver más allá de las apariencias de la persona o la situación que tienen enfrente.
Las personas que asumen la responsabilidad de su felicidad saben manejar el sufrimiento, el cambio y la pérdida, lo que les permite alcanzar equilibrio emocional. Aceptan que se equivocan y aprenden. No rechazan las situaciones que se pueden considerar negativas, sino que aprenden de ellas para integrar esa experiencia a su vida de forma asertiva.
“Saber que la felicidad no depende de lo externo sino del propio interior te ayudará a dejar de darle el poder de tu felicidad a otro y realizar un verdadero cambio en tu vida. Lo primero que se requiere es determinación y después comprender que no es algo que vayas a solucionar de la noche a la mañana, porque los verdaderos cambios son procesos”, concluye.
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