La comida mexicana ha sido elogiada y criticada. Muchas veces se le critica por ser exagerada en cuanto a contenido calórico, aporte desmedido en grasas saturadas o la indigestión que pueden causar los condimentos o saborizantes como los picantes. Sin embargo, hay que reconocer que pocas comidas en el mundo reúnen lo propuesto en el plato del buen comer publicado por la Organización Panamericana de la Salud.
Nuestros alimentos son múltiples y variados, tanto en texturas como en sabores, con diferentes sazones que los caracterizan en diversas regiones de nuestro país. Eso hace un gran acervo gastronómico y un notable patrimonio cultural. Pero también hay que recalcar ciertos detalles que pueden causar obesidad o desnutrición en algunos segmentos de la población.
Un factor importante es la disposición de los alimentos. No se trata tanto de la disponibilidad de la comida, sino que a causa de la falta de tiempo no se preparan los guisos o se decide a cambiar la alimentación a comida no casera. Hay que recalcar que un antojito no se puede considerar una comida balanceada. La disponibilidad de encontrar antojitos en la zona urbana supera a la de la comida preparada. También hay mayor disponibilidad y acceso a la comida chatarra o a las bebidas azucaradas.
Otro factor es la pérdida de la herencia culinaria. Nuevas generaciones no adquieren los conocimientos que se aprenden en el hogar. Los jóvenes pierden el interés, optan por las comidas precocidas o las de fácil preparación.
Se recomienda que los alimentos contengan de todos los tipos de grupos nutritivos: carbohidratos en una proporción no mayor al 60%, proteínas de origen vegetal o animal, con frutas y verduras que aporten valiosos minerales y vitaminas esenciales. No olvidemos que la comida mexicana y de nuestra región poblana es rica en nutrientes.
* Titular de Cirugía
Ambulatoria IMSS UMAA.
Máster en Patología Mamaria y Senología
Teléfono: 2-46-16-62