Manuel Antonio Díaz Cid, el más importante ideólogo y promotor de la derecha en Puebla, además de reconocido analista político, escritor y docente, falleció a la edad de 79 años de edad.
Aunque en los últimos años flexibilizó su pensamiento radical, Díaz Cid es hombre emblemático en el estado, pues fue fundador del Frente Universitario Anticomunista (FUA) en 1955, y más tarde, en la década de los 70 fue uno de los líderes del movimiento anticomunista, miembro del grupo de ultraderecha “El Yunque” y fundador de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).
Fue en aquellos años, en plena Guerra Fría, que las diferencias de pensamiento entre el FUA y los “Carolinos”, un grupo con ideas de izquierda, dieron origen a los mayores enfrentamientos académicos y sociales en Puebla.
“Dentro de la universidad (UAP) estaba identificado con el grupo de personas con las que no se podía tener un entendimiento. Entonces chocamos y en una época ideologizada esa lucha se ideologizó”, recordó de esos días en una de sus últimas entrevistas, con El Sol de Puebla en octubre de 2014.
En la misma charla, Díaz Cid reconoció que fue miembro del grupo derechista “El Yunque”, lo mismo que sus ideas antisemitas, pero manifestó también su arrepentimiento, pues reconoció que ese radicalismo lo llevó a una cerrazón que le impidió aportar al bien común.
“Si estás amarrado a aquello contra lo que tú dices que peleas, entonces en vez de que tu vida sea una propuesta que contribuye al bien de los demás acabas teniendo como única razón de tu existir a tu adversario (…) fue el periodo menos productivo de mi vida (…) Da vergüenza decir que en algún momento creí en esas cosas”, confesó.
Desde muy joven practicó la docencia, pero fue en el año 1973 cuando junto con algunos de sus correligionarios de aquella época fundó la UPAEP, la institución en la que pasó la mayor parte de su vida, impartiendo clases y haciendo investigaciones.
A lo largo de su vida y después de aquellos años convulsos, destacó por la publicación de siete libros, como conferencista en diferentes instituciones de varios países del mundo, comentarista, analista político, además de que entre los reconocimientos más importantes que recibió se cuentan el nombramiento de “Consultor del Consejo Pontificio para la Cultura”, premio “Mérito Civil” otorgado por el Ayuntamiento de Puebla y Profesor Emérito de la UPAEP.
A don Manuel Díaz Cid le sobreviven su esposa, “Maruca” Terés, seis hijos y varios nietos.
Aquí su discurso:
“Nunca un sacerdote, un religioso o el Obispo me dijo que hacer o que pensar. Todas y cada una de las cosas que hice, las hice porque pensé que era lo correcto. Como toda persona he tenido errores y aciertos, pero todos ellos son fruto de mi libertad y mi voluntad”.
Frente a los hechos y acontecimientos de ese momento histórico yo asumo mi responsabilidad.
¡Felices los que estuvimos a su lado en esas horas cruciales! Aquí estamos algunos de los que vivimos la lucha por el ideal....Los que hoy aspiramos a seguir en la vanguardia...Ese puesto nos lo hemos ganado, porque todos nosotros, sin poner condiciones, respondimos al llamado...
Por nuestra Fe, por nuestro Ideal marchamos en la primera fila desde 1956 hasta 1973,17 años, sin importar los riesgos, sabedores de que nos había tocado en suerte ser la Generación de los Tiempos Violentos, con la firme esperanza de ayudar a construir los cimientos de una sociedad fundada en la Libertad el Amor y la Justicia.
Nuestra herencia está compuesta de gratos y amargos recuerdos, pero ser heredero no significa que se tiene que cargar con todo el peso del ayer, el recuerdo es también la gota de eternidad que dejamos a nuestros amigos, que hoy miran los enfrentamientos ideológicos con desconfianzas y reticencias, olvidando que: De esas luchas ideológicas surgieron las condiciones para crear la UPAEP.
Este desafío que parecía un imposible este año cumple 44 años de exitosa existencia.
Durante todos estos años aprendí a valorar “Esta época inquieta que nos tocó en suerte vivir, confuso tiempo, de sospechas lleno..., diría José Antonio Primo de Rivera.
Y aceptar que fuimos los aguafiestas de aquellos tiempos, conscientes de que nuestras acciones, no siempre acertadas, fueron siempre bienintencionadas.
He descubierto también que el mal, como los ojos, no se ve a sí mismo. Sigo convencido de que no tenemos derecho a encadenarnos al pasado y que el futuro de México no puede estar en repetir una y otra vez los mismos errores cometidos.
Nuestra disyuntiva está en rechazar el ser los últimos de ayer y aceptar ser los primeros de mañana. Lo demás es historia.....
La verdadera tradición no consiste en venerar las cenizas sino en saber transmitir el fuego del ideal. Gracias a todos.
