Las varices son venas dilatadas y con trayectos tortuosos en el interior de las cuales se produce un fenómeno de reflujo de la sangre por incompetencia de cierre de sus válvulas. La sangre que generalmente solo debiera retornar al corazón, en las venas varicosas refluye de nuevo hacia las piernas.
Esta circunstancia es por tanto resultado de una patología, conocida como insuficiencia venosa crónica, que es más frecuente en la población femenina mayor de 40 años y con antecedentes de varices en su familia, así como a los diabéticos. Suele afectar con mayor frecuencia a trabajadores que permanecen mucho tiempo de pie o aquellos que realizan sus labores sentados y expuestos a fuentes de calor.
Los varones se llegan a consultar en estadios más avanzados de la enfermedad y con varices de mayor diámetro. Por tanto, las varices no se tratan ni mucho menos de un problema exclusivamente estético sino de salud. En la primera fase de la enfermedad, las microvarices, los pacientes suelen consultar por motivos estéticos. Esto acontece en el 40% de la población.
En fases posteriores se suele consultar por síntomas atribuibles a las varices o por complicaciones derivadas de las mismas. Desde la fase secundaria, con las macrovarices, se pueden producir complicaciones. La más frecuente es la varicoflebitiso trombosis venosa superficial. Se trata de la formación de un coágulo en el interior de las venas varicosas. Para tratar tales trombos suele requerirse de tratamiento con anticoagulantes durante periodos de 21-30 días.
Se trata de la complicación más temida en las fases avanzadas en la trombosis venosa profunda. En ocasiones, la trombosis afecta a venas profundas de la extremidad pudiendo migrar a la circulación pulmonar y ocasionar un embolismo pulmonar. En pacientes en los que no se trata la enfermedad a tiempo solemos ver úlceras varicosas en la zona del tobillo.
Por ello, se recomienda consultar desde las fases precoces para prevenir o frenar la evolución de la enfermedad, además de evitar las complicaciones. El objetivo del seguimiento es instruir a los pacientes en hábitos de vida saludable, instaurar el tratamiento adecuado y operarlas cuando está indicado.
Dolor a nivel del tobillo, pesadez y quemazón de piernas, sensación de hinchazón y hormigueos nocturnos suelen ser los síntomas típicos de la enfermedad venosa crónica que aconsejan una consulta. Las piernas cansadas al final de la jornada laboral suele estar habitualmente presente. No obstante, es importante recalcar que no va emparejado el grado de enfermedad con los síntomas, es decir, podemos ver pacientes con muchas varices sin síntomas o pacientes muy sintomáticos sin apenas varices.
Respecto a las causas de su aparición, lo cierto es que la enfermedad venosa crónica tiene un componente genético y uno ambiental. Influyen por un lado los antecedentes de varices en la familia y por otro lado una serie de factores de riesgo relacionados con los hábitos de vida. Dentro de estos últimos, la obesidad, la diabetes de aparición en la edad adulta, el número de embarazos, el sedentarismo y las hormonas femeninas influyen sobremanera en la aparición de venas varicosas.