“Cualquier persona puede ser heroica de vez en cuando, pero caballero es algo que se tiene que ser todo el tiempo”, dijo en su momento Luigi Pirandello, aunque la realidad es que en la actualidad la caballerosidad es algo que se ha extinguido… así como los dinosaurios.
Que te abran la puerta, que te den el paso o que te muevan la silla, son conductas caballerosas que fueron normales y bienvenidas durante mucho tiempo, pero el feminismo y la lucha de igualdad de género terminaron con esa etapa en que las mujeres nos sentíamos alagadas y protegidas por los hombres. Y es que tal parece que ni hombres ni mujeres entendemos el significado de la evolución femenina.
GUERRA DE SEXOS
“Un caballero es un hombre convencido de que su comportamiento educado, respetuoso, comprensivo y atento, le da al mismo tiempo virilidad y masculinidad. Por lo que la caballerosidad se convierte en una manera incluyente de cuidar y proteger a la mujer”, explica Jaqueline Machado Garduño, especialista en Sexualidad y Desarrollo de Consciencia.
Asimismo, refiere que las mujeres que se llaman a sí mismas modernas, malinterpretaron la caballerosidad al equipararla con una invalidez intelectual que no va emparejada a su necesidad de independencia y autonomía.
Por otro lado, enfatiza que los mismos hombres se han alejado de su esencia masculina, no tienen ni idea de que la caballerosidad va implícita en su naturaleza. Esa desconexión, a la que se suma la de la mujer con su naturaleza femenina, los ha conducido a ambos a una guerra de sexos.
SEXOS COMPLEMENTARIOS
La psicóloga apunta que la equivocadamente llamada “igualdad de géneros”, definitivamente ha tenido mucho que ver con la extinción de la caballerosidad en los hombres del siglo 21.
Que las mujeres hayan ocupado posiciones jerárquicas de poder casi a la par del hombre en un sistema muy masculinizado, ha hecho que estos se vuelvan más competitivos con ellas por mantener la supremacía de su masculinidad.
Esto ha obligado a las mujeres a masculinizarse (inconscientemente) a tal punto que consideren la caballerosidad anticuada, algo cursi del siglo pasado, que las invalida intelectualmente.
Expone que es importante que ambos entiendan que los sexos, masculino y femenino, son complementarios. Las cualidades tanto de uno como del otro, suman una tercera fuerza que los hace crecer a ambos. Si hay conflicto entre ellos se genera un desequilibrio, y eso, tarde o temprano genera una ruptura en la que surgen más conflictos que conducen a la competencia.
“No se trata de aprender, se trata de desaprender todo aquello que nos ha alejado unos y a otras del equilibrio natural entre un hombre y una mujer, entre lo femenino y lo masculino. Se nos ha olvidado que ambos estamos aquí para complementarnos”, puntualizó.