Un padre representa en la vida de un hijo la dirección, el impulso, la practicidad, la fuerza impulsora, la voluntad, la disciplina, la perseverancia, seguridad, motivación. Pero, además de todo esto, que es lo que un hijo introyecta de su papá en la etapa de 8 a 12 años, un hijo también necesita de su padre:

* Que les expresen su amor con palabras, abrazos y besos. No den por hecho que ellos saben que los aman, necesitan escucharlo y sentirlo.

* Cuando sus hijos cometan un error, aliéntenlos y muéstrenles el camino correcto, en lugar de rechazarlos o hacerlos sentir avergonzados, culpables o malos.

* Cuando les den el dinero de la colegiatura, los tenis, la comida, el cine, háganlo con gusto, en vez de ponerles mala cara y dar ese dinero con reclamos y quejas; como padres, les corresponde cumplir con el sagrado compromiso de mantenerlos y satisfacer sus necesidades, obvio con prudencia.

* Cuando les den un consejo, háblenles de las experiencias de su vida que les llevaron a aprender esas lecciones.

* Permítanles “ensuciarse con lodo la vida”, aprendiéndose, levantándose, afrontando y solucionando por sí mismos, para que se conviertan en personas responsables, maduras y fuertes. Es decir: dejar que maduren a través de experimentar las consecuencias de sus actos.

* Cuéntenles acerca de sus sueños, sus proyectos, sus dudas y certezas, y sus reflexiones profundas sobre la vida.

* Cúmplanles todo lo que les prometan, para que ellos puedan aprender a confiar y a creer. Si no vamos a cumplir algo, es mejor no prometer.

* Díganles NO firmemente cuando tengan que hacerlo, aunque se enojen y lloren; es importante que desarrollen tolerancia a la frustración desde que son pequeños, porque así desarrollarán tanto la habilidad para adaptarse a todas las situaciones de la vida, como la fortaleza interior para sobrevivir emocionalmente a las etapas difíciles.

* Ámenlos incondicionalmente, y cuando los reprendan por algo, déjenles sabe que desaprueban esa conducta, pero de todos modos los siguen amando. Reprobar la acción, más no a la persona.

* Denles las gracias por todas las bendiciones que ellos han traído a su vida.

* Acéptenlos tal como son, porque lo que más necesita un hijo es gustarle a sus padres y saberse aceptado, amado y aprobado por ellos.

* No les den todo lo material, dejen siempre algo que les genere una carencia, para que tengan alguna necesidad y puedan desarrollar virtudes. Eso siempre los va a mover y a impulsar a lograr objetivos

Y así, papás, podrán respirar profundo, con la paz que da la “misión cumplida”, porque pueden estar seguros de que habrán hecho de sus hijos personas buenas, que se sienten queridas y aceptadas y por lo tanto, productivas, sanas y felices.

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