La semana pasada explicábamos que si reaccionas compulsivamente ante acciones sin importancia de otras personas y tu estado de ánimo depende de los demás, entonces te estás dejando arrastrar por cualquier viento.
Muchas cosas pueden ser tristes, muy malas y desagradables, pero lo único que es el fin del mundo, es el fin del mundo. Los sentimientos son importantes, pero solo son sentimientos y con los sentimientos no podemos resolver, tenemos que resolver también con nuestro pensar y hacer correcto. Igual que los pensamientos, sólo son pensamientos y están sujetos a cambio.
Lo que hacemos y decimos es importante, lo que otros dicen y hacen es importante, pero el mundo no pende de una frase o de una acción en particular.
Aligérate, date a ti mismo y a los demás espacio para moverse, para hablar, para ser lo que somos: humanos. Humanos que estamos aprendiendo cada uno cosas diferentes y debemos respetar eso, no querer cambiar o resolver sus aprendizajes, mejor poner atención en los nuestros.
No debemos tomar la conducta de otras personas como el reflejo de nuestra autoestima. No tenemos que sentirnos avergonzados si alguien a quien amamos se comporta en forma inapropiada.
Cada persona es responsable de su propia conducta. Si el otro se comporta de manera inadecuada, deja que ellos se hagan cargo de eso, es su responsabilidad. Si tú no has hecho nada para sentirte avergonzado, no te sientas avergonzado o culpable, es su responsabilidad, no la tuya.
No tenemos que tomar el rechazo como reflejo de nuestra propia autoestima. Si alguien importante para ti te rechaza a ti o a lo que has elegido, tú sigues siendo real, sigues teniendo el mismo valor que si no hubieras sido rechazado. Asume cualquier sentimiento que pueda acompañar el rechazo, pero no des en prenda tu autoestima, aún si la persona más importante para ti te rechazó, tú sigues siendo real, y sigues estando bien.
Si has hecho algo impropio o necesitas solucionar un problema o cambiar una conducta, sigue los pasos adecuados para ocuparte de ti mismo. Pero no te rechaces, y no le des poder al rechazo de los demás. No es necesario.
No tenemos que tomar las cosas de manera tan personal. Tomamos a pecho cosas que no valen la pena. Por ejemplo, decirle a un alcohólico “si me amarás no beberías”, tiene tanto sentido como decirle a alguien que tiene pulmonía “si me amaras no toserías”. Las víctimas de la pulmonía toserán hasta que tengan un tratamiento adecuado para su enfermedad. Los alcohólicos beberán hasta que consigan lo mismo. Cuando la gente tiene un trastorno compulsivo hace cualquier cosa que se sienta obligada a hacer, no quiere decir que no te amen, lo que están diciendo es que no se aman a sí mismas.
Tampoco debemos de tomarnos de manera tan personal las pequeñeces. Si alguien ha tenido un mal día o estás enojado, no asumas por ello que tiene algo que ver contigo. Puede tener que ver algo contigo o no. Si así es, lo descubrirás; generalmente las cosas tienen mucho menos que ver con nosotros de lo que pensamos.
El mal humor de alguien, una lengua aguda, un mal día, pensamientos negativos, problemas o el alcoholismo activo, no tienen por qué manejar o arruinar nuestras vidas, nuestro día, ni siquiera una hora de nuestro día.
Si la gente no quiere estar con nosotros o actuar de una manera saludable, este no es el reflejo de nuestra autoestima. Refleja, en cambio, sus propias circunstancias actuales. Al practicar el desapego, podemos disminuir nuestras reacciones destructivas hacia el mundo que nos rodea Sepárate de las cosas. Déjalas estar, y deja que la gente sea como es.
¿Quién eres tú para decir que el estado de ánimo, las palabras el mal día, el pensamiento o el problema no son una parte importante y necesaria de la vida? ¿Quién eres tú para decir si este problema no será en último término benéfico para ti o para alguien más?, seguramente sí, porque ahí hay un gran aprendizaje para alguien, entonces deja que lo viva a quien le corresponda vivir, tú no lo puedes evitar por más que lo intentes.
No tenemos que reaccionar, tenemos opciones, esta es la alegría de la recuperación de la codependencia. Y cada vez que ejercitamos nuestro derecho a elegir cómo queremos actuar, pensar, sentir y comportarnos, nos sentimos mejores y más fuertes.
La próxima semana daremos algunas sugerencias para aprender a desapegarte de la gente y de tus reacciones negativas hacia ellas. Aunque no exista una fórmula específica para lograr el desapego, necesitas encontrar tu propia manera, una que funcione para ti. La vas a encontrar.
Si descubres que vives esta situación, no dudes en hacer una pausa en tu vida y ponerte a trabajar contigo, vale la pena buscar una manera de vivir más tranquilos y felices. Suelta lo que andas cargando y decídete a vivir tu vida como tú quieras.
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