¿Queremos a todos nuestros hijos por igual?

Los padres tienen  una misión muy importante: el guiar a sus  hijos para que lleguen a ser felices, y  productivos

Erika Albisúa | El Sol de Puebla

  · miércoles 5 de mayo de 2021

Foto: Pixabay

En la familia los padres tenemos una misión muy importante: el guiar a nuestros hijos para que lleguen a ser felices, personas de bien, que sean productivos y puedan alcanzar todas las metas que se propongan en la vida; lograrlo no es fácil y en esta tarea el amor, cariño y cuidado que les profesamos deben balancearse con los límites que se les establezcan.

Ellos deben saber que su hogar es un lugar seguro, en el que pueden contar con todos los integrantes de la familia y es necesario que, como papás, tratemos de evitar que exista la competencia entre hermanos, que a veces puede llegar a presentarse cuando alguno de ellos siente que no es el “favorito”, lo cual ocasionaría baja autoestima si se percibe como menos querido y por otro lado, puede generar egocentrismo o conductas tóxicas por exceso de atención en el otro.

Los padres tenemos enfrente la tarea de lograr que todos nuestros hijos sientan que reciben el mismo amor y atención de parte de nosotros, a pesar de que pudiera existir cierta afinidad natural con alguno de ellos, por cuestiones de personalidad o por tener gustos similares. Para conocer más acerca de las diferencias que puede haber en el amor que sentimos por cada uno de ellos, entrevistamos a Jaquelin Machado, especialista en salud mental.

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¿LOS HIJOS NOTAN DIFERENCIAS EN EL CARIÑO DE SUS PADRES?

La entrevistada expone que ellos perciben cuando son más aceptados por sus papás o cuando hay una situación tensa de alguno de sus padres, sienten la diferencia en el trato al hablar y en la forma de conducirse de los padres hacia cada uno de ellos. Los padres, por su parte, pueden llegar a experimentar culpabilidad cuando creen que quieren más a uno que a otro, porque conectan de una mejor forma o tienen más empatía con algunos de los hijos, pero es erróneo el sentimiento de culpa, porque no es asociado con querer más a uno que a otro, más bien se les quiere diferente.

Y las causas de por qué tratamos diferente a nuestros hijos son multivariables: cómo fueron concebidos, qué tanto se parecen físicamente a uno o a otro, si son puros hombres, puras mujeres, qué lugar ocupan; todo eso pareciera que no, pero sí influyen muchísimo.

¿EL AMOR DE LOS PAPÁS ES INCONDICIONAL?

“Ahí es muy polémico el tema, porque se supone que sí es incondicional, instintiva y biológicamente, porque si tú ves en peligro o alguna situación difícil para tus hijos, reaccionas en automático, se desconecta la mente y entra totalmente el instinto por amar, apoyar y protegerlos.

“Lo que sucede cuando este amor incondicional empieza a tener ya sus matices es que intervienen muchísimo la educación, el tema de las creencias familiares, la empatía, el acercamiento o la afinidad que tienes más con uno que con otro, lo cual no quiere decir que no los ames, ahí ya se empiezan a ver pinceladas de diferentes formas de amar a nuestros hijos”, afirma Jaquelin.

Añade que en general sí tendría que haber una incondicionalidad, se debería poder aceptarlos tal como son, a pesar de sus errores, pero en la práctica cuesta mucho trabajo y la realidad es que quienes son papás saben que se puede caer en situaciones erróneas con los hijos, más aún cuando hay alguna situación tensa entre los padres, en que cada uno toma aun hijo y condiciona a otro para ciertas situaciones.

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¿CÓMO LES PUEDE AFECTAR EL SENTIRSE MENOS QUERIDOS?

Explica que la afectación puede ser tanto positiva como negativa, porque todo tiene dos caras de la moneda. Si lo tomamos desde el punto de vista negativo, el que no se siente aceptado o se siente con un trato menos favorable por parte de los papás, va a buscar destacar, exagerar el buen comportamiento en calificaciones, en habilidades deportivas o en otro tipo de competencias, entendiendo estas como habilidades intelectuales, físicas, emocionales.

O puede llamar la atención negativamente, cayendo en conductas autodestructivas ya muy fuertes, como adicciones a sustancias, a drogas, pueden llegar a la rivalidad y competencia entre los hermanos, a molestarse continuamente uno al otro, el sabotear el crecimiento y el desarrollo psicoemocional y psicosexual en forma equilibrada y saludable; todo esto puede generar la alteración de la dinámica familiar.

“La afectación también puede ser positiva, en el sentido de que, si yo tengo la necesidad a lo mejor de ganar el cariño de mi padre o de mi madre, entonces empiezo a descubrir en mí como hija o como hijo que tenía habilidades y dones que no me había dado cuenta y que de otra forma no hubiera podido destacar, pero tiene que estar bien dirigido, hay que direccionar”, indica.

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NO SATANIZAR EL QUE ELLOS NOTEN DIFERENCIAS

Machado enfatiza que no debemos tratar de taparlo, porque existen ciertos tabúes en el sentido de que no que no se den cuenta de que hay alguna preferencia de uno sobre otro, debemos aceptar que todos nuestros hijos son únicos y debemos reconocerlos como son, en su ser esencial; cada uno tiene un estilo, una personalidad y un carácter independiente a nosotros como padres.

Napoleón frente a las pirámides, contempla a una momia. | Gráfico: Maurico Orange, 1895

“Esas diferencias entre ellos las puedo volver un complemento y lo que creo es un equilibrio en la fraternidad entre hermanos y en la relación entre padres; yo recomendaría no satanizar el que no se den cuenta, porque se dan cuenta, son más abusados que nosotros”, comenta.

¿CÓMO DARLES ATENCIÓN A TODOS?

Cuando se tienen varios hijos es complicado, con el ritmo de vida que ahora tenemos, que trabajan ambos padres o están separados, hay papás solteros, mamás solteras, hay como un collage en cuanto a la dinámica familiar, pero cuando sean dos más de dos, sobre todo si el tiempo que le dedicas a tu hijo, a tu hija, debe ser más de calidad, asegura.

Aconseja tratar de involucrarte tú más en su mundo, en la medida de lo posible conocer la forma en que perciben y sienten, saber cómo debes hablarle a cada uno de ellos para obtener el resultado deseado, estar pendiente de qué programas les gustan, con quién se llevan, cuáles son sus sueños, en qué momento se sienten sus fracasos, cuáles son sus dolores, todo esto te ayuda a tener un mapeo general de realmente cómo es tu hijo y hacia dónde va.

Y fomentar a comunicación con dinámicas, por ejemplo, a lo mejor de repente tener una reunión, aunque sea de 15 o 20 minutos entre todos, aunque a algunos no les guste, ingeniárnosla para darles atención, aprovechar momentos en los que sí quieran hablar de lo que sienten, no presionarlos cuando no tengan el ánimo de hacerlo y tomar en cuenta que no todos pueden expresar sus sentimientos.

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