Al parece ser no sólo la realeza británica atraviesa por momentos mediáticos y de polémica, pues la princesa Mako de Japón, abandonó a su familia imperial al casarse con su novio que no pertenece a la realeza.
La noticia, que comenzó a circular este martes, dio a conocer que Mako contrajo nupcias con su novio Kei Komuro, excompañero de la universidad y quien, al parecer, no pertenece a la alta sociedad, motivo por el cual la Casa Imperial de Japón presentó este día los papeles para registrar su matrimonio ante un Gobierno municipal, comunicó a Efe un portavoz.
Este acontecimiento hizo a muchos comparar la relación con la pareja británica formada por Meghan Markle y el príncipe Harry, por lo que los recién casados han sido apodados los “Harry y Meghan de Japón”.
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Y es que, de acuerdo a la ley japonesa, los miembros femeninos de la familia imperial pierden su posición si se casan con un “plebeyo”, aunque esa regla no aplica a los miembros masculinos; de esta manera, y tras en enlace matrimonial, es como la princesa abandonará su título, y a la vez, dejará de formar parte de la familia real nipona, perdiendo así, sus privilegios de la vida imperial.
UNA BODA MARCADA POR LA POLÉMICA
Después de que hace cuatro años se hiciera el anuncio del enlace nupcial de ensueño, el cual estuvo envuelto en un escándalo que salpicó la imagen de la familia imperial por una rencilla financiera, finalmente se llevó a cabo la boda más controversial para la familia imperial de Japón, entre la princesa Mako, hija de Fumihito Akishino -futuro emperador de Japón y hermano de la actual cabeza imperial- con el plebeyo Kei Komuro.
En agosto del 2018, el joven abogado viajó a Estados Unidos para cursar un posgrado de Derecho en la Universidad de Fordham de Nueva York y así presentar el examen para ejercer la abogacía en el país norteamericano.
La pareja volvió a verse el lunes pasado por primera vez en más de tres años, cuando Komuro visitó a los padres de Mako, el príncipe heredero de Fumihito y su esposa Kiko, antes del evento para presentar sus respetos y dar explicaciones sobre la disputa, todavía abierta y que ha sido el escollo del matrimonio.
La boda que inicialmente se había fijado para el 4 de noviembre de 2018, se pospuso en dos ocasiones: la primera por la revelación de una disputa financiera de la madre de Kayo con su ex prometido, quien le reclamaba 31 mil euros, acontecimiento que suscitó una marcha en favor de Komuro, justo medio año después de cancelar el enlace con la princesa y la segunda vez, fue por el contexto de la pandemia.
MATRIMONIO SIN RITUALES Y CON RENUNCIA DE PAGO
De esta manera, es como la pareja optó por celebrar un enlace civil y dejar de lado los característicos ritos vinculados a las bodas de este postín para reducir al mínimo su exposición pública, mientras Mako olvidó los tradicionales ritos de una boda real.
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Incluso, en un intento de conseguir más aceptación, rechazó la ayuda económica de 150 millones de yenes (algo más de un millón de euros), pago que el Gobierno japonés otorga a las mujeres de la Casa Imperial que dejan su estatus para casarse con algún “plebeyo”.
Tampoco aceptó la tiara de diamantes ni las joyas imperiales, que se le entregaron cuando cumplió 20 años para poder ser presentada ante su abuelo y así comenzar con sus tareas oficiales; es importante mencionar que ella es la primera mujer de la familia real en rehusar a estas costumbres.
LA TENSIÓN DE LA BODA PASÓ FACTURA A LA PRINCESA
De acuerdo a varios medios de comunicación internacional, la tensión que se generó alrededor de la controversial boda desde hace cuatro años, le pasó factura a la princesa, quien sufrió de un cuadro de estrés postraumático, por la fuerte crítica desde los medios y las redes sociales desde el anuncio de su compromiso.
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Es así como, la reacción de algunos medios y parte del público a la relación entre la princesa Malo y Kei Komuro ha dejado patente la presión que enfrenten las mujeres de la familia imperial.