¿Hasta qué punto influye nuestra imagen cuando solicitamos unempleo o durante una entrevista de trabajo? Mucho, más de lo quenos podemos imaginar. Vivimos en un mundo muy competido en donde yano basta con tener títulos académicos, hablar diferentes idiomaso tener una gran experiencia profesional. Es importante “sabervendernos” para causar impacto entre los muchos solicitantes quedesean alcanzar un puesto.
Yo, ¿venderme? Sí. Cada uno de nosotros tiene un producto queofrecer. En el terreno profesional se trata de hacer llegar al“entrevistador” la mejor información de lo que soy y de lo quehago. Es la diferencia entre dar lo que me piden y ofreceratractivamente lo que tengo. Como en mercadotecnia, se trata dedesarrollar la capacidad para crear una necesidad en el otro, depersuadir y convencer de que soy el mejor candidato para elpuesto.
La estrategia cambió notablemente a partir de la salida dellibro de Daniel Goleman, “Inteligencia Emocional” quien citaque “las normas que gobiernan el mundo laboral estáncambiando”. En la actualidad no sólo se nos juzga por lo más omenos inteligentes que podamos ser ni por nuestra formación oexperiencia, sino también por el modo en que nos relacionamos connosotros mismos o con los demás. Incluso en las profesionestécnicas y científicas, el pensamiento analítico ocupa un tercerlugar, después de la capacidad de influir sobre los demás y de lamotivación de logro.
Al hablar de imagen personal tomamos en cuenta diferentesaspectos. El primero de ellos es nuestra apariencia que va másallá de las tendencias de la moda. Lo básico antes que nada esuna imagen pulcra y correcta. Si una persona solicita un puesto ysus zapatos además de no estar boleados tienen las tapas gastadas,no causará una buena impresión. Congruencia con el sector adondedeseo ejercer mi profesión también es esencial. Si para un puestose busca un “creativo” y su arreglo es anticuado y conservador,comenzarán probablemente a haber dudas sobre su creatividad.
El segundo aspecto es nuestra actitud, ya que ir bienpresentables no es suficiente. Aquí es donde la comunicación noverbal tiene sus efectos que, muchas veces, son desastrosos. Si,por ejemplo, una persona camina desgarbada no proyectará vitalidady confianza. Cuando a una persona le sudan las manos, estánerviosa y de esta forma saluda, el impacto que causará en elentrevistador no será el mejor. No mirar a los ojos delentrevistador denota una gran inseguridad. Justamente lo que buscanlas empresas son personas con un buen nivel de confianza yseguridad en sí mismas y si esto no se percibe desde el principioseguramente no habrá continuidad.
Una entrevista de trabajo exige estar bien preparado. Tenerconocimientos básicos de la empresa o del puesto mismo. Saberdarle el enfoque necesario a la experiencia y aptitudes que tenemoscon relación al cargo. Estar listo para preguntas capciosas oinesperadas. Inclusive y, sin ser exagerados, actuar “roles” deentrevistado y entrevistador con alguna persona de nuestro entornopara sentirnos, durante la cita, lo más seguros posible y evitarsituaciones que nos quiten la palabra.
La idea no es vender aire. La fuerza y probabilidades de éxitode una entrevista radicarán en la congruencia que exista entrenuestra presentación y el contenido.
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