San Ildefonso, al lado de San Marcos | TURISTEANDO CON EL BARÓN ROJO

Una hermosa joya más, escondida en las calles de nuestro Centro Histórico, Patrimonio de la Humanidad

JORGE EDUARDO ZAMORA MARTÍNEZ

  · martes 19 de marzo de 2019

Hola queridos lectores, gracias nuevamente por abrirme las puertas de sus hogares, su servidor Eduardo Zamora, con el gusto de cada Domingo, escribiéndoles estas humildes líneas, siempre con el deseo de que sean de su agrado. En esta ocasión les voy a narrar la historia de una pequeña capilla, invisible para todos los que caminamos por su acera, pero que en su interior encierra un grandísimo tesoro artístico, comenzamos.

Esta nota salió a colación por una plática que tuve el placer de compartir con don Roberto Martínez Otero en su programa semanal, “Así es la Puebla del ayer”; fue una narración acerca de una nota periodística que publiqué en esta misma columna hace dos años a la que llamé “A cada capillita le llega su fiestecita”, que resultó del agrado de lectores y radioescuchas.

En esa nota hago una descripción de las capillitas escondidas en las calles de nuestra ciudad, que solamente sabemos de su existencia cuando les llega su fiesta patronal. Pero dentro del listado de capillas hubo comentarios, gracias a Dios todos favorables, donde me indican que se me olvidó incluir una muy importante pero que también está muy escondidita: la capilla de San Ildefonso.

Está localizada a la derecha del templo de San Marcos, compartiendo atrio. Según datos históricos, se construye por la congregación de sacerdotes jesuitas a mediados del siglo XVII, como salón de exámenes para servicio del colegio de San Ildefonso, enorme construcción que casi abarcó la manzana completa.

Entre los servicios que incluía estaba el de hospital para pobres, orfanatorio, asilo, casa de cuna, sanatorio de maternidad para las familias pobres, comedor comunitario, seminario jesuita y escuela superior para jóvenes laicos.

En el siglo XIX, durante el periodo juarista, se expropia, se cierran todos los servicios comunitarios que prestaba, es dividido y vendido a particulares. Actualmente los dos inmuebles anexos a la capilla son propiedad del Gobierno del Estado, donde funcionan distintas oficinas gubernamentales.

La capilla fue diseño y construcción del arquitecto Francisco de Aguilar, quien también dirigió la edificación del templo de Santa Teresa, por mandato y orden del obispo Alonso de la Mota y Escobar aproximadamente por el año 1622. Dentro de la orden estaba la construcción de un hospital para pobres que, a la larga, resultó en todo un complejo de edificios.

Por su enorme tamaño es un bellísimo templo, ejemplo del más puro estilo barroco; a principios del siglo XVIII sufre una remodelación y mucho de su estilo cambia a neoclásico, con un bello decorado en sus techos, luciendo una sorprendente cúpula a la cual, si se observa a la hora del medio día, la iluminación le da un aspecto bellísimo, mostrando con lujo de detalles su decorado con estuco blanco y láminas de oro.

Su altar es del estilo llamado baldaquino, esto es, está localizado perfectamente al centro debajo de su cúpula. Este estilo de altar merece una nota aparte, porque a pesar de ser muy raro, es muy bello y aquí en la ciudad son contadas las iglesias que lo tienen en lugar de altar mayor, el más famoso y que todos conocemos es el de Catedral.

Lamentablemente esta bellísima capilla esta fuera de la vista y de la visita de los poblanos,pero esto no le quita el hecho de que sea un tesoro más escondido dentro de las calles de nuestra ciudad.

Agradezco por este medio a los familiares del padre Ángel Paz y Puente (q. e. p. d.) la información que se me proporcionó.

Se despide de ustedes su amigo El Barón Rojo, agradezco el favor de su atención y los invito a contactarme para cualquier comentario o sugerencia. Hasta la próxima.

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