La reunión de la tarde se había alargado más de la cuenta, al subir al auto el reloj marcaba las 21:16 pm, tenía la certeza de que estarías lo suficientemente enojada por haberte hecho esperar como para cancelar nuestros planes de la noche, no obstante, al instante recibí tu mensaje "te espero en la casa, sube por favor", así que sin más ni más, me dirigí hacia ti.
Al llegar la casa se encontraba a media luz, percibí un olor exquisito en el ambiente, una mezcla de frutos y chocolate exquisita, de inmediato recibí un mensaje más tuyo "sube a la habitación", supe entonces que los planes de cenar y ver una película habían sido cambiados por algo diferente que me generaba cierto suspenso y emoción.
Al subir la habitación solo se iluminaba con la luz de las velas y al centro se encontraba una silla, desde el vestidor referiste "pasa, siéntate en la silla" obedecí sin decir una sola palabra, mi expectativa prefería esperar a la sorpresa. Enseguida, saliste del vestidor en un ajustado, rojo y satinado vestido que dejaba ver la perfección de tu belleza, que acompañabas con unos tacones a juego, quise incorporarme, pero con un gesto detuviste mi intención, tomaste un antifaz y me lo colocaste "¿Qué estás haciendo? Yo quiero..." a lo que interrumpiste diciéndome al oído "sólo déjate llevar corazón".
Enseguida comenzó a escucharse la versión en saxofón de careless whisper que tanto te gusta, y aunque no podía verte, percibí tu cuerpo acercarse a mí, colocaste mis manos en tus caderas, lo que me permitió sentir la cadencia de tu cuerpo al ritmo de la música, tus manos jugueteaban y tu cabello acariciaba mi rostro, llevaste mis manos a tus hombros haciéndome sentir como los tirantes del vestido caían, te diste la vuelta y llevaste mis manos al cierre, para este momento mi ansiedad pedía a gritos tu desnudez, pero me llevaste suavemente haciéndolo excitante.
Cuál fue mi sorpresa que al despojarte de ese vestido, no había nada más que me impidiera apreciar tu cuerpo al desnudo, mis manos recorrieron cada parte de ti con ternura y pasión, como redescubriéndote en la oscuridad, en tanto tu sudor, tu aroma, tus besos y tus caricias, embriagaban mis ganas de ti, de pronto me abrazaste con fuerza y tus piernas envolvieron mi cintura, besabas dulcemente mi cuello y me quitaste el antifaz, me miraste y conectaste con ese deseo que mi mirar gritaba acercaste tu rostro al mío, pusiste un tierno beso en mis labios seguido de un ligero mordisco "llévame a la cama ahora" referiste, ahora era mi turno de dar rienda suelta a todo el abanico de sensaciones que me provocabas.
- *Médico psiquiatra, sexólogo y psiquiatra forense.
- Director de Mindful. Expertos en psiquiatría y psicología.
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