La marimba moderna de doble teclado fue creada en 1892 gracias al talento e innovación de un originario de Chiapas y hoy, a más de un siglo de su creación, sigue cautivando los oídos de aquellos que disfrutan cada una de sus notas musicales.
Lograr que las maderas suenen con exquisita rítmica requiere de dos elementos muy importantes: amor y pasión.
Al menos esa es la base que el maestro Ramón Andrade, Paty Aguilar y Oly Olaya han utilizado para deleitar los sentidos de todo aquel que los escucha.
Tras una inesperada coincidencia, los tres decidieron emprender el proyecto musical denominado “Maderas que cantan” en el que lograron fusionar sus habilidades con las baquetas y su fervor por la marimba.
Al principio no fue fácil, pero el tiempo les fue dando las destrezas para tocar con maestría y candor este peculiar instrumento.
“Mi primer acercamiento a la marimba fue a los ocho años. Yo escuché a un grupo tocar un par de canciones y desde entonces me enamoré. En Oaxaca aprendí a tocarla pero, cuando me vine a Puebla, me pegué con el maestro Florentino Molina y con él aprendí más cosas”, recordó con especial sentimiento el maestro Ramón Andrade García.
Más tarde, en el 2004, conocería a sus amigas y cómplices musicales.
“Yo estaba estudiando la secundaria en el Centro Escolar Venustiano Carranza, ahí teníamos la materia de educación artística y por azares del destino -o porque Dios quiso- me tocó estar en la marimba. El maestro Odón Pérez Navarro me escogió para tocar el instrumento, acepté gustosa y aprendí lo básico, pero cuando conocí al maestro Ramón asimilé algo muy importante: el amor por nuestra marimba, algo que él siempre nos inculcó”, comentó Paty con mucha gratitud.
Oly también compartió su experiencia: “a diferencia de Paty, a mí no me escogieron para la marimba, primero empecé en el xilófono y poco a poco nos fuimos acercando hasta que quedamos juntas ella y yo. Es una pasión que desde la escuela compartimos y a las dos nos encanta transmitirlo. Con el profesor Odón aprendimos a querer el instrumento, pero con el maestro Ramón, como nuestro nombre lo dice, hacemos cantar a las maderas”.
Algo en lo que los tres coincidieron es la conexión que logran con el público al hacerlos bailar y disfrutar con cada tema.
“Es muy bonito ver a la gente disfrutando con cada una de nuestras interpretaciones y creo que esto se debe a que somos músicos de corazón”.