/ jueves 17 de noviembre de 2022

#SOY | Abren Museo de la Memoria LGBT+

El recinto recién inaugurado en Guadalajara buscará mandar un mensaje de tolerancia y recordar la manera en que la población de la diversidad sexual se ha abierto un espacio en la sociedad mexicana

El Museo de la Memoria LGBTQ+ abrió sus puertas en la ciudad de Guadalajara para mandar un mensaje de tolerancia y recordar la manera en que la población de la diversidad sexual se ha abierto un espacio en la sociedad de este país.

El recinto, primero en su tipo en México, pretende mostrar la manera en que la sociedad y los medios de comunicación promovieron y censuraron por años los estereotipos del "joto", la "machorra" o la "vestida", para referirse a los hombres homosexuales, las lesbianas y las personas transgénero, dijo Jaime Aurelio Casillas, director del museo ubicado en Guadalajara, capital del estado de Jalisco.

“La idea curatorial no es hablar de la militancia gay de los derechos humanos, muchos de los museos de memoria gay que hay en el mundo están enfocados en contar la historia de los activistas, el museo está para contar cómo los medios de comunicación veían a las personas trans, a las lesbianas y a los gais”, detalló

A iniciativa de Jaime Cobián, coordinador de la organización Códise, dedicada a promover los derechos de la población LGBT+, Casillas analizó más de 30 mil objetos y documentos reunidos por la agrupación a lo largo de 30 años y clasificó cerca de 3 mil para hacer una primera selección de lo que querían incluir en el museo.

Debido al espacio físico de cerca de 41 metros lineales que podrían intervenir en el museo, el director eligió 171 piezas entre revistas, posters, libros, folletos y periódicos que van de 1904 hasta 2006 divididos en cuatro salas, detalló Casillas.

Rechazo y discriminación

“Joto”, “maricón”, “cachagranizos”, “manflora”, “tortilla”, “lencha”. En un muro, el museo exhibe decenas de motes o palabras despectivas con las que los homosexuales y las lesbianas han sido llamados por la sociedad mexicana y que, en algunos casos, son palabras que se han quedado como un insulto incluso hacia quienes no forman parte de la comunidad.

Una de las salas muestra revistas desde la primera mitad del Siglo XX, algunas de ellas de corte deportivo, que mostraban a hombres desnudos en un intento de pornografía gay. Una de las que más llama la atención fue “Eva”, que estaba dedicada al público femenino, pero que quienes la compraban eran hombres.

También se muestran revistas de corte amarillista como Alarma, en las que con la crudeza de las fotos y textos homofóbicos y transfóbicos, delatan los asesinatos de odio que ocurrieron entre las décadas de 1970 y 1990.

La sala dedicada al VIH es quizás la más significativa al mostrar cómo esta pandemia surgida a inicios de los años 80 fue consumiendo a una parte de la comunidad y cómo en México las campañas de información y prevención tardaron en llegar, en gran medida por el tabú que representaban.

Recortes de periódicos, posters y folletos provenientes de España, Francia y Alemania, dan cuenta de cómo la población LGBT+ fue tomando conciencia de la gravedad del problema y de la necesidad de cuidarse.

El museo también toca el tema de la incidencia de este grupo de la población en la política y cómo poco a poco han ido adquiriendo derechos y visibilidad entre la población.

Incomodar y exigir

Casillas asegura que el museo pretende incomodar y recordarle a la sociedad y las autoridades que los derechos de las personas de la diversidad sexual no han sido satisfechos por completo, pese a que han habido avances con la legalización del matrimonio igualitario y las adopciones entre personas del mismo sexo.

“La legalización del matrimonio igualitario ha facilitado la posibilidad de una vida social y pública, es importante que la gente no se quede en el espacio social, sino habitar el espacio público a exigir sus derechos. Las nuevas generaciones deben entender que lo más importante no son los activistas, si no lo que haces en tu casa, en tu trabajo y en tu vida social porque ahí pones la semilla de la visibilidad y de la exigencia de los derechos”, afirmó.

Para aprovechar las piezas ya clasificadas el museo mostrará nuevos contenidos cada determinado tiempo además de generar un proyecto de actividades culturales para reforzar los contenidos de las salas, destacó Casillas.

También esperan generar un convenio con otras organizaciones y autoridades para poder ampliar el espacio a largo plazo.

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“La idea curatorial no es hablar de la militancia gay de los derechos humanos, muchos de los museos de memoria gay que hay en el mundo están enfocados en contar la historia de los activistas, el museo está para contar cómo los medios de comunicación veían a las personas trans, a las lesbianas y a los gais”, detalló

A iniciativa de Jaime Cobián, coordinador de la organización Códise, dedicada a promover los derechos de la población LGBT+, Casillas analizó más de 30 mil objetos y documentos reunidos por la agrupación a lo largo de 30 años y clasificó cerca de 3 mil para hacer una primera selección de lo que querían incluir en el museo.

Debido al espacio físico de cerca de 41 metros lineales que podrían intervenir en el museo, el director eligió 171 piezas entre revistas, posters, libros, folletos y periódicos que van de 1904 hasta 2006 divididos en cuatro salas, detalló Casillas.

Rechazo y discriminación

“Joto”, “maricón”, “cachagranizos”, “manflora”, “tortilla”, “lencha”. En un muro, el museo exhibe decenas de motes o palabras despectivas con las que los homosexuales y las lesbianas han sido llamados por la sociedad mexicana y que, en algunos casos, son palabras que se han quedado como un insulto incluso hacia quienes no forman parte de la comunidad.

Una de las salas muestra revistas desde la primera mitad del Siglo XX, algunas de ellas de corte deportivo, que mostraban a hombres desnudos en un intento de pornografía gay. Una de las que más llama la atención fue “Eva”, que estaba dedicada al público femenino, pero que quienes la compraban eran hombres.

También se muestran revistas de corte amarillista como Alarma, en las que con la crudeza de las fotos y textos homofóbicos y transfóbicos, delatan los asesinatos de odio que ocurrieron entre las décadas de 1970 y 1990.

La sala dedicada al VIH es quizás la más significativa al mostrar cómo esta pandemia surgida a inicios de los años 80 fue consumiendo a una parte de la comunidad y cómo en México las campañas de información y prevención tardaron en llegar, en gran medida por el tabú que representaban.

Recortes de periódicos, posters y folletos provenientes de España, Francia y Alemania, dan cuenta de cómo la población LGBT+ fue tomando conciencia de la gravedad del problema y de la necesidad de cuidarse.

El museo también toca el tema de la incidencia de este grupo de la población en la política y cómo poco a poco han ido adquiriendo derechos y visibilidad entre la población.

Incomodar y exigir

Casillas asegura que el museo pretende incomodar y recordarle a la sociedad y las autoridades que los derechos de las personas de la diversidad sexual no han sido satisfechos por completo, pese a que han habido avances con la legalización del matrimonio igualitario y las adopciones entre personas del mismo sexo.

“La legalización del matrimonio igualitario ha facilitado la posibilidad de una vida social y pública, es importante que la gente no se quede en el espacio social, sino habitar el espacio público a exigir sus derechos. Las nuevas generaciones deben entender que lo más importante no son los activistas, si no lo que haces en tu casa, en tu trabajo y en tu vida social porque ahí pones la semilla de la visibilidad y de la exigencia de los derechos”, afirmó.

Para aprovechar las piezas ya clasificadas el museo mostrará nuevos contenidos cada determinado tiempo además de generar un proyecto de actividades culturales para reforzar los contenidos de las salas, destacó Casillas.

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