Existe un nuevo modelo de familia en la que una pareja o persona soltera convierte a su mascota en el sustituto de un hijo proporcionándole un trato similar al que le daría un padre o una madre. Hasta son denominados “perrhijos”.
➡️ Únete al canal de El Sol de Puebla en WhatsApp para no perderte la información más importante
Que el perro forme parte de la familia es lo correcto, pero humanizar a una mascota y darle el trato que le daríamos a un hijo, volviéndolo el centro del núcleo familiar, es darle una condición que no tiene por naturaleza y va a terminar por afectarlo. Pensar que son juguetes, que necesitan vestirse, andar en carriolas, con moños coquetos o cascabeles, es correr el riesgo de convertir en objetos a seres que tienen vida.
Los perros tienen un ciclo de vida diferente al de un ser humano y debe ser respetado, porque cuando las mascotas son percibidas como hijos están condenadas al desequilibrio y en consecuencia, a la infelicidad.
Compañeros de vida
A diferencia de un hijo un perro jamás será independiente ni autosuficiente, va a necesitar de ti toda su vida para comer, beber agua, hacer ejercicio con un simple paseo y acudir a revisión médica con el veterinario.
Una mascota nunca será ese adolescente que terminó la universidad y se fue de la casa para enfrentarse al mundo, desarrollarse y formar una familia. Tampoco juzgará tu vida, tus ideas o decisiones.
A diferencia de un hijo, jamás verás en tu perro ningún carácter hereditario, ni físico ni mental. Pero sí lo verás crecer y envejecer, y tendrás que cuidar de él hasta que inevitablemente lo veas partir.
Muchos de los animales de compañía que se compran para ser mascotas son abandonadas y enviados a situación de calle cuando las personas que los adquirieron se dan cuenta que el perro, el gato o el hámster, no son juguetes, sino seres vivos que tienen necesidades. Lo mismo pasa cuando las mascotas son percibidas como hijos porque se pierde de vista su esencia. A los perros les gusta ir olfateando y a los gatos curiosear, a ambos explorar, y no disfrutan andar encadenados y mucho menos vestidos, con moños y cascabeles.
Cada perro es único e irrepetible, pero hay que entender que son animales, no personas, y debes tratarlos como tal para que no pierdan el sentido de su existencia: ser ese compañero de vida que se mantendrá fiel y amoroso a tu lado para proporcionarte una sensación de bienestar emocional y cuidarte toda su vida.
El líder de la manada
Tener un perro es tener un compañero fiel con el cual tejer recuerdos diariamente, pero solo las personas que amamos a los canes podemos entender las emociones que se generan de este vínculo inquebrantable. Por eso, aunque muchas personas no lo entiendan se vuelven parte fundamental en la familia.
Una madre o un padre, es una persona que protege, educa, y ama, que está dispuesta a sacrifica todo por sus hijos. Tu perro no es tu hijo, pero sí es “tu perro”, eres su cuidador, todo lo que tiene, su persona de total confianza y entrega. Para él eres parte de su familia y debes estar dispuesto a amarlo en las buenas y en las malas hasta que cumpla su ciclo vida. Por todo esto, te conviertes en el líder de la manada.
La conexión con un animal es única e incondicional y tristemente no todos pueden vivir esta sensación tan maravillosa de coexistir y compartir la vida con un ser vivo con el que se puede genera un conexión natural inigualable.
Gracias a ti, tu perro llevará una vida sana, plena y feliz. Por eso debes tenerlo y cuidarlo con responsabilidad.
No robes su esencia
Darle a la mascota un padre o madre humanos es cometer una injusticia contra el animal, porque tu can es hijo de un perro y una perra; y aunque los humanos somos capaces de auto percibirnos de muchas formas, un perro siempre será perro y no lo que su cuidador decida.
Eso es querer robarle su naturaleza y querer imponerle la tuya, es una forma equivocada de entender y agradecer. Al hacernos cargos de un ser vivo debemos hacerlo de forma consciente y responsable.
Cuántas veces te han dicho: “si quieres ser una persona responsable cómprate una planta o un perro”. Esta aseveración es inconsciente y egoísta, sobre todo cuando hablamos que ambos, la planta y el perro, son seres vivos que necesitan cuidados y mimos para desarrollarse de acuerdo a su propia naturaleza.
Hay personas que tienen perros para ver cómo se sienten con el compromiso de cuidar a un tercero, pero esto es completamente injusto para el animal que es el que termina sufriendo las consecuencias como maltrato y/abandono. Cuando no se siente respeto y amor hacia los animales, es mejor no tener una mascota.
Amar a alguien supone quererlo tal cual es e intentar transformarlo en algo distinto no es amor. La relación de humanos y perros ha sido satisfactoria a la logo de la historia porque siempre ha habido entendimiento, empatía y compenetración, ha sido un universo enriquecedor y lleno de matices. Dejémosla así y no intentemos robarles su esencia humanizándolos.