Hola queridos lectores, aquí estoy para narrarles de manera muy breve la historia de una iglesia invisible, así es, que está exactamente en el Centro de la ciudad, no, no es la catedral, es una enorme construcción que toda la vida hemos visto e incluso muchos hemos caminado por su acera y que nunca nos percatamos de su existencia: el templo de Santa Catalina de Siena, localizado en la calle 3 Norte esquina con la 2 Poniente, pero pasemos a contar su historia.
UN TEMPLO INVISIBLE
Lo he llamado así porque, a pesar de que es una enorme construcción novohispana, localizada en el Centro de nuestra ciudad, probablemente nunca te ha llamado la atención. Según crónicas, fue el convento más antiguo de la historia de la ciudad, pues se construyó en el año de 1568, es decir, a los 37 años de que Puebla fuera fundada y, de acuerdo con el dato más antiguo, con el patrocinio de María de la Cruz Montenegro (en algunos escritos la mencionan como Montengo).
Llegó a ser una gran institución muy apreciada por la sociedad, ya que su función principal era la de hacer labor social entre las clases bajas de la comunidad, pues se dedicaban a preparar a las mujeres en actividades productivas, en educar a sus niños e incluso se llegaron a tener datos de que se enseñaban clases de lectura, escritura, religión y materias un poco raras para la época, como biología, matemáticas y física.
No faltaron las clases de cocina poblana novohispana ni la enseñanza de instrumentos para la interpretación de música clásica y sacra, incluso se tienen datos de excelentes presentaciones de su coro dentro del templo, todo con el fin de recaudar fondos para su sostenimiento.
CRÓNICA DE UN FINAL ANUNCIADO
Pero toda esta época de bonanza del convento tuvo un final predecible, pues a finales del siglo XIX las Leyes de Reforma y a principios del siglo XX la persecución religiosa iniciada por el gobierno de Calles, marcaron el fin de toda una historia de labor social, ayuda pública, capacitación gratuita para las clases pobres y, sobre todo, un gran historial de labor benéfica para la ciudad.
A razón de estos actos, las monjas dominicas emprenden su peregrinar por distintos inmuebles de la ciudad; se tienen datos de que emigraron y regresaron a su convento y templo en cuatro fechas: 1861, al momento de la aplicación de las Leyes de Reforma; 1867, al final de la época del gobernante francés Maximiliano; 1914, al inicio de la Primera Guerra Mundial y 1826, durante el mandato de Plutarco Elías Calles, quien ordena definitivamente el cierre del claustro, iniciándose el peregrinar de la congregación hasta el año de 1970, que definitivamente se establece en su sitio actual, en el barrio de Analco.
EL PATRIMONIO DE LAS CATALINAS
En el año de 1934 la totalidad del convento es vendida a particulares, en un precio ridículo para la época; según platicas con personas que lo vivieron, se rumoró que se vendió en la cantidad de 15 mil pesos la propiedad completa, la cual de inmediato fue demolida en tiempo récord. Lo que les llevó décadas de construcción a las monjas dominicas, tan solo tomó siete días para borrarla del mapa.
En ese sitio después se construirían los cines Variedades a principios del siglo XX y Coliseo a finales de los años 40, y por el lado de la 4 Poniente, tres edificios levantados en distintas épocas del siglo XX: 1934, 1961 y 1970, dando origen a una calle peatonal que en un tiempo se llamó el Callejón del Variedades.
LA HERENCIA CATALINA
De toda la historia que encerró este convento solo se conserva su gran biblioteca, actualmente ubicada en su sede actual, en el barrio de Analco. Dicha colección guarda la memoria histórica de la congregación, además de la única bibliografía y datos de la comunidad femenina de la ciudad de los siglos XVI, XVII y XVIII, aparte de una gran colección de libros científicos de la época, lo que demuestra que esta congregación no solo se dedicaba a la lectura sacra, sino también científica e histórica.
EL TEMPLO ACTUAL
El templo contiene una gran colección de excelentísimos retablos del más puro estilo barroco, bellamente decorados en su totalidad con lámina de oro, que lamentablemente se encuentran sumamente descuidados; podría decirse que, de estar restaurados y en perfecto estado, serían la más grande competencia en belleza con la Capilla del Rosario, en el templo de Santo Domingo, pero su estado actual no les resta belleza, son dignos de ser visitados y admirados.
UN DATO CURIOSO: ¿sabías que es el único templo en la ciudad en tener cochera?, así es, desde su diseño se incluyó un zaguán al final del templo, que en algún tiempo fue para guardar un carruaje; los sacerdotes en la época de la colonia utilizaban unos pequeños llamados landau, aquí en la ciudad puedes admirar uno de estos en el Museo Casa de Alfeñique.
Así es mis queridos leyentes, ¿qué les pareció esta narración acerca de este enorme y bellísimo templo? Recuerden, no dejen de visitarlo.
Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, el Barón Rojo. Nos leemos el próximo sábado.
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