Hola queridos lectores, como cada domingo desde hace cuatro años, su servidor Eduardo Zamora, el Barón Rojo, les agradece el favor de abrirme las puertas de sus hogares en este muy lluvioso domingo, ahora sí, ya de lleno en la temporada de lluvias de este año.
En esta ocasión les voy a narrar una antigua noticia la cual encontré producto de la casualidad, pues al estar indagando algún tema relevante para ustedes en la hemeroteca de esta casa editorial, con sorpresa leo algo sorprendente: la nota donde se menciona la destrucción de la casa más antigua de nuestra ciudad, la Casa del Deán.
La Casa del Deán de la Catedral, don Tomas de la Plaza, localizada en la esquina de las actuales 16 de Septiembre y 7 Poniente, construida según fecha marcada en el año del señor de 1580, o sea cincuenta años después de fundada la ciudad de Puebla, es, junto con la “Casa de las cabecitas”, en la actual 3 poniente, la más antigua de la ciudad.
Se le llamo así porque era la casa que ocupaba el Deán de la catedral, este título correspondía al segundo sacerdote, después del obispo, y sus funciones eran el ser jefe de los párrocos de la ciudad y además el, digamos, encargado del mantenimiento de los templos, pues era el encargado de contratar quien realizara toda reparación de las imágenes, mobiliario eclesiástico, restauraciones a las iglesias y mantenimiento en general.
Fue casa eclesiástica hasta finales del siglo XIX, pues por las Leyes de Reforma es expropiada y vendida a particulares; sus usos pasaron de ser casa habitación, posada, vecindad, locales comerciales, hasta el año de 1950, cuando es vendida y tres años después, tristemente, es demolida casi en su totalidad.
Escribo casi, pues por azares del destino se preservan los dos cuartos de la esquina para no perder la cuadratura del terreno, y es ahí cuando se dan cuenta de toda la riqueza histórica que destruyeron: murales del siglo XVI plasmados en la totalidad de los cuartos y, tristemente, borrados del mapa, víctimas de la ambición.
Por presiones de la sociedad, se rescata la escalera monumental del cascajo ya cargado en camiones de volteo para ser llevados al tiradero municipal, y los dueños del predio son obligados a reconstruirla, quedando esta en la entrada de la 16 de Septiembre.
Esta historia ya la narré en una entrega anterior, entonces, ¿cuál es la noticia?, pues me encontré la nota en El Sol de Puebla de febrero del año de 1953, donde se denuncia que la demolición del inmueble se realizó sin mediar permiso de ninguna autoridad o de cualquier otra índole, fue demolida arbitrariamente por órdenes de los dueños del predio, entre ellos Abelardo L. Rodríguez, ex presidente de México en los años treinta.
Y es hasta el mes de mayo cuando las autoridades se dan cuenta, gracias a las protestas de la sociedad, del enorme patrimonio histórico perdido. Es ahí cuando se deciden a intervenir, pero ya era demasiado tarde, la enorme casona ya es historia, solo se logran rescatar los dos únicos cuartos y sus accesos, los cuales son restaurados y mostrados al público hasta el año 2006, logrando la protección del INAH.
En 1955 se inaugura el flamante Cine Puebla, uno de los más grandes de la ciudad, con capacidad para cuatro mil espectadores; imagínense queridos lectores de qué tamaño era, que en el año 2000 es vendido y adquirido por una cadena nacional, esta lo remodela y lo convierte en ocho pequeñas salas de cine. Siempre lo he escrito y con tristeza lo repito, qué lastima que para construir, primero hay que destruir.
Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, el Barón Rojo, y tenemos una cita el próximo domingo.
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