Hola queridos lectores, gracias por recibirme nuevamente en sus hogares, ahora sí, ya entrados en la recta final de nuestro querido 2018, preparándonos para las últimas fiestas del año, la virgen de Guadalupe, la Navidad y la festividad a la que más le huimos, la engordante cena de año nuevo.
En esta ocasión, no les voy a narrar la historia de alguna casona colonial, o de alguna exposición de renombre, o de alguna calle de Puebla, les voy a platicar de una de las maneras que más me gusta viajar, y despegando por los aires en mi fabuloso FOKKER realizaremos un viaje a través del tiempo, así es, y qué mejor manera de disfrutar estos viajes que sumergiéndonos en el cofre de tesoros más completo y fabuloso con que contamos los poblanos, el cofre de tesoros del único y verdadero, no dueño, sino poseedor de la historia poblana en toda su extensión, la historia de nuestra ciudad con puntos y comas, la Hemeroteca de El Sol de Puebla, y lo mejor de este cofre, es que siempre está abierto a nuestra disposición, no es un museo, ES EL MUSEO, pero el museo grafico más completo de nosotros los poblanos, los que caminamos con orgullo por sus calles, como verdaderos “PIPOPES” (Piezas Poblanas Perfectas), de todo este mar de tesoros les voy a extraer una pequeña historia, comencemos:
Corría el año de 1989, en la ciudad de Puebla se vivían los estragos finales de una crisis económica de casi 18 años, con inflación de casi el 100%, los precios de los productos básicos tazados en miles, los productos de uso popular se cotizaban también en precios de 4 ceros, pero con un detalle único que notamos en nuestra ciudad, comenzamos a ver cómo muy lentamente nuestro nivel de vida comenzó a subir, las familias comenzaron a adquirir electrodomésticos, automóviles, y los que lograron una estabilidad mejor, comenzaron a adquirir casas en los nuevos fraccionamientos de lujo que comenzaron a surgir al sur y en la periferia de la ciudad: Anzures, Estrellas del Sur, Club de Golf, San José Mayorazgo, entre otros.
Fue en uno de esos días del mes de junio, cuando los lectores de El Sol de Puebla, nos enteramos que una asociación civil de ayuda a niños, llamada IPODERAC, ignoró hoy en día que significaban sus siglas, para recaudar fondos para su labor altruista organiza un desfile muy diferente de los que habíamos presenciado los poblanos, el desfile de cuatro de las más famosas botargas de la familia Disney, directamente traídos del parque temático más famoso del mundo, Disneylandia, en Anaheim California.
Toda la población estábamos ansiosos para que llegara ese anhelado día, y al fin llegó, fue el primer sábado de junio cuando ansiosos, una increíble multitud de poblanos nos reunimos en la histórica avenida reforma y con gran alegría vimos el inicio del desfile, primero vimos a Gooffy, a quien aquí en México conocimos como Tribilín, a continuación observamos al pato Donald, seguido de la bellísima Mimí, y finalmente el héroe de la infancia de millones de niños, Mickey Mouse, los cuatro personajes desfilaron sobre automóviles antiguos prestados por una agrupación coleccionista de estas reliquias sobre ruedas.
Toda una multitud de poblanos, la envidia de cualquier político de la época, nos reunimos en la Avenida Reforma, hasta el zócalo citadino, donde sobre una plataforma montada frente al palacio del H. Ayuntamiento, realizaron una serie de coreografías musicales acompañados de un grupo de bellas edecanes, protagonistas de un popular programa de televisión americano, el Club de Mickey Mouse.
Fue tanta la multitud de gente reunida, que tardó casi toda la tarde en que se retiraran del zócalo de la ciudad, el cual se vació casi al anochecer, un espectáculo que nunca se olvidará.
Un evento que los niños de hoy en día dirían que no tuvo nada de fabuloso, pero hay que recordar que esto pasó hace casi treinta años, y para los que lo presenciamos fue un espectáculo de ensueño, nunca nos imaginaríamos que los niños que lo vieron, hoy en día de seguro son padres de familia; los que éramos jóvenes hoy en día somos abuelos, así es, porque yo ya soy abuelo, tengo un nietecito de meses de nacido, Fernandito, y dos más en el horno, cocinándose amorosamente por sus mamás.
Quién lo fuera a pensar, en estas imágenes captadas con mi cámara de rollo, hoy en día, pieza de museo, me pregunto qué habrá sido de todas esas personas que aparecen, adultos mayores, jóvenes de corazón como yo, y los niños de ese año, adultos hoy en día, que con sus hijos, estamos esperando la próxima visita de estos personajes imaginarios a nuestra ciudad, personajes que bajo la mano del gran Walt Disney, nos dieron la oportunidad de viajar a miles de lugares, miles de sueños, miles de aventuras, ¿imaginarios?, nooooo, porque al menos una vez en nuestras vidas sí los vimos y convivimos con ellos, en estas calles de nuestra ciudad.
Si deseas descubrir más historias como esta, sumérgete en este fabuloso cofre de tesoros que es la hemeroteca de El Sol de Puebla.
Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, agradezco el favor de tu atención, mi correo a su disposición profelalo2002@hotmail.com, mis páginas Eduardo Zamora Martínez y Lalo Zamora, WhatsApp: 22 12 532690, y Twitter: @elbaronrojo62, se despide de ustedes su amigo El Barón Rojo. Hasta la próxima.