Gracias nuevamente, queridos lectores, por recibirme en la calidad y la calidez de sus hogares, ahora sí disfrutando ya de estos calores primaverales, los cuales nos auguran un aumento de temperatura bastante fuerte. Qué mejor oportunidad para hacer conciencia de lo importante que es sembrar árboles y defender los existentes.
En esta entrega les platico un corolario al tema del que traté el domingo pasado en mi programa de radio semanal, durante el cual me llenó de sorpresa el gran interés que despertó, espero que sea de su agrado.
¿POR QUÉ LOS VITRALES?
Estos fueron la respuesta para solucionar el gran espacio con el que se comenzaron a construir templos y edificios. Con la llegada de nuevos materiales, nuevas calidades de cemento, nuevas técnicas de encastillar una construcción, todo esto dio facilidades para abrir ventanas más grandes, y los vitrales fueron la respuesta para regular la gran cantidad de luz que penetraba a los interiores.
Si se les hubieran colocado cristales incoloros comunes, habrían tenido el problema de tener interiores tan increíblemente iluminados que no serviría de nada estar dentro; sería mas cómodo estar en exteriores. ¿Cómo resolver esta cantidad de luz interior?, pues la solución fue instalar vidrios de colores, los cuales ya se fabricaban desde el siglo X, primero en Italia, luego a partir del siglo XII en Alemania y Francia, y hasta el siglo XIV, esta industria se establece en Inglaterra.
Todo esto dio pauta a utilizar los grandes ventanales como lienzos para plasmar obras de arte de dimensiones increíbles, y sobre todo el mostrarlas bellamente iluminadas por el Sol, dando por resultado bellísimas obras de arte, sin preocuparse porque las dañe la luz solar.
Aquí en la Nueva España, esta nueva forma de iluminar interiores se aprovechó bellamente en todos los templos católicos de la época, desde pequeñas ventanas correctamente orientadas, hasta colosales ventanales como los que tenemos en las iglesias de Ocotlán, en la colonia Humboldt y la medalla milagrosa, en la colonia Azcárate.
Casi todas las iglesias poblanas cuentan con al menos un vitral, hasta grandes edificios civiles, como el H. Ayuntamiento y ni se diga las grandes casonas porfirianas existentes en el centro histórico, en las cuales el lucir un vitral era símbolo de status económico, pues estas obras traslucidas, hasta la fecha no son nada económicas.
Para elaborar un vitral, primero se saca una plantilla a tamaño natural de la ventana donde se instalará, a continuación se realiza el dibujo sobre esta plantilla, se traza el corte de los cristales, se colorea con acuarelas, para después observarla a trasluz, y corregir diseño y colores de los cristales, a continuación se saca una calca del mismo, para ser cortado y obtener las plantillas de los cristales a cortar; ya cortados, se les funde una varilla de bronce, para luego ser armado el vitral con varillas de plomo.
Pero eso no es todo, dentro de las varillas de plomo se intercalan otras de hierro antiguamente y de acero hoy en día, para armar dentro del vitral un alma de acero y darle resistencia, pues de no tener este esqueleto el vitral carecería de resistencia y al levantarlo se desmoronaría, incluso los grandes vitrales se arman del centro, hacia afuera
Los colosales, como los de Ocotlán y la Medalla Milagrosa, se arman en el mismo sitio final desde abajo hacia arriba, para asentarlo con anclas de acero en el concreto y es necesario anclarlo firmemente, pues uno de estos vitrales llega a tener un peso aproximado de cien kilos por metro cuadrado.
¿Sabías que se fabrican vitrales para la luz diurna y vitrales para luz nocturna?, así es, se fabrican vitrales con diseños y colores específicos para ser iluminados por la luz de la Luna llena, generalmente colocados en los cubos de escaleras.
Agradezco a mi querido amigo y radioescucha Carlos Cruz, el favor de haberme facilitado este bello juego de fotografías, las cuales todas son su autoría.
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