El Niño Dios te escrituró una cantera | TURISTEANDO CON EL BARÓN ROJO

Breve recorrido por la obra de un par de talentosos artistas poblanos: Jesús Corro, padre e hijo

Jorge Eduardo Zamora | El Sol de Puebla

  · sábado 17 de julio de 2021

Foto: Colección Corro Ferrer / Cortesía | Eduardo Zamora

Hola queridos lectores, gracias por recibirme en sus hogares en este sábado; espero que estén descansando en la comodidad de sus camas, disfrutando de un agradable cafecito matutino. En esta ocasión les voy a platicar, de una manera muy breve, el paso por la historia de Puebla de dos grandes artistas poblanos, don Jesús Corro Soriano y don Jesús Corro Ferrer.

La fama y prestigio de esta familia se inicia junto con el siglo XX; así es, don Jesús Corro Soriano comienza su trabajo elaborando el dintel de la puerta principal del nuevo palacio del H. Ayuntamiento en el año de 1901, luego elabora la balconería de este, desde el balcón central hasta los torreones, todo bajo la dirección del ilustre ingeniero inglés Charles Hall, trabajo terminado en 1906.

SARACIBAR Y SU VICTORIA

En 1906 el H. Ayuntamiento realiza una convocatoria para la elaboración de un nuevo mercado en la desaparecida huerta del monasterio de los dominicos. El arquitecto español Julio de Saracibar contrata a Jesús Corro Soriano para la decoración de las fachadas, las cuales incluyen la carátula del reloj del portal principal, los minaretes de las esquinas norte y sur, los escudos tallados de Puebla, 7 en total, y el arco pórtico de la actual Calle 5 de Mayo.

HÉRCULES Y MERCURIO, VIGILANDO LA CIUDAD

En 19011, a la muerte de Julio de Saracivar, toma la dirección de la obra el arquitecto Tamariz y, bajo la dirección de este, el señor Jesús Corro entrega en tiempo la carátula del reloj del pórtico principal, una bella talla en cantera blanca representando las imágenes de Hércules, dios del trabajo y Mercurio, dios del comercio, enmarcado una fina maquinaria relojera de la marca por excelencia de la época, La Esmeralda.

LA MELLIZA DE LA FUENTE DE SAN MIGUEL

A principios de los años 40 un grupo empresarial norteamericano, al visitar la ciudad, se enamora de la fuente de San Miguel, en esas fechas ubicada en la Plazuela del Boliche, al norte del Teatro Principal y al poniente de la Capilla de Dolores, en San Francisco, y lo contratan para hacer una reproducción de esta, pero por esas fechas la Unión Americana ya estaba de lleno en el conflicto bélico mundial contra los alemanes. Nadie se hace cargo de pagar el flete de esta hacia la frontera norte, olvidándose por completo de la réplica de la fuente y del pago de esta.

No es sino hasta 1944, cuando los fraccionadores de la colonia América Norte se la compran al escultor Corro Soriano y entonces por fin es colocada en el Parque Habana de esta colonia, frente a la escuela Simón Bolívar.

EL TALENTO SE HEREDA

Don Jesús Corro Soriano hereda su talento a su hijo Jesús Corro Ferrer, nacido en 1933, quien tiene uno de sus primeros trabajos profesionales haciéndose cargo del traslado de la fuente de San Miguel de la Plazuela del Boliche hacia el zócalo citadino en el año de 1962, para celebrar el centenario de la Batalla de Puebla. Irónico, al padre le toca hacer una reproducción y al hijo el traslado de la original.

UN MURAL FUTBOLERO

Ya muy avanzada la década de los 60 Jesús corro Ferrer tenía varios trabajos escultóricos de renombre, pero en 1968, a poco tiempo de que se terminara la construcción del estadio Cuauhtémoc, el gobierno en turno le encarga, con un tiempo límite de tres meses, la elaboración del mural que cubría la fachada, siendo el Cuauhtémoc el único estadio, fuera del Olímpico de CU en la capital, en tener un mural de las dimensiones de este, trabajo logrado en un tiempo récord.

EN UN BOSQUE DE LA PUEBLA, UNA CHINA SE ENCONTRÓ

En 1972 el gobierno del estado le encomienda la elaboración de la fuente de la china poblana, la cual le acarreó múltiples problemas, porque ya terminada la CFE no le permitió que estuviera tan cerca de los cables de alta tensión que recorren la Diagonal Defensores de la República, con lo cual debió modificarla en el lugar de destino a última hora, además de que por ser suelo pantanoso, tuvo que instalar una súper zapata gigante de concreto para asentar el conjunto completo. Después de superar los problemas, se inaugura en 1972.

Querido lector, aquí te menciono solamente una pequeñísima muestra del trabajo de los dos escultores Jesús Corro, Soriano y Ferrer. Espero haya sido de tu agrado. Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, el Barón Rojo. Nos leemos el próximo sábado.

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