/ domingo 11 de noviembre de 2018

Iglesias sin rostro | TURISTEANDO CON EL BARÓN ROJO

Templos que se caracterizan porque su acceso es por un costado

Hola queridos lectores gracias por abrirme las puertas de sus hogares en este ya muy friolento mes de noviembre, esperando nada más el cumpleaños de Anirev, deseando que la pase bien en compañía de su familia, a continuación, prepararnos para las fiestas navideñas y adiós 2018.

Seguramente se preguntarán porqué el título tan peculiar para esta nota, pues ahora les explico: cuando era niño (por favor no hagan cuentas), entre los cuadros que decoraban la sala de la casa de mis padres, había un cuadrito de esos que se obsequian para festejar algún aniversario, generalmente se adquirían en esa gran tienda de regalos que existió en la 5 de Mayo, casi esquina con la 2 Oriente-Poniente, ¿la recuerdan?; ese cuadrito tenía un Cristo moldeado en pasta, pero con una característica que me llamaba la atención desde niño: no tenía rostro y la frase escrita “¿quién te quitó el rostro?”. Mi madre me explicaba que era una metáfora, no tenía rostro porque lo había perdido por los pecados del hombre, y para que lo recuperara yo debería de portarme bien.

Esto me vino a la mente para el título de mi nota de hoy, “Las iglesias sin rostro”, pero en esta ocasión no es que hayan perdido el rostro, sino que son iglesias que carecen de fachadas, así es son templos que se caracterizan porque su acceso es por un costado, no por el extremo contrario al altar mayor, como es el clásico diseño eclesiástico.

Las iglesias que conocemos comúnmente, por ejemplo: San Agustín, La Merced, San Francisco, etc. Tienen una fachada bellamente diseñada, y desde luego, su característico atrio, pero estas que menciono a continuación no, ¿ejemplos de este tipo?, pues Santa Clara, en la 6 Oriente; El Señor de las Maravillas, en la 5 de Mayo esquina con la 18 Poniente; Santa Inés, en la 9 Poniente frente a La Concordia; La Concepción, en la 7 Poniente y 16 de Septiembre; San Jerónimo, en la 7 Oriente; Santa Teresa, en la 2 Norte y 8 Oriente; La Santísima, en Reforma y la 3 Norte, y Santa Catalina, en la 3 Norte y 2 Poniente.

Estas iglesias tienen la misma característica, carecen de fachada principal, la mayoría con un solo acceso lateral, generalmente a la mitad de la nave, algunas con atrio, como Santa Inés, Santa Teresa y La Santísima; el resto con acceso directo a la banqueta a la entrada de ellas, pero todas tienen en un extremo el altar mayor y al otro el coro y fondo de la nave y como coincidencia, todas tienen una sola torre-campanario, colocada al extremo donde está el coro; como todas son construcciones de los siglos XVI y XVII, cuentan con su característico pulpito, el cual se dejó de utilizar después del concilio Vaticano II en 1963, hoy en día son bellas piezas de decoración.

Estos templos, a pesar de que todos son unas obras maestras del diseño eclesiástico, son de dimensiones increíbles, todas al menos con un largo promedio de 40 metros desde el altar mayor al muro del fondo, pero fueron construidas en terrenos de tamaño pequeño, en comparación con templos de dimensiones pequeñas, pero con atrios mayores a un campo de futbol, como la parroquia de Santa Anita.

Otro detalle, todas estas iglesias estaban anexas a un convento o monasterio; al aplicarse las expropiaciones juaristas pierden sus anexos, muchos de ellos para desaparecer bajo la picota anticlerical. ¿Sabes por qué se salvaron los templos de su destrucción?, no fue por el fin de terminar con el culto católico, fue porque era espantosamente costoso destruir esas construcciones, pues la de menor tamaño tiene muros de un metro de espesor, ya después de entrado el siglo XX, la autoridad federal se dio cuenta del enorme valor arquitectónico de estos y los decretaron monumentos históricos, pero por ganas no pararon.

Así es querido lector, la próxima vez que camines por estas calles de Dios, pon atención en estos típicos templos sin rostro, mejor dicho, sin fachada, eso sí, todos con una riqueza interior impresionantemente hermosa. Toma asiento un momento en una de sus bancas, y respira su belleza arquitectónica y religiosa, todos son un regalo ideal para tu vista y tu espíritu.

Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, agradezco el favor de tu atención, mi correo a su disposición profelalo2002@hotmail.com, mis páginas Eduardo Zamora Martínez y Lalo Zamora, WhatsApp: 22 12 532690, y Twitter: @elbaronrojo62, se despide de ustedes su amigo El Barón Rojo. Hasta la próxima.

Hola queridos lectores gracias por abrirme las puertas de sus hogares en este ya muy friolento mes de noviembre, esperando nada más el cumpleaños de Anirev, deseando que la pase bien en compañía de su familia, a continuación, prepararnos para las fiestas navideñas y adiós 2018.

Seguramente se preguntarán porqué el título tan peculiar para esta nota, pues ahora les explico: cuando era niño (por favor no hagan cuentas), entre los cuadros que decoraban la sala de la casa de mis padres, había un cuadrito de esos que se obsequian para festejar algún aniversario, generalmente se adquirían en esa gran tienda de regalos que existió en la 5 de Mayo, casi esquina con la 2 Oriente-Poniente, ¿la recuerdan?; ese cuadrito tenía un Cristo moldeado en pasta, pero con una característica que me llamaba la atención desde niño: no tenía rostro y la frase escrita “¿quién te quitó el rostro?”. Mi madre me explicaba que era una metáfora, no tenía rostro porque lo había perdido por los pecados del hombre, y para que lo recuperara yo debería de portarme bien.

Esto me vino a la mente para el título de mi nota de hoy, “Las iglesias sin rostro”, pero en esta ocasión no es que hayan perdido el rostro, sino que son iglesias que carecen de fachadas, así es son templos que se caracterizan porque su acceso es por un costado, no por el extremo contrario al altar mayor, como es el clásico diseño eclesiástico.

Las iglesias que conocemos comúnmente, por ejemplo: San Agustín, La Merced, San Francisco, etc. Tienen una fachada bellamente diseñada, y desde luego, su característico atrio, pero estas que menciono a continuación no, ¿ejemplos de este tipo?, pues Santa Clara, en la 6 Oriente; El Señor de las Maravillas, en la 5 de Mayo esquina con la 18 Poniente; Santa Inés, en la 9 Poniente frente a La Concordia; La Concepción, en la 7 Poniente y 16 de Septiembre; San Jerónimo, en la 7 Oriente; Santa Teresa, en la 2 Norte y 8 Oriente; La Santísima, en Reforma y la 3 Norte, y Santa Catalina, en la 3 Norte y 2 Poniente.

Estas iglesias tienen la misma característica, carecen de fachada principal, la mayoría con un solo acceso lateral, generalmente a la mitad de la nave, algunas con atrio, como Santa Inés, Santa Teresa y La Santísima; el resto con acceso directo a la banqueta a la entrada de ellas, pero todas tienen en un extremo el altar mayor y al otro el coro y fondo de la nave y como coincidencia, todas tienen una sola torre-campanario, colocada al extremo donde está el coro; como todas son construcciones de los siglos XVI y XVII, cuentan con su característico pulpito, el cual se dejó de utilizar después del concilio Vaticano II en 1963, hoy en día son bellas piezas de decoración.

Estos templos, a pesar de que todos son unas obras maestras del diseño eclesiástico, son de dimensiones increíbles, todas al menos con un largo promedio de 40 metros desde el altar mayor al muro del fondo, pero fueron construidas en terrenos de tamaño pequeño, en comparación con templos de dimensiones pequeñas, pero con atrios mayores a un campo de futbol, como la parroquia de Santa Anita.

Otro detalle, todas estas iglesias estaban anexas a un convento o monasterio; al aplicarse las expropiaciones juaristas pierden sus anexos, muchos de ellos para desaparecer bajo la picota anticlerical. ¿Sabes por qué se salvaron los templos de su destrucción?, no fue por el fin de terminar con el culto católico, fue porque era espantosamente costoso destruir esas construcciones, pues la de menor tamaño tiene muros de un metro de espesor, ya después de entrado el siglo XX, la autoridad federal se dio cuenta del enorme valor arquitectónico de estos y los decretaron monumentos históricos, pero por ganas no pararon.

Así es querido lector, la próxima vez que camines por estas calles de Dios, pon atención en estos típicos templos sin rostro, mejor dicho, sin fachada, eso sí, todos con una riqueza interior impresionantemente hermosa. Toma asiento un momento en una de sus bancas, y respira su belleza arquitectónica y religiosa, todos son un regalo ideal para tu vista y tu espíritu.

Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, agradezco el favor de tu atención, mi correo a su disposición profelalo2002@hotmail.com, mis páginas Eduardo Zamora Martínez y Lalo Zamora, WhatsApp: 22 12 532690, y Twitter: @elbaronrojo62, se despide de ustedes su amigo El Barón Rojo. Hasta la próxima.

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