/ sábado 7 de julio de 2018

La casa de las Bóvedas | TURISTEANDO CON EL BARÓN ROJO

Un hermosísimo caserón de la avenida Ávila Camacho

Hola queridos lectores, pues aquí me tienen con otra entrega, siempre con el deseo de que les sirva para aumentar su acervo cultural; en esta ocasión, les voy a narrar de una manera breve la historia de un hermosísimo caserón de la avenida Ávila Camacho, perdón, avenida Palafox y Mendoza, después de tantos años no se me quita la costumbre de llamarla Ávila Camacho, pues así se llamaba en mi juventud.

JUAN DE PALAFOX 406

Por toda la vida caminé sobre esta acera, a un costado de la Iglesia de La Compañía y siempre me llamó la atención esta gran mansión, cuando niño la conocí de la mano de mi padre, quien al ser arquitecto y dibujante, siempre le gustaba el visitar esta casa, pues era la academia de bellas artes y en sus patios y corredores era normal el verla llena de estudiantes de dibujo, pintura al óleo o trazos isométricos; esta era precisamente la especialidad de mi padre y le gustaba el ver a los precoces artistas hacer sus pininos en este estilo tan difícil de dominar.

La historia de esta casa se remonta al año de 1682, su primer propietario, y se supone su constructor fue Diego Sánchez Peláez, eclesiástico de la catedral fallecido en 1714, cuando esta casa pasa por un periodo de 99 años por diversos dueños, de los cuales no se tienen registros sino hasta el año de 1813, cuando se funda la junta de la caridad para la educación de la buena juventud, encabezada por el clérigo José Antonio Jiménez de las Cuevas.

Foto: Jorge Eduardo Zamora Martínez

Dicha junta aparte de su fundador la integraban 12 clérigos y 12 miembros de la sociedad civil, quienes establecen los antecedentes de la primera academia de artes y dibujo de la ciudad, llamándose después Academia de Bellas Artes, institución que impartía clases de dibujo y pintura a los niños y jóvenes de escasos recursos, pero no solamente impartían clases, sino que también, se tiene razón de que las iglesias enviaban a este instituto sus pinturas e imágenes para su restauración y reparación, labor que se le encomendaba a los alumnos más destacados, los cuales, sin percibir un emolumento, las restauraban nada más por el gusto de practicar, y servirle a la iglesia, pues no existía en todo el estado nadie quien realizara esta actividad de manera tan entregada y esmerada.

Este organismo clérigo-civil, comenzó sus labores en esta casa como inquilino, pues pagaban renta por todo el inmueble, pero en 1840, la adquieren en propiedad, desempeñándose aparte de escuela de artes, como instituto de formación religiosa, e incluso según crónicas, se les preparaba a sus alumnos para impartir clases en los barrios pobres de la ciudad, y todo de forma apostolar, esto es, sin cobrar un solo céntimo, salvo lo que las familias humildes les quisieran obsequiar.

Esta institución llegó a tener como profesores a artistas de la talla de José Manzo (1789-1860), arquitecto y dibujante, y alumnos tan destacados como Agustín Arrieta (1803-1874), pintor retratista de escenas costumbristas de la época.

Foto: Jorge Eduardo Zamora Martínez

Dato curioso, a pesar de ser esta una institución de la iglesia, no encontré dato alguno de cuál fue su destino durante la implantación de las Leyes de Reforma, durante el gobierno de Juárez; lo único que logré investigar, es que logró salvarse de la expropiación por parte del gobierno, gracias a que los civiles que formaban la junta de gobierno pudieron convencer a los clérigos que la integraban de que separaran de esta, formando así una junta administrativa totalmente integrada por civiles, funcionando de esta manera hasta el año de 1937.

Esta institución tuvo en su historia muchos benefactores, entre los más destacados están los obispos Antonio Joaquín Pérez Martínez y Pablo Vásquez, quienes le donaron muchas imágenes al óleo y de bulto, formándose así una primera colección para integrar su pinacoteca.

A finales de los años 30s el gobernador Maximino Ávila Camacho, le otorga en custodia un total de 125 obras pictóricas propiedad del colegio del estado, acrecentando su pinacoteca; es en esas mismas fechas que el gobernador le otorga la autonomía al colegio del estado fundándose la Universidad Autónoma de Puebla, la cual reclama la devolución de estas obras, para lo cual realiza las negociaciones el licenciado Horacio Labastida Muñoz, esto es en el año de 1939, de manera infructuosa, luego continúa su reclamo en el año de 1964, ahora como representante de la UAP el profesor Manuel Lara y Parra, también con resultados negativos, pero por fin, y con fructíferos resultados, en 1973 no solo obtienen las obras, sino el inmueble en propiedad, durante la administración del gobernador interino, Guillermo Morales Blumenkron.

Querido lector, a tu primera oportunidad visita esta hermosa casa y te sorprenderás de lo bello de su diseño, es un orgullo el poder observar y admirar la labor de la universidad en su trabajo de recuperación y restauración de nuestro patrimonio histórico, desde luego, sin olvidarnos de los contribuyentes, quienes son los que aportan por medio de sus impuestos los recursos para que se logre esta labor de preservar nuestra ciudad.

Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, agradezco el favor de tu atención, mi correo a su disposición profelalo2002@hotmail.com, mis páginas Eduardo Zamora Martínez y Lalo Zamora, WhatsApp: 22 12 532690, y Twitter @elbaronrojo62, se despide de ustedes su amigo El Barón Rojo. Hasta la próxima.

Hola queridos lectores, pues aquí me tienen con otra entrega, siempre con el deseo de que les sirva para aumentar su acervo cultural; en esta ocasión, les voy a narrar de una manera breve la historia de un hermosísimo caserón de la avenida Ávila Camacho, perdón, avenida Palafox y Mendoza, después de tantos años no se me quita la costumbre de llamarla Ávila Camacho, pues así se llamaba en mi juventud.

JUAN DE PALAFOX 406

Por toda la vida caminé sobre esta acera, a un costado de la Iglesia de La Compañía y siempre me llamó la atención esta gran mansión, cuando niño la conocí de la mano de mi padre, quien al ser arquitecto y dibujante, siempre le gustaba el visitar esta casa, pues era la academia de bellas artes y en sus patios y corredores era normal el verla llena de estudiantes de dibujo, pintura al óleo o trazos isométricos; esta era precisamente la especialidad de mi padre y le gustaba el ver a los precoces artistas hacer sus pininos en este estilo tan difícil de dominar.

La historia de esta casa se remonta al año de 1682, su primer propietario, y se supone su constructor fue Diego Sánchez Peláez, eclesiástico de la catedral fallecido en 1714, cuando esta casa pasa por un periodo de 99 años por diversos dueños, de los cuales no se tienen registros sino hasta el año de 1813, cuando se funda la junta de la caridad para la educación de la buena juventud, encabezada por el clérigo José Antonio Jiménez de las Cuevas.

Foto: Jorge Eduardo Zamora Martínez

Dicha junta aparte de su fundador la integraban 12 clérigos y 12 miembros de la sociedad civil, quienes establecen los antecedentes de la primera academia de artes y dibujo de la ciudad, llamándose después Academia de Bellas Artes, institución que impartía clases de dibujo y pintura a los niños y jóvenes de escasos recursos, pero no solamente impartían clases, sino que también, se tiene razón de que las iglesias enviaban a este instituto sus pinturas e imágenes para su restauración y reparación, labor que se le encomendaba a los alumnos más destacados, los cuales, sin percibir un emolumento, las restauraban nada más por el gusto de practicar, y servirle a la iglesia, pues no existía en todo el estado nadie quien realizara esta actividad de manera tan entregada y esmerada.

Este organismo clérigo-civil, comenzó sus labores en esta casa como inquilino, pues pagaban renta por todo el inmueble, pero en 1840, la adquieren en propiedad, desempeñándose aparte de escuela de artes, como instituto de formación religiosa, e incluso según crónicas, se les preparaba a sus alumnos para impartir clases en los barrios pobres de la ciudad, y todo de forma apostolar, esto es, sin cobrar un solo céntimo, salvo lo que las familias humildes les quisieran obsequiar.

Esta institución llegó a tener como profesores a artistas de la talla de José Manzo (1789-1860), arquitecto y dibujante, y alumnos tan destacados como Agustín Arrieta (1803-1874), pintor retratista de escenas costumbristas de la época.

Foto: Jorge Eduardo Zamora Martínez

Dato curioso, a pesar de ser esta una institución de la iglesia, no encontré dato alguno de cuál fue su destino durante la implantación de las Leyes de Reforma, durante el gobierno de Juárez; lo único que logré investigar, es que logró salvarse de la expropiación por parte del gobierno, gracias a que los civiles que formaban la junta de gobierno pudieron convencer a los clérigos que la integraban de que separaran de esta, formando así una junta administrativa totalmente integrada por civiles, funcionando de esta manera hasta el año de 1937.

Esta institución tuvo en su historia muchos benefactores, entre los más destacados están los obispos Antonio Joaquín Pérez Martínez y Pablo Vásquez, quienes le donaron muchas imágenes al óleo y de bulto, formándose así una primera colección para integrar su pinacoteca.

A finales de los años 30s el gobernador Maximino Ávila Camacho, le otorga en custodia un total de 125 obras pictóricas propiedad del colegio del estado, acrecentando su pinacoteca; es en esas mismas fechas que el gobernador le otorga la autonomía al colegio del estado fundándose la Universidad Autónoma de Puebla, la cual reclama la devolución de estas obras, para lo cual realiza las negociaciones el licenciado Horacio Labastida Muñoz, esto es en el año de 1939, de manera infructuosa, luego continúa su reclamo en el año de 1964, ahora como representante de la UAP el profesor Manuel Lara y Parra, también con resultados negativos, pero por fin, y con fructíferos resultados, en 1973 no solo obtienen las obras, sino el inmueble en propiedad, durante la administración del gobernador interino, Guillermo Morales Blumenkron.

Querido lector, a tu primera oportunidad visita esta hermosa casa y te sorprenderás de lo bello de su diseño, es un orgullo el poder observar y admirar la labor de la universidad en su trabajo de recuperación y restauración de nuestro patrimonio histórico, desde luego, sin olvidarnos de los contribuyentes, quienes son los que aportan por medio de sus impuestos los recursos para que se logre esta labor de preservar nuestra ciudad.

Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, agradezco el favor de tu atención, mi correo a su disposición profelalo2002@hotmail.com, mis páginas Eduardo Zamora Martínez y Lalo Zamora, WhatsApp: 22 12 532690, y Twitter @elbaronrojo62, se despide de ustedes su amigo El Barón Rojo. Hasta la próxima.

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