Hola queridos lectores, gracias nuevamente por abrirme las puertas de sus hogares en este reluciente mes de julio, ya comienzan a sentirse los primeros fríos del año, las lluvias nos visitan a diario, ¡a disfrutar esta segunda mitad del año!
En esta ocasión les voy a narrar de una manera muy breve la historia de dos de los productos poblanos que más fama nos han dado incluso a nivel internacional: la talavera poblana y el vidrio del corazón de Jesús, comencemos.
LA TALAVERA
Primeramente tenemos la talavera o loza poblana, esta tuvo su origen desde los primeros años de la fundación de la ciudad, y esto se debió a la llegada en el siglo XVI a Puebla de las primeras familias españolas, las cuales no solo se trajeron de su tierra todo su mobiliario más básico, sino que incluso se trajeron su platería y su vajilla, y entre estos objetos están sus bellísimos juegos de mesa, generalmente de españoles y de origen chino.
Al llegar a la ciudad se encuentran con que no hay quien les fabrique algo parecido a esto, es así que el ayuntamiento, para cubrir esta necesidad, invita a un grupo de cincuenta familias de un poblado llamado Talavera de la Reina, provincia de Toledo, para que se dedicaran a elaborar vajillas para la nueva España.
Es tanto el auge de su producto, que ya para el año de 1682 se establecen las primeras normas de calidad y diseño de este, al grado que para el año de 1776 los artesanos poblanos surten de vajillas a las nuevas 13 colonias que fundaron la Unión Americana; así es, la talavera poblana cubrió las mesas de las familias de Massachusetts, Nueva york, Pensilvania y el resto de estas nuevas colonias inglesas.
VIDRIO DEL CORAZÓN DE JESÚS
Puebla se estableció en un sitio privilegiado de materia prima para la elaboración del vidrio, pues bajo el suelo poblano están los yacimientos más ricos de sílice, carbonato de sodio y cal, básicos para elaborar todo objeto de vidrio.
Narra la historia que en 1541, a diez años de fundada la ciudad, se avecina junto a los terrenos de la futura iglesia de Santo Domingo el español Rodrigo Espinoza, quien instala el primer horno de fundición de vidrio; años después le siguió en la actividad su vecino, don Juan Gómez. Ellos por casi 70 años sus familias se dedicaron a esta actividad; incluso la actual calle 10 Oriente, esquina con la 5 de Mayo, conserva el nombre de “Horno de vidrio”.
Ya para el año de 1810, Miguel Ignacio de Rentería establece su fábrica en la actual avenida 2 Poniente, pero el que más fama le dio al vidrio poblano fue el horno de don Camilo Álvarez Razo, que se establece frente al templo del Corazón de Jesús, en el año de 1900, y siendo este el último horno de vidrio establecido en el centro histórico, pues funcionó en esa calle hasta el año de 1972, heredando el oficio a sus trabajadores, los hermanos Víctor, Nicolás, Enrique y Victoriano Martínez Filoteo, quienes ya a finales del siglo XX establecen cada uno su propia fábrica, mismas que funcionan hasta la actualidad.
Como detalle curioso, fue la primera industria ecológica del país, pues han utilizado por siempre, vidrio reciclado, siendo este, después de los metales, el material más reciclado de la vida actual.
Soy Jorge Eduardo Zamora y nos leeremos la próxima semana.
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