/ domingo 19 de agosto de 2018

Las pilastras de Catedral | TURISTEANDO CON EL BARÓN ROJO

Un elemento que pasa muy desapercibido por todos los poblanos

Hola, queridos lectores. Gracias nuevamente por abrirme las puertas de su hogar, en este ya muy húmedo domingo de agosto, esperando que ya estén disfrutando de la durísima competencia que se está dando en la ciudad entre cientos de ofertantes de los tradicionales chiles en nogada, en el cual el único juez de esta competencia será tu paladar, buen provecho.

En esta ocasión te voy a describir un elemento que pasa muy desapercibido por todos los poblanos, un elemento que está ahí y a la vez no está. ¿A qué me estoy refiriendo, querido lector? A las enormes placas con sobre relieve que existen en algunas de las pilastras de la reja de Catedral, ¿alguna vez te habías fijado en ellas?

Pero comencemos por el principio: ¿qué es una pilastra? En algunos libros de arquitectura se describe como un pilar cuadrado; en otros se le llama así a un pilar integrado a un muro, generalmente al final de una arcada. También, si te has fijado, las columnas de Catedral son cuatro cilíndricas integradas en una sola, llamadas columnatas o pilastras, pero en esta ocasión nos vamos a centrar en que una pilastra es un pilar cuadrado que divide en tramos un enrejado extenso para darle resistencia y soporte, como el de nuestra Catedral. Todas las definiciones son correctas, simplemente se le denomina según el criterio del autor de los textos de arquitectura.

Foto: Jorge Eduardo Zamora Martínez

El enrejado de la Catedral está integrado por 58 pilastras, que a la vez sirven de base para los tradicionales angelitos que las coronan. Estas pilastras tienen todas en su costado frontal un hueco de forma rectangular, en el cual se debía de colocar una placa de metal fundido en sobre relieve; si te fijas, solamente 14 de las 58 pilastras tienen esta placa, representando miembros de la liturgia católica, santos, doctores, apóstoles e incluso figuras femeninas dignas de devoción.

¿Y QUÉ PASÓ CON EL RESTO DE LAS PLACAS?

Así es, pues existen solo 14 placas empotradas y no, no es que el resto haya sido víctima del vandalismo, sino que nunca se colocaron. Las primeras placas fueron instaladas a principios del siglo XIX, aproximadamente después de consumada la Independencia, porque cuando se construyó la Catedral se dejó el enrejado para el último.

Cada tramo fue donado por alguna familia de abolengo de la Puebla antigua, por alguna agrupación religiosa de la época o por donantes anónimos. Si te fijas, a la mitad de cada tramo existe un medallón labrado en piedra de cantera blanca o rosa, indicando el nombre del donante. Esto sucedió al llegar a su fin las luchas por la Independencia del país, aproximadamente en 1821, lo cual se nota porque el enrejado tiene en todo lo largo pequeñas águilas simbolizando el escudo nacional, el cual nació en estas fechas. Lo mismo sucedió con las placas existentes, pero por su alto costo ya no hubo el entusiasmo en los donantes por patrocinar una placa de este tamaño, de ahí que solamente fueron pagadas 14; las faltantes nunca existieron.

Foto: Jorge Eduardo Zamora Martínez

ALGO CURIOSO

Las placas existentes están fundidas en distintos metales: hierro, cobre o bronce. ¿Y cómo se distingue de que metal son? Por el color de la pátina de óxido que las cubre: rojizo, son de hierro; verde, son de bronce y la de óxido negro, son de cobre. Algunas están tan bellamente elaboradas que muestran un sobre relieve de hasta casi 20 centímetros de altura, en los brazos y manos de la imagen que representan.

En alguna fecha pasada, siendo arzobispo monseñor Rosendo Huesca, le encargó al escultor poblano Jesús Corro Ferrer el trabajo de fundir las placas faltantes. Por ello solamente se realizó una placa, la cual nunca se colocó, porque se llegó a la conclusión de que sería un trabajo increíblemente costoso. Y vaya que sí lo sería, además de que el arzobispo nunca le pagó al escultor el trabajo de esa única placa, la cual se conserva en manos de la familia Corro.

Recuerda, querido lector, cuando camines al pie de las rejas de Catedral fija tu mirada en estas enormes placas, existen 10 sobre la 3 Oriente y 4 sobre la 16 de Septiembre; sobre la 5 Oriente no existe ninguna.

Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, agradezco el favor de tu atención. Mi correo a tu disposición: profelalo2002@hotmail.com. Mis páginas: Eduardo Zamora Martínez y Lalo Zamora. WhatsApp: 22 12 532690 y Twitter @elbaronrojo62. Se despide de ustedes su amigo El Barón Rojo. ¡Hasta la próxima!

Hola, queridos lectores. Gracias nuevamente por abrirme las puertas de su hogar, en este ya muy húmedo domingo de agosto, esperando que ya estén disfrutando de la durísima competencia que se está dando en la ciudad entre cientos de ofertantes de los tradicionales chiles en nogada, en el cual el único juez de esta competencia será tu paladar, buen provecho.

En esta ocasión te voy a describir un elemento que pasa muy desapercibido por todos los poblanos, un elemento que está ahí y a la vez no está. ¿A qué me estoy refiriendo, querido lector? A las enormes placas con sobre relieve que existen en algunas de las pilastras de la reja de Catedral, ¿alguna vez te habías fijado en ellas?

Pero comencemos por el principio: ¿qué es una pilastra? En algunos libros de arquitectura se describe como un pilar cuadrado; en otros se le llama así a un pilar integrado a un muro, generalmente al final de una arcada. También, si te has fijado, las columnas de Catedral son cuatro cilíndricas integradas en una sola, llamadas columnatas o pilastras, pero en esta ocasión nos vamos a centrar en que una pilastra es un pilar cuadrado que divide en tramos un enrejado extenso para darle resistencia y soporte, como el de nuestra Catedral. Todas las definiciones son correctas, simplemente se le denomina según el criterio del autor de los textos de arquitectura.

Foto: Jorge Eduardo Zamora Martínez

El enrejado de la Catedral está integrado por 58 pilastras, que a la vez sirven de base para los tradicionales angelitos que las coronan. Estas pilastras tienen todas en su costado frontal un hueco de forma rectangular, en el cual se debía de colocar una placa de metal fundido en sobre relieve; si te fijas, solamente 14 de las 58 pilastras tienen esta placa, representando miembros de la liturgia católica, santos, doctores, apóstoles e incluso figuras femeninas dignas de devoción.

¿Y QUÉ PASÓ CON EL RESTO DE LAS PLACAS?

Así es, pues existen solo 14 placas empotradas y no, no es que el resto haya sido víctima del vandalismo, sino que nunca se colocaron. Las primeras placas fueron instaladas a principios del siglo XIX, aproximadamente después de consumada la Independencia, porque cuando se construyó la Catedral se dejó el enrejado para el último.

Cada tramo fue donado por alguna familia de abolengo de la Puebla antigua, por alguna agrupación religiosa de la época o por donantes anónimos. Si te fijas, a la mitad de cada tramo existe un medallón labrado en piedra de cantera blanca o rosa, indicando el nombre del donante. Esto sucedió al llegar a su fin las luchas por la Independencia del país, aproximadamente en 1821, lo cual se nota porque el enrejado tiene en todo lo largo pequeñas águilas simbolizando el escudo nacional, el cual nació en estas fechas. Lo mismo sucedió con las placas existentes, pero por su alto costo ya no hubo el entusiasmo en los donantes por patrocinar una placa de este tamaño, de ahí que solamente fueron pagadas 14; las faltantes nunca existieron.

Foto: Jorge Eduardo Zamora Martínez

ALGO CURIOSO

Las placas existentes están fundidas en distintos metales: hierro, cobre o bronce. ¿Y cómo se distingue de que metal son? Por el color de la pátina de óxido que las cubre: rojizo, son de hierro; verde, son de bronce y la de óxido negro, son de cobre. Algunas están tan bellamente elaboradas que muestran un sobre relieve de hasta casi 20 centímetros de altura, en los brazos y manos de la imagen que representan.

En alguna fecha pasada, siendo arzobispo monseñor Rosendo Huesca, le encargó al escultor poblano Jesús Corro Ferrer el trabajo de fundir las placas faltantes. Por ello solamente se realizó una placa, la cual nunca se colocó, porque se llegó a la conclusión de que sería un trabajo increíblemente costoso. Y vaya que sí lo sería, además de que el arzobispo nunca le pagó al escultor el trabajo de esa única placa, la cual se conserva en manos de la familia Corro.

Recuerda, querido lector, cuando camines al pie de las rejas de Catedral fija tu mirada en estas enormes placas, existen 10 sobre la 3 Oriente y 4 sobre la 16 de Septiembre; sobre la 5 Oriente no existe ninguna.

Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, agradezco el favor de tu atención. Mi correo a tu disposición: profelalo2002@hotmail.com. Mis páginas: Eduardo Zamora Martínez y Lalo Zamora. WhatsApp: 22 12 532690 y Twitter @elbaronrojo62. Se despide de ustedes su amigo El Barón Rojo. ¡Hasta la próxima!

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