Muy buen sábado queridos lectores, gracias por recibirme nuevamente en sus hogares en este invernal noviembre. En esta ocasión su servidor, El Barón Rojo, aterrizó en el centro de nuestra historia poblana: el Museo del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
El INAH es una institución federal que tiene la función de salvaguardar y preservar el patrimonio histórico de la nación, está integrado por una cadena de 32 museos regionales, uno en cada capital de los estados, además de una escuela de Antropología e Historia, más laboratorios y talleres de restauración de piezas históricas de todo tipo e índole, para que estas se conserven y puedan ser admiradas por la ciudadanía en todo el país, principalmente para recordarle su pasado histórico.
Aquí, en la ciudad de Puebla, este enorme museo localizado exactamente en el centro geográfico de la zona histórica del 5 de Mayo; está formado por varios edificios, desde oficinas, almacenes, biblioteca, talleres de fabricación de vitrinas para exposición de piezas, restauración y preparación, pero la sala más grande la compone el área de exposición y visita, formada por un enorme salón con un gran patio techado al centro.
Se inicia el recorrido por la sala Prehistórica, mostrando piezas de más de 1600 años de antigüedad, a continuación esta la sala Prehispánica, donde se muestran piezas del periodo anterior a la llegada de los españoles al continente, con una enorme selección de objetos de las principales culturas de esa época que formaron la identidad nacional, a continuación la sala Mestiza, donde están expuestas piezas del periodo de evangelización del territorio por frailes de distintas órdenes y su paso por el país.
Luego está la sala Colonial, que muestra colecciones del vestuario y el estilo de vida de las primeras familias que iniciaron el mestizaje en el país, desde el periodo de las Leyes de Reforma, pasando por la época de la Batalla del 5 de Mayo de 1862, los inicios del porfiriato y termina con el periodo revolucionario.
Cada área perfectamente remarcada, todas las piezas lucen su belleza y magnitud, desde las pequeñas, hasta las más grandes, como un carruaje del siglo XVIII, un cañón de la Batalla del 5 de Mayo perfectamente restaurado, armamento, relojería de la época y todo un sinfín de piezas, hermosamente presentadas.
No podemos dejar de mencionar una gran colección de arte sacro, desde objetos pequeños como figuras de nacimiento hermosamente talladas, cuadros al óleo, mobiliario de iglesia, todo magníficamente conservado, como si hubieran sido fabricados el día anterior. Terminando el recorrido está la sala de Historia Viviente, una muestra de la forma de vida poblacional de las distintas regiones del estado, con su forma de vida actual, históricamente sin cambios.
Todo esto es lo que está a la vista, pero ¿en realidad qué es lo que hay detrás de un museo?, en el ambiente artístico se le llama backstage, o lo que es lo mismo, trabajo tras bambalinas. A continuación, una explicación breve sobre todo lo que se hace para montar una exposición, un trabajo que dura al menos 6 meses sin descanso alguno.
Este proceso se inicia con una junta con el director del museo, directores de áreas como almacén historial, inventario, restauración, jefe de sala, carpinteros, electricistas, diseñadores, iluminadores, prensa, publicidad, diseño gráfico y muchas otras personas del staff.
Comienzan por seleccionar el tema, este lo eligen los directivos, buscan la temática, después se consulta con el área de depósito para seleccionar las piezas, si están en el museo local o en algún museo regional, para entonces pedirlas en préstamo; pasa al área de aseguramiento, donde se le saca un seguro contra daños, pérdida o robo; luego al área de acopio, embalaje y transporte, mientras el jefe de salas prepara el área a ser colocadas las piezas: se encomienda a las áreas de carpintería, cristalería e iluminación la fabricación de las vitrinas; al estar listas se les coloca en la zona de la sala donde quedarán.
Mientras, las piezas ya debieron haber llegado al museo, donde pasan al área de dictamen de obra, donde cada una, sin importar su tamaño, es fotografiada en todos sus lados; se les hace una revisión de daños, para identificar los que ya tienen, si es que los hay, y devolverlas en idénticas condiciones. Se las entregan al jefe de sala y este, junto con los restauradores, las colocan en sus vitrinas. Mientras, el área de publicidad, mercadotecnia y relaciones públicas ya diseñó los carteles, lonas, trípticos, invitaciones y la contratación de servicios para la inauguración de la exposición.
Antes del evento la sala ya debe tener todas sus piezas expuestas con su tarjetería de identificación y descripción de cada una, para que esta sea la información que recibe el visitante y, durante el tiempo que dura la exposición, el departamento de curaduría revisa el estado de las piezas expuestas, el clima dentro de la sala, el trabajo de los vigilantes al cuidado de los asistentes, entre otras muchas cosas, todo esto nada más para la preparación de una exposición pequeña, lo cual les lleva de 6 a 8 meses, procurando que no se percaten los visitantes de toda esta labor, trabajo que muchas veces no percibimos, pero que es digno de elogio.
Gracias queridos lectores, espero que esta narración haya sido de su agrado. Soy Jorge Eduardo Zamora Martínez, el Barón Rojo. Nos leemos el próximo sábado.
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